Dolores Huerta, ejemplo de lucha y organización
La sindicalista Dolores Huerta, defensora de los derechos de los trabajadores hispanos durante más de cuarenta años, hizo esta semana un llamamiento para que los más jóvenes no se conformen con lo que tienen y sigan luchando por sus derechos.
Huerta ofreció el pasado lunes una conferencia en Washington invitada por la Red de Líderes Latinos, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a fomentar el diálogo con relevantes figuras de la comunidad hispana.
Esta mujer, nacida en 1930 en Dawson (Nuevo México), es la cofundadora y vicepresidenta emérita del Sindicato de Trabajadores del Campo (UFW, en inglés) y ha inspirado a muchas generaciones de inmigrantes hispanos.
A sus 78 años no ceja en su empeño de seguir en la contienda por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores e insta a los más jóvenes a que recojan el testigo porque los latinos "no podemos quedarnos dormidos como lo hemos estado muchos años".
El 21 de enero, un día después de la toma de posesión del presidente electo, Barack Obama, se celebrará en Washington una gran manifestación de organizaciones pro-inmigrantes, con la que quieren recordar al nuevo mandatario los compromisos que adquirió con los hispanos durante la campaña.
Pese a las expectativas generadas, Huertas consideró que "Obama es una esperanza para los latinos, pero sabemos que esto es una democracia y las cosas no son fáciles, una democracia no es como una dictadura en la que el presidente dice esto y pasa".
Su deseo es que "se legalice a toda la gente que está trabajando porque lo han ganado con los impuestos que han pagado y sus contribuciones", señaló.
Como sindicalista sus logros han sido muchos, pero destacó que la mayor satisfacción ha sido "poder enseñar a la gente cómo tiene que organizarse, porque cuando la gente comprende que cuando uno está organizado tiene poder, luego de ahí se pueden obtener muchos resultados".
Fruto de ello han sido las leyes de mejora laboral aprobadas en California desde los años sesenta, las ayudas a las familias con hijos dependientes, la mejora de la asistencia pública para los campesinos y la amnistía que se consiguió en 1986 para más de 3 millones de trabajadores, entre ellos 1,4 millones de campesinos.
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