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Los exámenes estandarizados no son perfectos—hay cantidad de factores que afectan el desempeño individual de los alumnos en exámenes específicos. 
 
 
Los exámenes estandarizados no son perfectos—hay cantidad de factores que afectan el desempeño individual de los alumnos en exámenes específicos. 
 
 

OP-ED: Los exámenes estandarizados son imperfectos, pero necesarios

Una reciente columna sobre mi retorno a la profesión pedagógica agradó a muchos lectores que escribieron para felicitarme.

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Una reciente columna sobre mi retorno a la profesión pedagógica agradó a muchos lectores que escribieron para felicitarme.

Un lector de larga data me tomó el pelo por columnas pasadas, en que expresé apoyo por los exámenes estandarizados: ”Por favor, contáctame en el momento en que tengas la epifanía de que “los exámenes estandarizados son una pérdida de tiempo’. Será un cambio fundamental. Estaré esperando al lado de la computadora.”

“No ocurrirá”, repliqué agregando una carita sonriente.

Enseñé en escuelas públicas varios años y durante 11 años mis dos hijos asistieron a escuelas de distritos locales. En todas esas experiencias, nunca tuve un problema con las pruebas anuales estandarizadas. Y no estoy sola.

Recientemente se dieron a conocer los resultados de la décima encuesta anual de la publicación académica Education Next. La encuesta hacía preguntas sobre el estado de la educación a una muestra de estadounidenses representativa nacionalmente y halló que entre mayo y junio de 2016—más de un año después de que se generalizaran las noticias de que los padres optaban por que sus hijos no tomaran los exámenes escolares—el compromiso del público con la utilización de las pruebas estandarizadas para evaluar a los estudiantes y las escuelas sigue siendo firme.

“Cuando se pregunta a la gente si el gobierno federal debe continuar con el requisito de que se examine a todos los estudiantes en matemáticas y lectura en todos los grados, de 3º a 8º, y por lo menos una vez en la secundaria, casi cuatro de cada cinco encuestados se pronunció a favor de esa política”, expresa el informe. “El porcentaje de individuos que se oponen a permitir que los padres opten porque sus hijos no tomen los exámenes es casi igualmente alto: un 70 por ciento se pronuncia contra permitir que se pueda optar. Esos porcentajes son casi tan altos como en 2015. Finalmente, el apoyo a la utilización de los mismos exámenes estandarizados en todos los estados es más alto que el apoyo para la[utilización de estándares educativos nacionales, como el Common Core]. El 73 por ciento está a favor de exámenes uniformes, aunque el apoyo es levemente menor entre republicanos [68 por ciento] que entre demócratas [76 por ciento].”

Y ésa no es una excepción. Esas actitudes son en realidad muy similares a los resultados de una encuesta nacional, de principios de 2016, sobre las creencias y aspiraciones de padres afroamericanos e hispanos.

El Leadership Conference Education Fund halló que el 70 por ciento de los padres hispanos y el 71 por ciento de los afroamericanos pensaron que era “muy importante” que las escuelas utilizaran “exámenes anuales para asistir a padres y maestros a conocer cuál era el desempeño de sus hijos” en su progreso académico.

Cuando se publicaron los resultados, los representantes del Educaction Fund que entrevistaron a los padres expresaron a los reporteros que esos padres consideraban los exámenes como una herramienta para ayudar a los niños, y no para castigar a las escuelas. De hecho, hubo pocas referencias a las pruebas como un problema. Ningún padre afroamericano ni hispano expresó resentimiento hacia los exámenes.

El movimiento de optar por no tomarlos fue menospreciado por algunos por ser una presunción de la clase alta. Y algunos líderes de derechos civiles denuncian esfuerzos por socavar los exámenes, que ayudan a evaluar el progreso académico de las minorías, especialmente en comunidades de bajos ingresos.

A saber, otra gran encuesta nacional nueva—ésta por investigadores del Teachers College, de Columbia University—halló que la persona típica que aboga por optar por no tomar los exámenes es “un padre/madre políticamente liberal, muy instruido, casado, con hijos que asisten a la escuela pública y cuyos ingresos familiares están bien por encima del promedio nacional.”

Los maestros, sin embargo, están en desacuerdo con la mayoría de la gente que aprueba los exámenes estandarizados. Según la encuesta de Education Next, “Sólo a alrededor de la mitad de los maestros le gusta la idea de continuar con el requisito de que se examine a todos los estudiantes en ciertos grados. Y, el porcentaje de maestros que piensa que se debe permitir que los padres opten por que sus hijos no se examinen aumentó de un 36 a un 43 por ciento entre 2015 y 2016.”

Aún así, Education Next concluye: “No se puede concluir sumariamente que la gente se opone a estándares y exámenes similares en todos los Estados Unidos. ... [Los exámenes estandarizados continuados] quizás reciban la aprobación del público—aunque quizás no entre los maestros—durante más tiempo que el Common Core.”

Aunque el “movimiento” de optar por que no se tomen exámenes supuestamente está creciendo, es elocuente que, según una encuesta de Columbia, incluye a padres que, en realidad, no optan por que sus hijos no tomen los exámenes o padres cuyos hijos no están en el sistema de escuelas públicas. Se calcula que un 20 por ciento de los defensores no son padres de niños en edad escolar.

Los exámenes estandarizados no son perfectos—hay cantidad de factores que afectan el desempeño individual de los alumnos en exámenes específicos. Pro en su conjunto, los exámenes son, como el pulso y la presión arterial, indicios vitales sobre el progreso académico de los estudiantes.

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