En 2016: La diferencia entre el éxito y el fracaso para el barrio
La temporada de elecciones para la Cámara Baja de la legislatura estatal ha llegado. Si la concejal María Quiñonez-Sánchez respalda las apuestas contra los…
En noviembre pasado hubo un escenario poco común en el Taller Puertorriqueño. Un grupo de políticos del Norte de Filadelfia se reunió en un salón estrecho para ofrecer apoyo a Puerto Rico, cuyo territorio se encuentra en crisis por las deudas. Anunciaron un plan conjunto para visitar el Congreso de los EE.UU. y hacer presión para que la isla reestructure su deuda. Eso tenía sentido. Lo que no tenía mucho sentido fueron los tres supuestos aliados que compartían el escenario –la concejal del Distrito Siete María Quiñonez-Sánchez y los representantes estatales Ángel Cruz y Leslie Acosta.
La concejal y Cruz son conocidos adversarios, cuya enemistad es tanto política como personal. La verdadera raíz de su conflicto requeriría de miles de palabras así que por ahora basta con decir que algo benigno, como compartir el escenario en sus distritos que se solapan, podría terminar en un acalorado intercambio de palabras entre los dos. Al incluir a Acosta en la mezcla la situación se vuelve aún más complicada.
Cruz, Acosta y Quiñones-Sánchez comparten un partido político (demócrata), una herencia (puertorriqueña), una ciudad (los vecindarios mayoritariamente latinos del Norte de Filadelfia) y varios problemas graves en sus distritos (pobreza extrema, desempleo y crimen, solo por nombrar algunos). Y por los últimos ocho años, han tratado de sacar el uno al otro de su puesto político.
Este año, Cruz y Acosta se presentarán para reelección en la contienda de la Cámara de Representantes.
Si Quiñones-Sánchez respalda a otros candidatos, como lo ha hecho en el pasado, podría significar que la enemistad continuará durante otro término -a expensas de los electores, según algunos críticos. Si entre los tres reparan el agravio, podríamos ver algo de unidad entre los tres legisladores latinos de mayor rango de la ciudad por primera vez en los últimos tiempos.
La historia sugeriría conflicto
En las recientes elecciones primarias de 2015, un hombre casi desconocido llamado Manny Morales retó a Quiñones-Sanchez por su escaño en el concejo. Respaldando a Morales se encontraba el grupo Latinos United for Political Empowerment (LUPE), un comité de acción política presidido, en aquel momento, por Cruz y Acosta. Quiñonez-Sánchez aseguró su reelección, pero no por un margen amplio.
¿Qué pasó?
Retrocedamos al año 2014, cuando Quiñones-Sánchez empleó una maniobra más o menos igual. Ejercitando su poder detrás de un comité de acción política llamado Latino Empowerment Alliance of Delaware Valley (LEAD), ella apoyó a cuatro candidatos –dos ex empleados de su oficina, y a su esposo — . Dos de esos candidatos compitieron contra Cruz y Acosta en la última contienda de candidatos a la Cámara de Representantes. Quiñonez-Sánchez respaldó a Danilo Burgos en la contienda competitiva cuádruple del Distrito 197, que Acosta terminó ganando. También respaldó a Quetcy Lozada en la contienda del Distrito 180, en la que Cruz fue reelecto con bastante ventaja .
Estos son apenas dos ejemplos recientes del conflicto profundamente enraizado.
Retrocedamos aun más a un escenario político familiar. Era el año 1994. El antiguo concejal Angel Ortíz postuló a otro candidato latino, Benjamin Ramos, como contendiente del antiguo representante estatal Ralph Acosta (padre de la actual representante Leslie Acosta) como candidato al Distrito 180. Los dos políticos en algún momento se habían apoyado el uno al otro, antes de que su disputa se hiciera pública. El poder cambió de manos. Los problemas continuaron.
Quiñones-Sánchez ya ha ganado tres elecciones en su distrito de concejo sin el apoyo de la máquina demócrata municipal (que respalda a Cruz), ni la mayoría de los ‘ward leaders’ de su distrito. En términos de respaldo influyente, sin embargo, obtuvo enorme preferencia entre los funcionarios en toda la ciudad. Dos exalcaldes de Filadelfia hasta han dicho que piensan que ella algún día será alcalde.
Y con cada elección las alianzas y la dinámica cambian. Quiñones-Sánchez y su exopositor Danny Savage, líder del Distrito electoral 23, ahora están en buenos terminos, de la misma manera que Cruz y Carlos Matos, 'ward leader' del Distrito Siete, unieron fuerzas tras haber sido enemigos por un tiempo.
Nadie sabe cómo caerán las cartas en los meses venideros, pero no se sorprenda si algunos nombres conocidos se unen a la contienda. Existen rumores de que Burgos y Lozada están considerando volver a competir, y eso pone el balón político de vuelta en las manos de Quiñones-Sánchez.
Un nuevo episodio o ¿un episodio repetido?
Quiñones-Sánchez tampoco visualiza un camino a la victoria para Burgos esta vez, según declaró en entrevista con AL DÍA News. Aunque no lo desalentaría de volver a la contienda, no es una situación en la que quiera encontrarse. Aun así, eso no significaría necesariamente el apoyo para Acosta. Quñones-Sánchez dijo que teme que el apoyo político pudiera conducir a una guerra aún más enredada, una que tendría un impacto negativo en las posibilidades de reelección de Acosta: “Si (Cruz y Matos) siquiera sospechan que (Acosta y yo) vamos a trabajar bien juntas, irán tras ella”.
Luego del estallido más reciente, Acosta dijo que ella acoge una nueva relación de ahora en adelante. Ambos lados aceptan que sería “una locura”, una mala opción que las únicas dos latinas electas de la ciudad continuaran en discordia. Y de acuerdo a numerosas entrevistas con candidatos, se evidencia que la división entre Acosta y Quiñones podría cerrarse un día no muy lejano, sino durante estas elecciones.
“He visto un esfuerzo como nunca he visto en otros lugares”, dijo Quiñones-Sánchez de Acosta. “Como mujer latina puertorriqueña, esperaría no ser colocada en una situación en la que la política mezquina nos obligue a estar en una lucha constante”.
La historia de Cruz y la concejal es otra completamente. Quiñones-Sánchez dijo que la única batalla en la que “entraría a ciegas” sería si Lozada quisiera volver a competir contra Cruz este año.
Si la concejal decide respaldar una apuesta en su contra, Cruz dijo que haría lo que fuera necesario. Pero también le da la bienvenida a hacer las paces.
“Si quiere unidad, que extienda la rama de oliva”, dijo Cruz.
La unidad no tiene que ser necesariamente una cuestión de darse de la mano. La tragedia de este atascamiento político es que hay tanto trabajo que hacer y tan pocos recursos para poder hacerlo. El Distrito Siete es singular en cuanto a que es uno de los únicos –si no el único- distrito de los miembros del concejo de la ciudad sin un ancla de riqueza considerable. (Lo mismo para los distritos de Cruz y Acosta). La unidad, entonces, podría significar sencillamente no pisar los pies del otro cuando intenten conseguir una oportunidad económica muy necesitada.
“No tenemos que llevarnos bien, pero tenemos que trabajar juntos para asegurar que los servicios les estén siendo proporcionados a las personas que nos eligieron”, dijo Acosta.
Y, por supuesto, al no crear una fuerte competencia los unos contra los otros.
“No estoy diciendo no a nada en particular”, dijo Cruz respecto a su relación con Quiñones-Sánchez. “No tenemos que caernos bien. Pero haz lo tuyo y no pongas a nadie en contienda contra mí. Yo haré lo mío y no pondré a nadie en contienda contra ti”.
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