Si existe una disciplina artística o deportiva que una a los países de habla hispana en los últimos lustros ésta es sin duda el freestyle. La improvisación entre raperos canalizada en dos grandes ligas (Red Bull y FMS) se ha convertido en un deporte y una disciplina artística que a través de Internet logra hordas de nuevos seguidores entre los más jóvenes, hasta el punto que la final fue número uno en las tendencias de YouTube durante todo el fin de semana con más de diez millones de espectadores.

Y es que pese a los insultos, las aparentes faltas de respecto y a las rencillas que perfoman en el escenario, la realidad es que todos estos jóvenes artistas latinos están muy unidos por el hecho de ser los primeros en labrarse este nuevo estilo de vida que puede definir el espectáculo del siglo XXI, aunando intereses tan globales como la competición entre países, el rap como herramienta comunicativa y los esquemas mediáticos de las grandes competiciones deportivas. No es de extrañar pues el verso de Skone en cuartos cuando le decía a Acertijo que “intentan vivir veinte en una casa que hemos construido cuatro”.

Por eso parecía que en la internacional de este año había muchos interrogantes sobre la mesa que podían certificar el futuro o la defunción de estas nuevas competiciones. Sin los habituales estadios llenos de aficionados que otorgaban el calor habitual de la competición quedaba por ver cómo serían los shows de este año. Sin embargo, imitando el estilo de burbuja de la NBA y renovándose con un escenario virtual que podía recrear paisajes virtuales alrededor de los concursantes, ha dado el golpe definitivo confirmando que el formato de streaming le viene genial a la juventud de todos los países latinos, con más de diez millones de espectadores que han estado pendientes el fin de semana replicando el vídeo principal con sus versiones con comentarios o reacciones. 

Luego había más motivos internos para las grandes expectativas. Los seguidores nacionales de los distintos concursantes estaban especialmente atentos a sus representantes desde España, México, Puerto Rico, Perú, Uruguay, Costa Rica, Colombia, Chile, Ecuador, Argentina, Bolivia y República Dominicana desde donde se celebraba la final. Pero los nervios pellizcaban sobretodo a las opciones de algunos grandes pesos por hacerse con el título de campeón por segunda vez: Aczino (México), Skone (España) y Bnet (España). 

Bnet en chanclas se enfrentó al colombiano Valles-T en una rivalidad que empieza ya a ser mítica pero fue derrotado en cuartos por la gran sorpresa de la jornada, Éxodo Lirical, que jugaba desde casa e invitaba a todos a no subestimar a los nuevos concursantes. Aczino y Skone se enfrentaron en un duro combate de estilos y escuelas de freestyle pero el jurado se inclinó por el español, que se acercaba así peligrosamente a un nuevo récord mundial.

La tensión parecía desplazar el foco de los grandes nombres a las sorpresas de la jornada que se enfrentaban en cuartos, Éxodo Lírico que venía subido por derrotar a una leyenda y el mexicano Rapder, que como un alpinista parecía escalar rima a rima dejándose más que la piel. En una sorprendente final con figuras digitales y escenarios virtuales que innovaban en el formato entre Rapder y el favorito Skone, transportados así al desierto y a un mundo helado, empezaron con brutales “beef” a sangre en el que se percibía un reto generacional y una batalla entre la fama y el underground.

Rapder, alias de Eder Ernesto Lozano Arias (1995), logró hacerse así con el cinturón de este año certificando así que el jurado respeta la escuela urbana. Él empezó a practicar este arte y deporte en la zona de Guadalajara (México) y lleva compitiendo internacionalmente desde 2016. Con su victoria se convierte así en el tercer freestyler mexicano en ganar la internacional y valida su propio camino en este formato de espectáculo que ha puesto este año otro importante eslabón en su expansión.