Los 100 años de Truman Capote: el niño genio que revolucionó la literatura y el periodismo
En la película "Capote" hay una escena que pinta de pies a cabeza al afamado escritor y genio.
Cuando se dirijen hacia Texas para iniciar el cubrimiento del asesinato de la familia Clutter, que finalmente derivó en su obra cumbre “A sangre fría”, Capote y su compañera de trabajo, la también famosa escritora Harper Lee, tomaron el tren del medio oeste.
Un operario les ayudó a ubicarse en su cabina, cargando su ajuar; esta misma persona, antes de retirarse le dice a Capote: “es un honor para mí poder atenderlo señor Capote. Leí su último libro y es mejor que el anterior”.
Capote agradece el elogio y el operario se va cerrando la puerta. Luego de unos segundos de silencio, Harper Lee mira fijamente a Capote para reclamarle: “Eres patético. Le pagaste para decir eso”. Capote asiente y ríen.
Era una diablura de aquellas que se permitía el gran escritor de quien celebramos el pasado 30 de septiembre el centenario de su natalicio. Esos gestos de vanidad son propios de su carácter y solo gracias a ellos y a su talento logró construir el encanto suficiente para involucrarse con todo el jet set y la farándula de su época y construir una obra sólida y significativa.
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Todo es acerca del periodismo
En el famoso prólogo de su Música para Camaleones, Capote recuerda la cantidad de problemas que le trajo su estrategia de tomar nota de todo y publicarlo.
En ese prólogo señala: “En 1975 y 1976 publiqué cuatro capítulos del libro (Plegaria atendidas) en la revista Esquire. Esto enojó a ciertos círculos, en los que se tuvo la sensación de que yo estaba traicionando confidencias, maltratando a amigos y / o a enemigos. No quiero discutir esto; se trata de política social y no de mérito artístico. Diré solamente que todo lo que tiene el escritor para trabajar es el material que ha reunido como resultado de su propio esfuerzo y de sus observaciones, y no se le puede negar el derecho de usarlo. Se podrá condenar su uso, pero no negárselo”.
Desde mi punto de vista, Capote básicamente hizo periodismo. Prueba de ello es que para terminar su obra magna, A sangre fría, tuvo que esperar a que se ejecutara la condena y para ellos pasaron más de cinco años en los que el autor vivió una verdadera pesadilla creativa, según lo relató en distintos textos y entrevistas.
No se podía permitir tergiversar los hechos. Debía esperar al desenlace fatal para concluir su obra y dar fe de lo que presenció. Esto queda en evidencia cuando afirmó que nunca buscó escribir obras literarias del tipo ficción donde los hechos se disfrazaban. “Mis intenciones eran lo opuesto: quitar los disfraces, no fabricarlos”.
Y lo logró. Hoy celebramos su obra y la revolución que le imprimió al periodismo. Un favor que nunca le podremos pagar.
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