El memorándum de la discordia
Donald Trump autoriza la publicación de un documento secreto que acusa al FBI de manipular información sobre el Rusiagate.
A Donald Trump no le gusta jugar, le gusta ganar.
Para confrontar las posibles acusaciones de una posible coordinación entre Rusia y su equipo electoral durante la campaña presidencial de 2016, el presidente de EE.UU ha autorizado la publicación de un documento secreto elaborado por legisladores republicanos que acusa al FBI de haber manipulado información para poder seguir investigando sobre el llamado “Rusiagate”.
Según el FBI, el memorándum, elaborado por el legislador republicano Devin Nunes, presidente de un comité de inteligencia especial de la cámara baja creado para investigar este asunto, oculta hechos importantes y contiene falsedades, por lo que ha pedido al presidente Trump que no lo difunda. Pero Trump se mantiene en sus quince en su intento por dinamitar las acusaciones que llueven sobre él acerca del Rusiagate y ha dicho que no.
La difusión pública de este memorandum, que defiende una "realidad inexacta", “pone en jaque los pilares del Estado y de la democracia”, según el diario barcelonés La Vanguardia.
Según el diario El Mundo, “la imparcialidad del informe de Nunes es nula, dado que ha tenido que recusarse de la investigación sobre el Rusiagate después de que se descubriera que estaba coordinando la investigación del Comité de Inteligencia con la Casa Blanca, “lo que equivale a decir que el fiscal estaba actuando de acuerdo con el acusado”.
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“La ofensiva de Donald Trump contra la investigación de la trama rusa arrecia al tiempo que el fiscal especial Robert Mueller avanza hacia la declaración del presidente”, observa el diario El País.
La Vanguardia, citando diversos medios americanos, interpreta que “el presidente espera que lanzar el informe ponga en la cuerda floja al número dos de Justicia, Rob Rosenstein, quien supervisa a Mueller. Según este diario, la situación se asemeja a lo ocurrido el 20 de octubre de 1973, cuando el presidente Nixon ordenó despedir al fiscal especial Archibald Coz, que le investigaba sobre el caso Watergate. En este caso, Trump ha optado por una estrategia más lenta, pero con el mismo fin. Sacarse de encima la investigación sobre el Rusiagate y acabar con la reputación del FBI.
Su estrategia ya ha hecho rodar algunas cabezas. En mayo de 2017, el Departamento de Justicia forzó el cese del director del FBI, James Comey, principal responsable de la investigación. Comey estuvo al cargo de las investigaciones de los correos personales de Hillary Clinton, que provocaron un escándalo pocas semanas antes de las elecciones presidenciales de noviembre. También estaba al mando de las investigaciones sobre los posibles contactos entre el equipo de Trump y el Kremlin.
Y el pasado lunes, presentó su dimisión el número dos del FBI, Andrew McCabe, antigua mano derecha de Comey en la investigación del Rusiagate.
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