¿Quién es Ángela Merkel, la mujer más poderosa del mundo?
“La mujer de hielo”, “la canciller inamovible” y hoy por hoy la mujer más poderosa de la política internacional, Angela Merkel ha asegurado tras las elecciones…
En una Europa ensombrecida por dos guerras mundiales y un conflicto silente durante la Guerra Fría, la idea de que un alemán del este llegara a la Cancillería era, cuando menos, hilarante. No sólo fue un alemán del antiguo territorio execrado por los residuos de la Segunda Guerra, sino también una mujer.
Angela Dorothea Merkel nació en Hamburgo el 17 de julio de 1954, hija de un pastor luterano quien, poco después de ella nacer, recibió un pastorado en la iglesia de Quitzow, en la República Democrática Alemana, lo que obligó a la familia a mudarse a la ciudad de Templin, a 80 kilómetros al norte de Berlín, en el lado opuesto del muro.
Angela militó en la Juventud Libre Alemana, colectivo comunista de la República Democrática Alemana y contrajo nupcias en 1977 con el físico Ulrich Merkel, de quién obtuvo su apellido que aún conserva a pesar de haberse divorciado en 1982 y vuelto a casar en 1998 con Joachim Sauer, catedrático de química en Berlín.
Merkel estudió física en la universidad de Leipzing entre 1973 y 1978 y se doctoró en la misma casa de estudios en 1986 con una tesis sobre química cuántica.
Tras trabajar dentro de la Academia de Ciencias de Berlín Este, y con la caída del Muro de Berlín en 1989, Merkel decidió entrar de lleno en la política. El día decisivo fue cuando conoció al entonces canciller Helmut Kohl, el 30 de septiembre de 1990, poco antes de la reunificación alemana.
Fue a partir de entonces cuando su carrera política aceleró vertiginosamente de la mano de Kohl. Fue ministra de la Mujer y de Juventud y llegó a ser elegida presidenta del partido Unión Cristianodemócrata (CDU) en abril del 2000, después del escándalo de malversación que sentenció la carrera de su maestro. Ejerció entonces como diputada del Bundestag (cámara baja del parlamento alemán), representando a un grupo de distritos que incluye Pomerania Occidental y Rügen, y la ciudad de Greifswald.
Según recuerda el diario El Clarín de Argentina, tras varias pugnas internas en su partido, fue designada candidata a la Cancillería en 2005, un puesto que conquistó “tras imponerse por una mínima ventaja al animal político que era el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder”.
Su elección como Canciller se vio seguida de una “coalición política” liderada por la misma Merkel, en la que partidos como la Unión Demócrata Cristiana de Alemania, la Unión Social Cristiana de Baviera y el Partido Socialdemócrata de Alemania, se juntaron para reformar la estructura política regente en un bloque centralista de carácter progresista.
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Con una nueva coalición, en 2009, Merkel se dispuso a reelegirse como Canciller en las elecciones del 2013, en las que obtuvo una aplastante victoria con el 42% de los votos a favor.
Desde entonces, su gobierno se ha caracterizado por priorizar la productividad alemana, en miras de un fortalecimiento económico y político de la comunidad europea, con una aproximación histórica a Rusia – favorecida en parte por la capacidad de Merkel de desenvolverse naturalmente en el idioma.
Presidente del G8 y del Consejo Europeo, Merkel ha impulsado la unificación europea en miras de proyectos progresistas como el Tratado de Lisboa y la Declaración de Berlín.
Esta líder ha roto con los preceptos y defraudado expectativas con una “longevidad en el poder” que ha batido récord en Europa, en especial tras ganar de nuevo el domingo pasado las elecciones legislativas, después de haber coincidido con tres presidentes estadounidenses, cuatro franceses y tres primeros ministros británicos.
Su frialdad, su discurso monótono y su brazo firme ante las decisiones, le han hecho sobrevivir con éxito a la crisis del euro, de refugiados y al ahora resurgir del populismo en Europa.
Pero sus últimas elecciones se han visto ennegrecidas por el avance de la ultraderecha alemana que ha ganado popularidad después de la apertura de las fronteras alemanas a más de 900.000 refugiados solicitantes de asilo.
Este es el nuevo reto para la mujer, según Forbes, más poderosa del mundo.
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