El sacerdote mexicano Alejandro Solalinde,
que encabeza una marcha de inmigrantes hacia Washington, denunció este viernes en
Los Ángeles el alto número de secuestros de centroamericanos en su paso
por México.

El sacerdote católico citó cifras proporcionadas
por la Comisión Nacional de Derechos humanos en México según las cuales
sólo en la primera mitad de 2010 más de 11.000 inmigrantes, la mayoría
centroamericanos, fueron secuestrados en México.

"Nos preocupa
la agresión que están teniendo para con nuestros hermanos y hermanas
migrantes en México ", declaró el padre Solalinde, quien agregó
que también "nos preocupa la situación tan incierta y de poca valoración
de los inmigrantes en Estados Unidos".

Solalinde encabeza la
"Caravana Abriendo Puertas a la Esperanza", que partió el 30 abril del
paso fronterizo Caléxico-Méxicali y se dirige a Washington donde tiene
previsto arribar el 26 mayo para presentar sus denuncias ante el
Congreso.

Asimismo, Solalinde habló del desesperado esfuerzo
que hacen los inmigrantes para entrar a Estados Unidos cuando se montan
en un tren en marcha que cruza la frontera conocido como "La Bestia".

Muchos de ellos en su intento por abordar el tren han sufrido caídas y han perdido una o ambas piernas, recordó el sacerdote.

El líder espiritual destacó que la caravana que encabeza también es
un recordatorio "de que todos somos hijos de Dios y miembros de una
misma familia".

El sacerdote destacó que es preocupante la
mentalidad de mucha gente por "la poca apertura que a veces tenemos para
ver en el otro a Jesús mismo. Esa es una situación dolorosa que viven
nuestros hermanos y hermanas migrantes".

Solalinde cree que la
aprobación de una reforma de inmigración va a ayudar en algo, "pero
desgraciadamente el referente de la ley, sobre todo, en las políticas
públicas no es el sentido humanitario: son criterios económicos y
políticos. Desgraciadamente, en el sistema en que vivimos en el modelo
neoliberal ha estructurado todo en razón del dinero".

También
pidió ver la presencia de los inmigrantes "como a una invitación a una
transformación del corazón, a derribar muros y tender puentes y a
entender que todos estamos en el mismo mundo, en la misma barca".

"Todos somos hermanos: formamos parte de la misma familia, no importa si somos de aquí o si somos de allá", concluyó.