[OP-ED]: Hay que esperar y ver
En muchos rincones del país se vive hoy con miedo y temor. Hay niños preocupados por lo que pueda pasar a sus padres indocumentados, ahora que se ha
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En muchos rincones del país se vive hoy con miedo y temor. Hay niños preocupados por lo que pueda pasar a sus padres indocumentados, ahora que se ha
elegido al candidato que habló de deportaciones masivas.
En otros lugares hay tristeza, coraje, desilusión, con una elección en la que, según ellos, se ignoró la mentira, la desfachatez, el cinismo, el racismo, el sexismo, la
xenofobia. Triunfó el odio, el racismo y la división, opinan.
Pero en otras partes del país se respira alegría, esperanza de un cambio.
Somos un país marcada y profundamente dividido.
Hillary Clinton, el presidente Obama y otros recomiendan cordura. Piden que procedamos con “mente abierta” y demos oportunidad al ganador de hacer la
transición de candidato a Presidente.
Sí, hay que dejarlo hacer. Ya habló mucho. Hay que esperar y ver, actuando en buena fe, pero preparados para lo peor.
Alguien ha dicho por ahí, que al Presidente electo no lo dejarán “hacer y deshacer”. Y es verdad.
Hay que dejarlo hacer pero debemos estar listos para no dejarlo deshacer. Sólo hay que recordarle a él y a sus partidarios que el país es de todos y que a todos nos guía la Constitución.
Los tiempos requieren cordura, paciencia, pero mucha sensatez y vigilancia.
Decir es una cosa. Hacer es otra. El Presidente electo se enfrentará a esa realidad.
Y esperemos que ese choque lo cimbre y lo transforme y permita que la decencia y el sentido común afloren.
Esperemos también que su realidad familiar, similar en un aspecto a la de muchos inmigrantes, le permita proceder con nobleza y generosidad.
Si, él es el hijo de una mujer inmigrante. Está casado con una mujer inmigrante y es divorciado de otra inmigrante. Cuatro de sus hijos, al igual que él, son hijos de
madres inmigrantes. Esta es la misma realidad que viven muchas familias en este país.
La mayoría de sus partidarios se sienten olvidados, marginados por las élites políticas y quieren un cambio. Creen que él puede producir ese cambio y por ello
muchos de ellos ignoraron su conducta y retórica divisoria, racista, sexista. Pero esta retórica es la que tiene temerosa y desconfiada a la otra mitad del país.
Todos podemos ayudar a producir el cambio. Pero necesitamos arquitectos que tiendan puentes de entendimiento entre estos dos grupos de personas en el país y,
juntos, proceder a construir un país que beneficie a todos por igual.
Se vienen tiempos muy difíciles. Pero, como reza el refrán, “si la vida te da limones, haz limonada”. Lo cierto es que tenemos que trabajar para sanar heridas y
luchar por el bien común. Pero también hay que estar alertas y vigilantes para pelear cualquier desviación de la guía constitucional. Y esto requiere de un trabajo ciudadano diario y diligente para buscar entendimiento con otros, forjar alianzas y defender con energía lo que no proceda.
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