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"El dinero va y viene"

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Para aligerar el ambiente en la profundidad de la Mina San José, los 33 mineros atrapados solían imitar de forma juguetona a Leonardo Farkas Klein, poniéndose improvisadas pelucas para simular la larga y ondulada cabellera rubia del ejecutivo minero.

"Farkas", como todos lo conocen en la industria minera de Chile, saltó a la fama internacional cuando ayudó a salvar a las familias de los mineros con generosas donaciones de 10.000 dólares a cada una; incluso antes de que los rescatadores sacaran a los hombres a la superficie más de dos meses después del colapso de la mina.

Con sus trajes Zegna a la medida, corbata rosa con pañuelo Brioni a juego y mancuernillas con diamantes de colores –como se vistió la noche que ofreció una cena para conocer a los mineros–, Farkas es un original en este conservador país de Sudamérica. Ganó millones de dólares como artista del entretenimiento en Las Vegas y en cruceros, se casó bien y después regresó a su Chile natal hace cinco años, para probar suerte en la profesión que su difunto padre amaba: La minería. 

Desde entonces, el ex cantante de piano bar se ha convertido en la sensación nacional en Chile, aunque menos por sus minas y más por su excéntrica personalidad, alocadas fiestas y lo que al parecer es un corazón de oro. Se ha vuelto el filántropo de mayor prominencia en Chile, contribuyendo con millones de dólares para ayudarles a chilenos necesitados, así como a víctimas del sismo en Chile y Haití.

Si bien eso le ha granjeado la voluntad de los pobres, la naturaleza pública de la entrega de la dádiva y su desmedida personalidad le han generado muchos enemigos entre la élite conservadora de Chile. Cuando coqueteó en 2008 con la idea de postularse para presidente, se convirtió en uno de los hombres ricos más temidos en Chile debido a su atractivo populista.

"No le agrado mucho a la comunidad empresarial de la localidad, no creo que encaje aquí", dijo Farkas, de 43 años,, mientras estaba sentado dentro de la oficina gris aquí, en su empresa minera Santa Fe. "Quizá un día de estos regrese" a Estados Unidos. "Pero, justo ahora, pienso que puedo hacer más aquí con mi dinero y trabajo que en Estados Unidos".

Farkas hace alarde de que es dueño de cinco Hummers, un jet privado, un escondite en una isla caribeña, un reloj de pulsera diseñado para él por Cartier a instancias del Príncipe Alberto de Mónaco, llegando incluso a un Rolls-Royce Phantom Drophead convertible, por el cual dice que pagó 2,2 millones de dólares, gracias onerosos aranceles de importación y otras cuotas. Pagó más de 400.000 dólares por ser el primer sudamericano que viaje al espacio como parte del recorrido Galáctico de Virgin, de Richard Branson, en mayo próximo. 

Los padres de Farkas, judíos de ascendencia húngara, salieron de Transilvania con rumbo a Sudamérica en 1939, en plena amenaza creciente de los nazis. Daniel Farkas Berger, su padre, hizo y perdió dos fortunas en el negocio de la minería, siendo nacionalizados sus bienes por Brasil a comienzos de los años 50 y en Chile en los 70, bajo el gobierno socialista de Salvador Allende.

"Mi padre siempre dijo que el dinero va y viene", comentó Farkas. "Es por eso que dijo: Disfruta siempre la vida. Come en los mejores restaurantes, viste la mejor ropa".

Apasionado entusiasta de la música, el padre de Farkas introdujo a su hijo al piano a los 2 años de edad. A los 15 años, Leonardo formó un grupo de 15 músicos que tocaban en bodas y recorrió Argentina, Brasil y Perú.

Justo antes de que cumpliera 21 años, se mudó a Estados Unidos, donde se presentaba en los Catskills y en Miami, tocando en pequeños centros nocturnos, y después en cruceros. Incapaz de pagarles a otros músicos, usó buena parte de los 10.000 que había traído consigo de Chile para comprar 15 teclados y se hizo llamar "El hombre orquesta".

En esa época era frugal y depositaba buena parte de sus ingresos a la cuenta de su madre en Miami, para que así no fuera capaz de gastarlos. "Nunca quise ser famoso", dijo. "Yo siempre quise dinero".

Para los 24 años de edad, ya había ganado su primer millón de dólares, contó. Después, a los 27, mientras se presentaba en los Catskills en el Hotel Concord, conoció a Betina Friedman Parker, una de las herederas de la fortuna del hotel Concord. Contrajeron matrimonio un año después y tuvieron una luna de miel de seis meses alrededor del mundo.

Después, la pareja se mudó a Las Vegas, donde Farkas se presentaba en el MGM Grand con Tom Jones. Jugaban 21 ó blackjack hasta el amanecer y comían filete de res y huevos antes de ir a la cama, a las 6 a.m.

"A mi esposa no le gustaba este lugar", dijo. "Así que tuve que elegir, el matrimonio o Vegas. Decidí conservar mi matrimonio".

En 1995 se mudaron a Boca Raton, en Florida, donde tuvieron a dos de sus tres hijos. Farkas se retiró y empezó a jugar golf y tenis, pero acabó aburriéndose y sintió la necesidad de hacer algo "más grande". Cuando su padre murió en 2004, decidió que había llegado el momento de ir a casa.

"Le dije a mi esposa, tenemos que regresar a Chile, voy a cumplir el sueño de mi padre, que era volver a la veta", contó.

Al principio, ella se mostró escéptica. "Mis hijos no hablaban español cuando llegamos", dijo. Pero él la convenció, prosiguió, diciendo que solamente se quedarían dos años.

Construyó una gran casa desde la cual se dominaba la vista de Santiago con baldosas que tenían incrustaciones de oro de 24 quilates en la piscina. Ofrecía extravagantes fiestas, incluyendo una celebración por el 15 aniversario para 200 invitados en noviembre pasado que costó 4 millones de dólares y contó con 600 artistas del entretenimiento, incluso bailarines del carnaval de Brasil, así como los actos musicales de Donna Summer y Air Supply.

Además, cumplió el sueño de su padre de tener éxito en minería. Actualmente es dueño de cuatro minas que exportan un total de 3 millones de toneladas de mineral de hierro al año, todas a China, dijo. Dos de sus minas están en un rango de 5 kilómetros de la Mina San José.

Dice que el trabajo en las áreas mineras de Chile lo acercó más a los pobres del país, lo cual lo inspiró a participar en más obras de caridad. Actualmente apoya a 16 orfanatos para niñas. Hace muchas donaciones de su propio bolsillo sin buscar exenciones fiscales, destacaron políticos de la localidad, y se ha sabido que ha entregado billetes de 5.000 pesos ( aproximadamente 10 dólares) a desconocidos en las calles, así como de dar exorbitantes propinas en restaurantes.

*Aaron Nelsen contribuyó con un reportaje desde Santiago.

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