Ola de violencia en Puerto Rico
Aumentan cada día el número de asesinatos por todos los rincones de la isla.
La ola de criminalidad que afecta a
Puerto Rico hace aumentar cada día el número de asesinatos por todos
los rincones de la isla y no respeta ya ni a antiguos jefes de
Policía.
Puerto Rico es desde hace décadas víctima de una violencia que
tienes sus raíces en guerras entre delincuentes por el control de
puntos de venta de droga, criminalidad que ahora se ha cebado hasta
con el antiguo número uno policial Pierre Vivoni, atracado en pleno
día en las cercanías de San Juan.
El incidente de Vivoni, asaltado mientras hacía ejercicio por una
carretera cercana a la localidad de Loíza, muestra la degradación de
la seguridad en la isla, cuyo actual superintendente, José Figueroa
Sancha, ha sido ya señalado como incapaz de poner freno a una
vorágine traducida en 515 asesinatos en lo que va de año.
La prensa apunta en la cuenta de Figueroa Sancha un número de
asesinatos que en las últimas fechas se ha visto alimentado por
varias masacres, de nuevo ajustes de cuentas atribuidos al negocio
de la venta de drogas.
Ponce, la segunda ciudad del país, fue el escenario el pasado fin
de semana de la muerte de tres personas en el mismo suceso, una de
las cuales fue rematada de rodillas mientras pedía clemencia a sus
verdugos, la gota que ha colmado el vaso para una situación que
algunos medios dicen ha sobrepasado ya los límites de lo tolerable.
Los asesinatos ya no se restringen a las dos primeras ciudades
del país, sino que se comienzan a repartir por localidades como
Yabucoa o Guayama, poblaciones relativamente pequeñas y donde
parecía hasta ahora difícil que se pudieran reproducir los problemas
de delincuencia de las grandes ciudades.
Figueroa Sancha, como reconoce la prensa, tomó las riendas de un
Departamento con deudas financiaras por pagar, equipos obsoletos y
con recortes presupuestarios provocados por el plan de ajuste del
Ejecutivo.
El jefe de la Policía ha repetido en varias ocasiones que sus
principales retos son la reestructuración y descentralización de un
Departamento que cuenta para el presente año fiscal con un
presupuesto de 700 millones de dólares.
Figueroa Sancha, al frente de un cuerpo de cerca de 17.000
policías, ha reconocido que además de afrontar el grave problema de
la criminalidad de la isla ha sufrido el reto de lidiar con los
medios de comunicación, para el que reconoció carece de experiencia.
El freno a los asesinatos y a la criminalidad en general abrió el
debate en Puerto Rico de la conveniencia de modificar el horario de
cierre de los establecimientos que venden bebidas alcohólicas como
forma de reducir la sangría de vidas humanas.
Las estadísticas policiales muestran, sin embargo, que en Puerto
Rico más del 50 por ciento de los asesinatos se producen entre las
12.00 del mediodía y la medianoche.
Las mismas estadísticas revelan que los sitios preferidos por los
criminales para delinquir no son lugares de alterne, sino la vía
pública, donde se cometen más del 60 por ciento de las fechorías.
Las masacres -cuatro en lo que va de año-, entendidas como
asesinatos simultáneos de más de tres personas, no suelen ocurrir
tampoco durante las madrugadas.
Figueroa Sancha ya advirtió que su cruzada contra la droga
incluye más mano dura, tras denunciar que en la sociedad
puertorriqueña hay falta de valores y de cooperación comunitaria.
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