Angela Navarro: En santuario el tiempo que sea necesario
La familia dejó todo para mudar su vida entera a un pequeño cuarto en una iglesia localizada en Norris Square, en North Philly.
En menos de una semana voluntarios, familiares y amigos se apresuraron para ayudar a que Angela Navarro, de 28 años, dejará su casa, su trabajo, y prepararla como fuera posible luego de haber tomado una decisión que cambiaría completamente su vida.
Apoyada por la organización Movimiento Nuevo Santuario, el pasado 18 de noviembre Angela se refugió en la congregación West Kensington Ministry, y ha prometido no abandonar la iglesia con el propósito de desafiar una orden de deportación final.
“Al principio me pareció una decisión muy fuerte porque imagine que tenía que estar sola. Pero estar los cuatro unidos es lo más importante, eso te da más fuerza todavía porque ellos me están apoyando”, dijo Navarro en entrevista con AL DÍA.
Sus dos hijos Arturo, de 11 años, y Angela, de 9, nacieron en Estados Unidos. “Mis hijos se dieron cuenta de mi situación por si mismos. Ellos me preguntaban por qué no podía manejar, por qué no podía llevarlos a la escuela, por qué no salía a caminar con ellos. Ahora están esperando igual que yo”, dijo Navarro.
Ambos continuarán asistiendo a la escuela con la ayuda de voluntarios que se encargarán de transportarlos diariamente. Mientras tanto su esposo, Ermer Fernández, también ciudadano estadounidense, tendrá que ocuparse de la mayoría de las responsabilidades.
Desde hace 10 años que Navarro recibió su orden final de deportación y desde entonces ha vivido en miedo constante de ser arrestada. “Me decidí a pedir santuario ante la posibilidad de que inmigración detenga mi deportación. Quiero vivir sin miedo, hasta me daba miedo visitar la casa de mi mamá”, dijo Navarro. “Eso me dio fuerzas para dejar de vivir en la oscuridad”.
Sin embargo esta no es la primera vez que Angela se enfrenta a decisiones difíciles en su vida. Ha sido un largo viaje de conflictos y lucha.
Nacida en Juticalpa, capital del Departamento de Olancho, Angela tenía 8 años cuando su madre salió del Honduras para venir a Estados Unidos y enviar dinero de manutención para toda la familia. De niña, Angela pensaba que su madre vivía en abundancia. “Nunca nos faltó nada cuando ella se vino para acá. Cuando yo llegué aquí y vi la realidad me dio mucha tristeza porque ella pasó por muchas necesidades para que nosotros tuvieramos allá”.
Ella fue la última en salir de Honduras, a los 16 años, embarazada y acompañada del padre de sus hijos. “Me daba miedo quedarme sola y no quería estar separada de mi familia. Tampoco era una opción dar a luz y dejar a mi hijo”, dijo Navarro. “No imaginaba un viaje tan peligroso, pero gracias a Dios no tuve que pasar por secuestros o cosas peores”.
El reverendo Adán Mairena, pastor de la iglesia West Kensington Ministry, ha colaborado con inmigrantes a lo largo de su servicio pastoral y declaró para AL DÍA que esta es una situación a la que no se le puede dar la espalda.
“Yo también nací en Honduras aunque mis padres me trajeron a Estados Unidos cuando tenía meses de nacido. Ellos vinieron aquí por razones de persecución política y violencia”, dijo el pastor Mairena.
Agregó que la situación de Angela y su familia podría haber sido la de él. “Es un asunto controversial pero me sentiría hipócrita si no hubiera ofrecido mi ayuda. Sería ir en contra de mis principios y creencias”.
El pastor dijo que a pesar de que podría perder su propio trabajo y legalmente agentes de inmigración sí pueden entrar en cualquier momento a la iglesia y arrestar a Navarro, su iglesia cuenta con fuertes principios de justicia social.
“Esta es la primera vez que me involucró por decisión propia como pastor. Creo que esto es lo que es ser americano, es la lucha, es el viaje, no estár satisfecho con el aquí y ahora”, dijo el pastor Mairena.
Angela tiene una fe católica muy arraigada, sin embargo su iglesia no pudo ofrecerle santuario.
Fue una decisión muy importante para ella, creo que sabía que no podía más con su situación y estamos aquí para apoyarla”, dijo John Olenick, parroco de la iglesia católica Visitación BVM. “Pero la decisión de ofrecer santuario estuvo fuera de mi alcance”.
La madre de Navarro, María Turcios, es miembro activo de la iglesia y espera que la decisión sea para bien. “Va a ser duro porque somos gente que trabajamos, pero tenemos que buscar el espacio para apoyarla al 100 por ciento. Siempre hemos sido una familia muy unida”.
Su peor temor es verse obligada a regresar a su país dejando, no solo a su familia, sino a sus dos hijos. “En mi vida ideal sería libre y viviría sin miedo. Tendría la libertad de visitar a mi familia en Honduras porque también me hacen falta”, dijo Navarro.
Aun es incierto cuánto tiempo tendrá que permancer en el interior de la iglesia, sin embargo en todo momento mostró un aire de esperanza.
“Tendríamos que esperar a ver que dice el tiempo. Estamos aquí para esperar lo que sea necesario. Estar encerrada aquí es mejor que vivir presa por el miedo. Esto no es tan malo como eso”, concluyó Navarro.
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