David Cay Johnston - periodista e investigador, merecedor del premio Pulitzer y columnista del Daily Beast – asegura haber recibido anónimamente las dos primeras páginas de la declaración de impuestos del Presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump durante el año 2005.

Su reacción inmediata fue hacerla llegar a la Casa Blanca para su verificación, y posteriormente compartirla con los medios de comunicación.

Antes de que Rachel Maddow – periodista y anfitriona de la MSNBC – hiciera públicos los documentos, la Casa Blanca emitió un comunicado asegurando la veracidad de los mismos, y calificando de “ilegal” su obtención y difusión.

Tanta algarabía entre los medios de comunicación por la declaración de impuestos del Presidente no es infundada. Desde su campaña electoral, Donald J. Trump – empresario reconocido a nivel mundial por su patrimonio, incluso antes de su vida pública – se ha negado a hacer públicas sus finanzas, tal como lo dicta la tradición de todos los Presidentes y candidatos a la presidencia en el país norteamericano.

Según la historia, el único Presidente que se rehusó a hacerlo fue Gerald Ford, quien asumió la presidencia tras la renuncia de Richard Nixon, pero aún así hizo entrega del resumen de sus datos financieros.

El Presidente Trump ha alegado que sus declaraciones se encontraban bajo auditoría de la Oficina de Impuestos sobre la Renta, razón que no impidió que Nixon, en 1973, hiciera públicas las suyas.

Si bien la declaración de impuestos de un empresario de la talla de Donald Trump necesitaría grandes cantidades de anexos y documentos justificativos – sobretodo aquellos que detallan la proveniencia de sus ingresos – las dos páginas que llegaron a las manos de Johnston indican claramente que Trump habría tenido que pagar millones de dólares en un año debido a la ley fiscal que su administración está empeñada en abolir.

Según reporta The Guardian, la sección de la declaración revela que el presidente ha pagado 38 millones de dólares en impuestos federales por más de 150 millones de ingresos en el 2005, siendo un 82% de ese pago debido al sistema de Impuesto Mínimo Alternativo.

Conocido por sus siglas en inglés “AMT”, el “Alternative Minimum Tax” fue introducido para asegurar que los multimillonarios pagaran una cuota justa de impuestos que, en el caso del Presidente, representaron 32.7 millones más de lo que pagaría a través del impuesto federal regular.

Un representante de la administración hizo eco de lo que exponen los documentos, asegurando que “antes de ser elegido presidente, el Sr. Trump fue uno de los empresarios más exitosos del mundo, con una responsabilidad para con su compañía, su familia y sus empleados, de no pagar más impuestos de los requeridos legalmente”.

Las dos páginas de la declaración de impuestos de Trump también resaltan que el Presidente habría declarado un monto de 103 millones de dólares en pérdidas descontables, lo que demuestra que habría aprovechado un vacío legal para recuperar sus ganancias aún cuando tuviera que devolver gran parte de su inversión, amortizando así sus pérdidas durante el año 2005, tal como lo explica Edward Kleinbard, profesor de Derecho y Economía en la USC Gould School of Law.

Tras asegurar que sus declaraciones estaban bajo una auditoría de la Oficina Fiscal, la campaña del Presidente esquivó de nuevo las presiones argumentando que el asunto era de poca importancia para el público estadounidense, pero una encuesta llevada a cabo por la Quinnipiac University demostró que el 62% de los americanos consideraban que debía hacer públicas sus finanzas.

Una posición tan reacia tan sólo asegura que el Presidente debe esconder algo, según explicó Johnston en su entrevista con la MSNBC quien, tras 50 años de experiencia, asegura que cuando algún personaje público da largas a la exposición pública de sus documentos personales es porque se toman el tiempo para borrar rastros que pudieran comprometerle.

Como explica el NY Daily News, las fuentes de las finanzas del Presidente podrían ser aclaradas de una vez por todas si tan sólo accediera a la demanda pública. Muchas de las sospechas indican que la Organización Trump podría tener conexiones con altos empresarios de la mafia rusa.

Tan sólo horas antes de la publicación de Johnston, continúa el NY Daily News, el Palm Beach Post reportó un gran número de extrañas coincidencias que conectarían a Trump con al menos un oligarca ruso.

“Un jet que le pertenece al multimillonario Dmitry Rybolovlev aparcó justo al lado del de Trump en Las Vegas durante el mes de octubre, y de nuevo justo antes de las elecciones en noviembre en Carolina del Norte. El Palm Beach Post descubrió que Rybolovled ancló su yate ‘Sea Owl’ justo al lado del de Robert Mercer, el financiador de Trump, en las Islas Vírgenes el 10 de Marzo, de acuerdo a los datos de tráfico de la marina”.

Asimismo, Trump habría vendido su Mansión Maison de L’Amitie a Rybolovlev por 95 millones de dólares en el 2008.

El propio David Cay Johnston presume que el anónimo que le hizo llegar los documentos podría ser el mismísimo Trump.

No siendo ajeno a las “filtraciones” de información, Trump podría ganar terreno en la escena pública al hacer que otra persona publicara – presuntamente en contra de sus decisiones – una declaración que le beneficia, pues demostraría superficialmente que durante el 2005 pagó sus impuestos de manera legal y responsable, aún cuando fueran 38 millones de 150 en ganancias.

Entender los asuntos financieros no es sencillo. Visto desde afuera, y en la más ingenua de las percepciones, las dos páginas que Johnston hizo públicas parecieran denotar que el Presidente Trump es, sencillamente, un hombre muy exitoso y que ha pagado sus impuestos como lo exige la ley.

Muchos de sus seguidores han atacado a Johnston, y en consecuencia a la periodista Rachel Maddow, por difundir noticias falsas y de ningún interés público, haciendo eco de la retórica de la nueva administración.

Es ahora labor de los medios de comunicación difundir la importancia de lo que podría esconderse detrás de las finanzas del hombre más poderoso del mundo.