Vuelta al punto de partida. Cataluña vivió ayer una jornada electoral marcada por una incógnita: confirmar si los independentistas seguían teniendo la mayoría absoluta después del polémico proceso independentista que tuvo lugar en octubre, o si los unionistas sumarían la fuerza necesaria para contraponer a las fuerzas nacionalistas.

Y, con una participación histórica, de más del 82%, las urnas hablaron de nuevo a favor de las fuerzas independentistas, que sumaron 70 escaños, con el 47% de los votos.

Sin embargo, los ganadores de las elecciones fueron Ciudadanos, un partido joven, creado hace 10 años, que se ha posicionado por la unión con España y que ha sabido capitalizar los votos del ciudadano que se siente catalán y español.

Ciudadanos, bajo el liderazgo de la candidata Inés Arrimadas, fue el partido más votado, logrando 37 escaños, con un discurso que defiende finalizar con el nacionalismo y la ruptura con España, así como la apuesta por una agenda social. Ciudadanos, junto al resto de partidos no independentistas, sumarían 65 escaños.

Aunque Arrimadas no podrá optar a la presidencia de la Generalitat, el éxito de su partido es una prueba de que la población catalana se encuentra claramente dividida por la mitad. Y la fractura social seguirá expandiéndose si todo continúa como está y el nuevo  gobierno de coalición nacionalista no consigue entablar un diálogo constructivo con Madrid. Para ello , está claro, se necesita también que el gobierno español tenga voluntad de dialogar, algo que no ha hecho durante los últimos años. 

Para muchos catalanes, las elecciones de ayer fueron unas elecciones marcadas por el hecho de que algunos candidatos independentistas estén  encarcelados o en el exilio, en Bruselas, como es el caso de Carles Puigdemont, el presidente catalán cesado. Puigdemont encabezaba la lista de Junts per Catalunya, el segundo partido más votado en las elecciones. 

“Señor Rajoy, empiece a hacer política”, le espetó Puigdemont al presidente español Mariano Rajoy desde Bruselas, donde huyó junto a otros seis miembros de su gobierno después de la polémica declaración de independencia del 27 de octubre.  

 Su equipo de gobierno al completo fue destituido el mes pasado después de que el gobierno español decidiera aplicar un artículo de la Constitución que permite suspender las instituciones de poder regionales en caso de rebelión y convocar elecciones anticipadas. Tras la aplicación del artículo 155, una mitad del gobierno catalán huyó a Bruselas. La otra mitad tuvo que presentarse ante la justicia, acusados de delito de rebelión, y tener que cumplir prisión preventiva. Más tarde, fueron puestos en libertad bajo fianza, excepto el vicepresidente Oriol Junqueras, que permance encarcelado. Junqueras se presentaba como número 1 en la lista del otro gran partido independentista, Esquerra Republicana, que ayer fue la tercera fuerza más votada. 

“El independentismo ha ganado la mayoría absoluta en estas elecciones. El artículo 155 tiene que quedar suspendido mañana y los encarcelados deben salir de la cárcel”, dijo Puigdemont desde Bruselas.

Es cierto que los independentistas vuelven a obtener la mayoría absoluta en el Parlamento, aunque sea por pocos escaños. Pero también deben tomar nota: por primera vez en la historia, un partido no nacionalista gana unas elecciones en Catalunya. La población que se siente española ha salido en masa a votar. El país está dividido por la mitad. La ruptura unlitaeral con España, pues, no parece una opción muy viable. Puigdemont dice que no quiere medidas unilaterales y pide a Rajoy diálogo.  Arrimadas pide “trabajar para la cohesión” social. “Por nuestra parte, vamos a seguir trabajando para hacer de Catalunya un proyecto de todos los catalanes”, dijo, eufórica, tras confirmarse la inesperada victoria de Ciudadanos.