[OP:ED]: ¿Hace falta un Día Internacional de la Mujer?
Tengo casi 30 años y discuto con mi madre una vez al año.
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Tengo casi 30 años y discuto con mi madre una vez al año.
Cada vez que llega el Día Internacional de la Mujer, sé que viene el debate. Ni ella se guardará sus ideas ni yo las mías, pues como bien dice el dicho: hijo de tigre sale rayado.
Fui criada en un hogar donde las mujeres controlábamos desde el presupuesto hasta el color de las flores. Un sistema matriarcal, dirían muchos.
En mi familia la quilla del barco es XX pero el capitán es XY. No soy ajena a los hombres que nunca levantaban un dedo (hubiese o no un partido de la Champions en el televisor) y para quienes hacer la compra de la semana era un atentado directo contra sus niveles de testosterona, y ni hablar de hacer tareas con sus hijos o darle un biberón al más pequeño a las 3 de la mañana.
¿Así se gesta a una feminista? ¿Hace falta que sean testigos directos del machismo troglodita para que se transformen en el monstruo más detestado: la feminazi?
No, no necesariamente.
Al mismo tiempo vi cómo mi abuelo sufría los colaterales de un ACV mientras se desvivía de amor por su mujer y por sus hijas, a quienes crió para ser las más fuertes del planeta. Vi cómo mis tíos crecían para ser los hombres más sensibles que he conocido nunca, maestros en la cocina y en el arte del planchar.
Y mis hermanos no distaron mucho de eso. Son hoy por hoy hombres de hogar, respetuosos, sensibles y disfruto de ver a mi hermano mayor dedicarle cada respiro a mi sobrino.
Pero no todos los hogares son iguales, y temo que muchísimas mujeres aún corren con la suerte de tener maridos como el que escogió mi madre.
Ella es una mujer de roble (como decimos la mayoría de nuestras madres), ama de casa, académica y luchadora. Una mujer que ha vivido el autoexilio y la frustración de la mano de una biblioteca enorme y una Fe inquebrantable. Pero ella odia a las feministas y se rehúsa a creer que haga falta un día para celebrar que somos mujeres.
“Lo que hace falta es igualdad, no andar por ahí quejándose de ser mujer”.
Y tiene razón. Lo que hace falta es igualdad.
Hace falta que tengamos sueldos justos e iguales, que tengamos los mismos derechos reproductivos (porque no veo a ningún gabinete lleno de mujeres decidiendo si un hombre puede o no hacerse una vasectomía); hace falta poder salir a la calle un día de verano y no tener que apurar el paso para evitar los comentarios morbosos que los hombres gritan a tu escote; hace falta que podamos viajar solas y tranquilas, sin miedo a ser violadas y matadas; hace falta que mi cuerpo sea mío y no dependa de los constructos culturales que minan el inconsciente colectivo. Hace falta que los hombres puedan sentir y no ser juzgados por ello; hace falta que un hombre pueda ser delicado y no ser considerado menos hombre, hace falta que los niños puedan jugar con lo que les dé la gana, sin que nadie cuestione su identidad de género.
Necesitamos recordar todos los días que somos iguales dentro de un todo, que nuestras diferencias lo que hacen es compensarse y que, si bien mi masa muscular no me permite cargar tanto peso como el que podría cargar mi hermano, mi umbral del dolor me permite tolerar mis pesares y los suyos.
Hace falta, aunque sea un día, para recordar que somos muchos, y que lo que me discrimina a mí eventualmente le afectará a él, y viceversa.
Así que sí, creo que hace falta un día, una semana, un mes, un año y una vida entera para luchar contra todo lo que nos sigue erosionando, porque donde sufra uno, sufrimos todos.
Feliz día de la Mujer, para todos.
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