Atrévase a ignorar a #NuestrasEnfermeras | OP-ED
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La escasez de enfermeras en todos nuestros hospitales NO es un secreto bien guardado.
La escasez de enfermeras latinas y multiculturales en todos nuestros grandes hospitales es, aún peor, un hecho bien conocido por todos fuera de los discretos pasillos y oficinas de contabilidad de nuestros “templos” de salud.
Como ocurre en cada segmento de nuestra sociedad, los profesionales de origen hispano y multicultural (que viene a ser más o menos lo mismo) están muy poco representados y son muy necesarios, sea en las organizaciones de atención médica más grandes de nuestra región, como en las más pequeñas. Desde Penn Medicine en University City hasta Esperanza Health Center en Kensington, a solo un par de millas de distancia el uno del otro.
Uno de los principales C.E.O de instituciones de atención médica de nuestra región, un líder que presidió una compañía de atención médica que genera más de $25 mil millones de dólares cada año y tiene un superávit de más de $2.3 mil millones (efectivo neto en la cuenta bancaria de la empresa) describió Filadelfia como “el Silicon Valley de la industria sanitaria” del país.
Quizás sea del mundo, ya que nuestra tecnología y recursos financieros nos permiten situarnos en el polo de la medicina más avanzada a nivel mundial.
Exportamos nuestros servicios de salud a los más ricos del mundo, y es por eso que los más avanzados formaron un consorcio para “exportar” esos servicios a América Latina y otros continentes.
Hoy queremos traerle a usted, querido lector de AL DÍA, una perspectiva sobria de las condiciones en las que trabajan, la compensación comparativa que reciben, en comparación con otras especialidades médicas.
En realidad, están en la primera línea de batalla en la preservación de la vida, el cuidado de los enfermos y los débiles, y el consuelo de las familias y amigos cuando el enfermo se convierte en “el difunto”.
Están al comienzo de la vida, pero también están allí, al final de ella, a veces ocupándose del baño y la difícil higiene de los discapacitados.
En otras palabras, hacen el trabajo duro de la profesión de Hipócrates y, sin embargo, solo consiguen, por así decirlo, “las migajas” en el trabajo de pulido realizado en los hospitales de nuestra región, las organizaciones más prósperas de esta parte del país.
Todas las perspectivas pueden entrar en conflicto en este análisis.
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Sin embargo, una cosa sigue siendo cierta:
#NuestrasEnfemeras son la primera línea de batalla en la lucha por la vida, la buena salud y el bienestar.
No lo olvidemos.
Mejor aún, no se atreva a meterse con su sudor y largas jornadas de trabajo.
La consecuencia no es que el C.E O y / o sus representantes puedan despedirlas por hablar de eso.
En el DURO mercado laboral actual, podría ocurrir al revés:
Podrían despedir al C.E.O y / o sus representantes.
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