La primera vez que hablé con Édgar Ramírez fue hace exactamente un año. Yo estaba recién llegado a Filadelfia y lo primero que hice fue buscar la comunidad y el barrio donde se hablaba mi idioma, el español; esa patria grande que abarca a 20 países y que tiene más de mil años de antigüedad, como bien lo describió el escritor colombiano Fernándo Vallejo.

Alguien me había dado su número telefónico; me habían recomendado hablar con él. Yo estaba en búsqueda de historias para contar y apenas crucé la puerta del local en la calle 9 entre Washington Avenue y la calle Ellsworth –en pleno corazón del Italian Market– me encontré a un auténtico cuentero.

Édgar estaba en plena emisión de su programa  radial. Al final de la jornada, nos pusimos a hablar largo y tendido.

En cuestión de minutos caí en cuenta de que estaba conversando con uno de esos personajes que todo pueblo tiene y al que todo el mundo acude cuando quiere enterarse de algo: el historiador no oficial, el cronista que no ha escrito su primera crónica, el sabelotodo, el tipo que conoce los datos más curiosos, la fuente inagotable de conocimiento sobre la comunidad mexicana del sur de Filadelfia me había recibido y estaba ahí, presta a ayudarme a encontrar lo que estaba buscando.

Édgar llegó a Filadelfia en 2006, luego de un periplo de dos años por Nueva York. Aquí trabajó durante un año en un restaurante hasta que se cansó de perder el tiempo en cosas que no disfrutaba. Desde entonces –dice– hace “cualquier cosa para no trabajar” y lo cierto es que hace un montón de cosas.   

Originario de Santa Catalina Chinango, en el estado de Oaxaca, México, a punta de voluntad y espíritu colaborador, Édgar se ganó un puesto en el comité organizador del Carnaval de Puebla, en la mesa directiva de Puentes de Salud, puso su granito de arena en la conformación de Casa Monarca, de la organización pro-inmigrantes Juntos y en la fundación de Philatinos Radio, la emisora comunitaria y digital del sur de Filadelfia que lleva cinco años amplificando cientos de cientos de voces que suelen ser inadvertidas por los otros medios de la ciudad.

Édgar está en todo y todos saben quién es. Por eso, por su trabajo como realizador radial y como historiador no oficial de su comunidad, es finalista de la campaña I Am An American Immigrant, de AL DÍA y Cabrini University.

Creo que fue en el segundo año. Después de que terminé algunos compromisos. Dejé lo que me presionaba para relajarme y empecé a sentir que yo podía a hacer cosas. Todo fue surgiendo de manera tan natural: empecé a tener ideas, fui a algunos lugares donde me enseñaron cómo se hace un negocio, empecé a tomar cursos y dejé de encontrar resistencias.

Empecé a darme cuenta de que este lugar me agradaba. Yo estoy feliz porque siempre he dicho que aquí he hecho realidad todos mis sueños: no importa si son pequeños o grandes, simplemente se me han cumplido.

Yo creo que esta ciudad tiene muchos latinos, pero todavía no hay esa conexión, nos falta unir esfuerzos para que nuestra comunidad pueda tener un crecimiento sano, seguro, y un lugar donde nuestros niños tengan un futuro real. Cuando empecé en Philatinos, otra vez sentí que estoy en el lugar correcto.

Yo soy de una cultura mixteca que aunque tenemos geográficamente un lugar, siempre hemos sido migrantes: nos hemos trasladado al siguiente pueblo, a la siguiente ciudad para salir adelante. Hay mixtecos en todas partes del mundo.

Cuando yo vengo a EEUU, tampoco me siento fuera de lugar porque siempre he pensado que todo lo que tengo me lo he ganado: no le he quitado nada a nadie ni le estoy pidiendo nada a nadie.

Para mí ser inmigrante es aportar mucho más de lo que aportaría alguien que ya se ganó un espacio.

El aporte concreto de los inmigrantes, creo que como venimos nuevos tenemos muchas ganas de trabajar, aportamos prácticamente a todo.

En el caso concreto de los mexicanos, la sociedad estadounidense cree que ganamos mucho dinero y lo mandamos todo a México, pero pagamos renta, comemos, nos vestimos, usamos el transporte… nuestro dinero también se queda aquí. Yo siempre he pensado que aquí  se queda nuestra vida, nuestro esfuerzos, nuestros aportaciones, nuestros conocimientos, nuestra formación… y todo lo damos sin pensar mucho.

Para empezar no hablo inglés, no sabría qué decirle. Pero si tuviera un intérprete, le diría que tiene que leer mucho sobre la historia de Estados Unidos. Él siempre dice que ganar es ganar, que él no anda con medias tintas. Yo creo que tendría que replantearse sus pensamientos. Yo pensaba que como ya es  mayor tenía una sabiduría pero yo creo que no. Yo le diría que tendría que dejar la presidencia porque no está hecho para eso.