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Magdalena León T. Foto cedida por el equipo de comunicaciones del Foro Mundial de las Economías Transformadoras.
Magdalena León T. Foto cedida por el equipo de comunicaciones del Foro Mundial de las Economías Transformadoras.

Magdalena León T: economía feminista en la Era Trump

Magdalena León T, histórica feminista y ecologista, predica una nueva economía que ponga en el centro a las mujeres y los cuidados, no sólo de las personas,…

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Si alguna vez ha escuchado la expresión “Buen vivir”, Magdalena León T puede explicarle una o dos cosas al respecto.

Oriunda de Cayambe (Ecuador), León T es la presidenta de la Fundación de Estudios, Acción y Participación Social y coordinadora de la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía.

Pero es mejor reconocida por ser el referente internacional del paradigma alternativo al llamado “desarrollo económico”, y que ella prefiere llamarle “Buen Vivir”.

Su trabajo como asesora e impulsadora de nuevos marcos teóricos económicos y de integración le han puesto en la mesa junto con pensadores vanguardistas que pretenden transformar los modelos políticos y económicos hacia un proceso social y solidario.

Frente a la política del presidente Trump, León T defiende a las squad, y aunque no comulga con ellas en todos los aspectos, cree que pueden cambiar algo más que el debate público en Estados Unidos. 

De todo eso y de cómo llegar al Buen Vivir con mayúsculas, charlamos en esta entrevista en Barcelona. La economista visita la ciudad para participar en la alternativa al Foro de Davos: el Fórum Mundial de las Economías Transformadoras.

¿Crees que estas propuestas alternativas son posibles cuando el presidente de Estados Unidos es Donald Trump?

Tenemos que hacerlo posible. El cambio sale de nuestra experiencia y se hace potenciando las prácticas cotidianas, porque en nuestro mundo ya hay pedacitos del Buen Vivir.

Si amplificamos esos valores, son el germen de la transformación. Estamos ahora en una frontera de insostenibilidad y lo terrible es que somos conscientes, pero no capaces de dar ese salto para, a partir de lo que ya conocemos, amplificar esos pedacitos de Buen Vivir y reordenar este mundo.

¿Crees que las squad pueden ser esa alternativa feminista a Trump?

No estoy segura de hasta qué punto Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Rashida Tlaib y Ayanna Pressley son pro sistema, pero me solidarizo con ellas cuando veo este extremo de discriminación, cinismo y prepotencia por parte de Trump. 

No es casual que sean las mujeres las que salen a encararle, porque hay un umbral de dignidad que nos permite enfrentarnos a estos extremos de locura que tienen mucho de concentrado patriarcal, racista y masculino en los peores términos. 

Esta presencia desafiante de las mujeres es importante para tomar los temas sustantivos y que sean nuestros.

¿Hacia dónde crees que va el futuro? ¿Ganará el bando de Trump o el de las squad?

Es difícil porque vemos el avance de este modelo destructor y destructivo, pero también es esperanzador que haya estas nuevas presencias femeninas en muchos espacios. Eso permite cambiar agendas. Cuando hay presencia y voz, hay lugar para una agenda distinta. 

La propia presencia general del feminismo ha cambiado, antes era una mala palabra decir feminista y ahora se ha logrado sobrepasar un techo y tener un nivel de hegemonía que ha reivindicado el feminismo como positivo, como solución y no como problema. 

Es decir, no solo como aquello que nos permite denunciar cuán oprimidas somos, sino también de aquello que nos permite ver una experiencia de la humanidad que es solución, que es salida, posibilidad de cambio.

¿Cómo le explicarías a un ser extraterrestre qué es la economía feminista?

La economía feminista es pensamiento, acción y reconocimiento de la realidad. La vida ocurre desde hechos materiales en los que las mujeres estamos generando esas condiciones. 

Vemos la economía desde la noción capitalista de empresa como producción exclusivamente, pero no, la economía es la generación de bienes y servicios que son necesarios para reproducirnos, para vivir y también para producir, pero no sólo. 

La economía feminista entiende que esa visión clásica es muy parcial y hay que ponerle todo eso que le falta, el flujo de bienes y servicios también para la vida. 

En parte, el objetivo de la economía feminista ha sido revelar todo este gran sector omitido, el de las mujeres en economías pequeñas que va desde la alimentación en el hogar a los cuidados.

Durante mucho tiempo hemos entendido que la lucha feminista era incorporarse donde sólo entraban los hombres. ¿La economía feminista va más allá?

Claro, no es sólo sumarse a lo que ya estaba, a esa economía capitalista que no nos integraba. También emerge esta otra lógica que quiere transformar la economía. 

Hemos entendido que nosotras subsidiamos esta economía y la ganancia del capital con nuestro trabajo y esa idea es aún más pertinente cuando entidades como el Fondo Monetario Internacional se suman a una agenda de igualdad de género. 

¿Se volvieron feministas o es una nueva frontera de ataque para controlar también nuestras formas de vivir? El capital está más interesado en apropiarse de ese discurso para convertirlo en mercancía. No puede ser, hay que defender una alternativa a esta economía y no sumarnos nosotras a la lógica de explotación y desigualdad. 

Hay cifras y evidencias que han servido para denunciar dónde no estamos o cuál es la brecha, pero el objetivo último no es cerrar esa brecha según los códigos capitalistas y masculinos, sino transformar la economía según las pautas de la perspectiva feminista.

¿La economía feminista es solidaria? Porque es otro de los conceptos de los que hablas.

La aproximación feminista es integral, no habla solo de la economía de y para las mujeres, sino de un sistema económico basado en otros principios, entre otros, la solidaridad que ha sido un principio de nuestras experiencias. 

Toda esta idea de economía del cuidado, ¿en qué se basa? ¿por qué nosotras hacemos ese trabajo si no recibimos un pago a cambio? Hay todo un tejido social y económico que activamos las mujeres basado en la solidaridad que es el que ha permitido sobrevivir a la humanidad.

¿Una economía feminista y solidaria nos lleva a esta otra idea que defiendes del Buen Vivir?

El Buen Vivir surge en el contexto de experiencias recientes de búsqueda de alternativas en América Latina, especialmente, donde tenemos una matriz de pueblos originarios con una cosmovisión distinta. 

Esta noción de Buen Vivir sintetiza esa vertiente histórica de cómo nuestras sociedades antiguas se relacionaban entre sí con una visión más integral de la vida. Los seres humanos inseparables de la naturaleza e incluso como naturaleza, como parte de un sistema de vida que implica cuidados y equilibrios. 

Mientras el desarrollo habla de crecer y tener más, el Buen Vivir habla de compartir y cuidar la vida.

Dos tercios de nuestra vida la pasamos al cuidado de alguien.

¡Toda la vida! Somos seres interdependientes y vulnerables. El ser humano no existe sin sociedad, ni sin naturaleza, ni sin cuidados. El agua no depende de nosotros, pero nosotros sí dependemos de ella. 

El problema es que los cuidados, que deberían ser mutuos, no lo son ahora. El balance es muy desigual, las mujeres cuidamos mucho y recibimos poco. Y todos deberíamos ser cuidados y sentir la necesidad de cuidar también.