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Para “Las Gallas”, que aparecen en esta foto tomada en la Plaza de la Revolucion en La Habana, adornada con una imagen del Che, la politica y la gente de Cuba no son lo mismo

La Habana por 'Las Gallas'

El colectivo “Las Gallas”, integrado por las artistas locales Julia Lopez, Magda Martinez y Michelle Angela Ortiz, viajó en mayo pasado al Festival…

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El colectivo “Las Gallas”, integrado por las artistas locales Julia Lopez, Magda Martinez y Michelle Angela Ortiz, viajó en mayo pasado al Festival Internacional de Poesía de La Habana para presentar “Ghetto Bolero”, una obra de teatro, dirigida por Claudio Mir, que ellas mismas concibieron inspiradas en los boleros pero desde una perspectiva femenina. A continuación “Las Gallas” comparten su experiencia en Cuba.

Con la mente y el corazón abierto

Magda Martinez

En el tiempo que tomé en beber mi soda y comerme las galletas en el avión, ya estábamos volando sobre Cuba. Es mi primera vez en este país, después de un vuelo corto de 40 minutos desde Miami, y ya comienzo a comprender el encanto de esta isla a tan solo 90 millas de EE.UU. Miro por la ventana desde mi asiento en el avión de American Airlines y veo la exuberancia de las montañas y el campo. La isla más grande de las Antillas se revela ante mi. He venido a Cuba con la mente y el corazón abiertos, para recordar que como en muchas otras naciones, la política y la gente no son siempre lo mismo. 

Aterrizamos y bajamos del avión directamente hacia la pista. De repente me siento como una pequeña niña aterrizando en San Juan, Puerto Rico, con mi abuela, vestida con un atuendo especial que mi madre compró para mi hermana y para mi. El aire es espeso, fragante y caliente, y el sonido del español hace de La Habana tan familiar pero diferente. 

Estoy esperando en la fila para pasar por la aduana, en medio de un hombre y una mujer, ambos residentes estadounidenses que viven en la Florida. Conforme avanzamos, me entero que nacieron en Cuba y que en los últimos años los cubanos en EE.UU. han sido capaces de tramitar pasaportes cubanos. Me dicen que son caros, $200 dólares, y que deben ser renovados cada dos años. Yo me sorprendo y me pregunto por qué esto no ha salido antes a flote en alguna conversación. Este viaje ya me está recordando lo importante que es hablar con la gente, escucharla, aprender. 

Quiero hacer más preguntas pero tenemos que seguir avanzando así que nos deseamos suerte y decimos adiós. Julia, Michelle y yo caminamos hacia afuera, en donde las familias esperan para rodear con sus brazos a sus seres queridos. Yo recuerdo los veranos en que aprendí a hablar español, y a amar el agua azul y verde del Caribe. 

Nosotras, Las Gallas, estamos en La Habana para participar en el Festival Internacional de Poesía, que este año está dedicado a la mujer, y en el cual presentamos nuestra pieza “Ghetto Bolero”, además de llevar a cabo un taller para artistas locales sobre participación comunitaria, y participar en un panel. Todo esto en siete días. Estoy nerviosa y no puedo creer que esté aquí, reinterpretando boleros en la tierra del bolero. 

Tan pronto como salimos, conocemos a nuestro guía, Orlando, u Orly, porque después de los primeros 30 minutos no lo llamaremos Orlando por el resto del viaje. Él es nuestro guía no porque el gobierno cubano lo requiera, sino porque para obtener permiso para viajar de EE.UU. a Cuba debes ser acompañado por una persona aprobada, que debe presentar un itinerario detallado de las actividades diarias en la isla, y la visita no puede exceder una semana. Esto es solo para los estadounidenses, mientras que la gente de Latinoamérica, Europa, y el resto del mundo puede viajar libremente, rentar carros y apartamentos por periodos largos de tiempo y sin necesidad de un guía. Esta es una de mis mayores sorpresas, que el permiso para viajar no debe ser otorgado por Cuba, sino por EE.UU. 

El día pasa en un frenesí de actividades. Vamos del aeropuerto a la Plaza de la Revolución. Vemos imágenes de Martí, Fidel y Che, así como los grandes y antiguos carros por todas partes. La Habana es como un túnel de tiempo entre 1959 y el siglo XXI. Conocemos a Magia y Alexey, de  Obsesión, increíbles artistas de hip hop en Cuba; a la madre de Magía, quien vivió la Revolución; a Afrika, una increíble cantante y poeta que me recuerda a mi misma hace 15 años, y a Irasema, la primera productora que hemos conocido que transmite calma. Ella se asegura de que tengamos un espacio para ensayar, la utilería, un ‘stage manager’, luces, y unos músicos increíbles. Reina y la Real son mujeres jóvenes que están comenzando su viaje artístico así como el de la vida. Ellas están alejadas de la Revolución por una o dos generaciones. En todo momento somos tratadas como artistas respetadas. Nadie cuestiona si nuestro trabajo es real, si debería ser respetado. Al volver a casa me doy cuenta del gran privilegio que ha sido. 

Nuestra presentación en el Museo de Bellas Artes  es un éxito y la sesión de preguntas y respuestas que sigue nos permite hablar de nuestra realidad en EE.UU. La gente comenta cosas como “nunca me había dado cuenta que las letras son un poco machistas”, o nos preguntan cómo balanceamos lo trágico con la comedia. 

Carmen, la coordinadora del festival, nos hace un gran cumplido, y nos dice que hemos sido capaces de decir en una hora y media lo que le tomaría a académicos 40 páginas. Ella refuerza mi fe en las artes y en el trabajo que hacemos Las Gallas. 

Pasamos mucho tiempo aprendiendo sobre los retos del día a día de la vida en Cuba, raza, género, empleo, transporte, economía. Paso mucho tiempo pensando sobre la igualdad versus la equidad. Pienso en la igualdad que nos dice que todos somos iguales pero asume que venimos del mismo lugar, y no hace provisiones para disparidades históricas. La equidad significa lo que es justo, y eso no siempre es igual. Quiero hablar más de la equidad... para ver a dónde nos lleva la discusión. El día antes de irnos de Cuba manejamos por la provincia de Pinar del Río a una vega de tabaco, comemos, vamos al secadero en el que curan el tabaco y enrollan los puros a mano.

A la mañana siguiente le digo adiós a Orly, Magía, su madre y Afrika. Hay muchos abrazos y unas cuantas lágrimas. Sé que una parte de mí ha vuelto a despertar aquí. Mi sentido de la justicia, mi deseo de pensar, discutir, y escribir han sido reavivados. Lo que es más importante, Cuba se ha revelado a sí misma como una nación al borde de un cambio, pero que aun no está segura a qué le dará la bienvenida y qué dejará atrás. Estoy muy contenta de estar en este momento de transición. Siento que también es un momento de transición para mi. Fui a Cuba con la mente y el corazón abierto y no me decepcionó. 

 

Cuba no solo es la Revolución

Michelle Angela Ortiz

Puros cubanos, Chevys de 1950, balcones con ropa bailando al viento y la música, el sonido de las olas golpeando el malecón, imágenes de Fidel, Che, José Martí, frases de la Revolución... todas estas cosas del pasado y presente existen y están vivas hoy en La Habana. 

Cuba ha estado en mi lista de países que visitar. No solo por el acceso limitado al país, sino para ver con mis propios ojos si la isla es realmente como la presentan en los medios. ¿Son ciertos los estereotipos? ¿la gente cubana realmente vive en un ambiente de represión? ¿están en contra de Estados Unidos?

En mayo pasado tuve la oportunidad de viajar a La Habana por primera vez con Las Gallas, gracias a una invitación del Ministerio de Cultura para presentarnos en el Festival Internacional de Poesía de La Habana. A través de varios eventos de recaudación de fondos y de generosas donaciones de quienes nos apoyaron en Filadelfia, fuimos capaces de realizar el viaje, y de compartir nuestro trabajo con artistas locales e internacionales reunidos en La Habana. 

Hubo varios grupos que viajaron a Cuba, con un acceso más fácil para entrar a la isla bajo la nueva presidencia de Raúl Castro. En el vuelo había muy pocos artistas de color, y aunque nos consideran “gringas”, no nos trataron diferente. Por otra parte, ser hija de inmigrantes, hablar español, y tener consciencia social, impactó mi experiencia. 

 

Cuba no solo es la Revolución, Cuba es el Caribe, en donde dicen “mi amor”, “cariño”, en donde usan las manos para exagerar historias, hacer arte, y ayudar a otros. Esta es la Cuba que conocí con los artistas y familias con los que trabajamos y que conocimos en la isla. 

El arte está presente en La Habana en todas partes, desde los elaborados trabajos de azulejos en los pasillos hasta los murales que aparecen conforme caminamos de una calle a otra. Visitamos El Callejón de Hamel, un proyecto de arte comunitario creado en 1990 por el artista autodidacta Salvador González. El Callejón es un área de dos cuadras lleno de murales, esculturas, estudios, y en donde se llevan acabo rumbas semanales en honor de los orishas. 

Como muralista, fue una oportunidad increíble ver los variados estilos y procesos de los murales en El Callejón. Conforme caminamos por la galería al aire libre, tuvimos la oportunidad de conocer a algunos artistas locales de grabado y al mismo Salvador González. Conforme hablamos con él, nos damos cuenta que tiene una conexión con Filadelfia y que pintó dos murales en la ciudad del amor fraternal, uno de ellos titulado “Butterflies of the Caribbean” en el barrio de Norris Square, en donde viven mi compañera de Las Gallas, Julia López.

Conforme caminamos por La Habana Vieja, descubrimos el Taller Experimental de Gráfica, conocemos a artistas locales de grabado y vemos su proceso de trabajo. En 1962 el muralista Orlando Suarez fundó el taller con ayuda del Che Guevara, y desde entonces este ha jugado un rol importante en la historia del grabado en Cuba. Es ahí donde los trabajos gráficos más notables de La Habana han sido producidos apoyando así la tradición del arte del grabado en Latinoamérica, y en donde artistas locales y visitantes se reúnen todavía para crear nuevas obras.

 

Cuba en fotografías

Julia Lopez

Veo las fotografías; Magia y Alexey, de Obsesión, los ojos brillantes de los participantes durante nuestro taller en Regla, hombres bebiendo cerveza en la playa mientras las olas golpean su espalda. Yo misma ahogándome fumando mi primer puro cubano, el mural en la montaña, mi obsesión por el monumento a Jose Martí y su legado, el Castillo de los Tres Reyes del Morro, los carros de la década de los cincuenta, moros y cristianos para cenar, la plaza en la que vendían esclavos africanos, las estatuas postmodernistas en reconocimiento a sus sacrificios, Afrika cantando durante el festival, nuestra productora Irasema “Labios de Miel”, nuestra presentación de “Ghetto Bolero” en el Museo de Bellas Artes. 

Miro las fotografías. Cómo escoger entre todos los momentos. Cómo escribir sobre mis pensamientos de mi experiencias del pasado y presente en Cuba, cuando todos los recuerdos son nuevos otras vez. Miro la fotografía tomada desde el otro lado de la calle para que alcanzaran a salir las letras pintadas en la pared, “Que Viva Cuba Libre!” a lo largo de media cuadra. El calor del pavimento en La Habana, al aire, hasta el sol en Cuba es diferente, y los recuerdos son difíciles de traducir. 

 

Hace 25 años viajé a Cuba con Pregones Theater al Festival Nacional de Teatro Camagüey y pasé dos días en La Habana. Era una Cuba de raciones y líneas infinitas para las necesidades básicas. Yo era una típica estadounidense, ignorante de los conflictos internacionales. Sostuve una gran cantidad de conversaciones sobre la vida en Cuba, y obtuve información de múltiples perspectivas, incluyendo un grupo de niños cubanos de tercer grado en la piscina del hotel, que estaban más informados sobre el mundo que yo. Al final aprendí lo que significaba ser una puertorriqueña nacida en EE.UU. que creía que tenía que defender lo que era mi derecho innato y mis nuevas perspectivas del colonialismo. 

De vuelta al futuro, Cuba 25 años después, invitada a presentar “Ghetto Bolero”. No hay tiempo de reflexionar sobre los carros nuevos, La Habana vieja recientemente renovada, los CUCs, la moneda creada para cambiar dólares, o el conductor de la van que se queja de “la gente que abusa de la ayuda del gobierno”! No hay tiempo de desglosar los síntomas del capitalismo y los residuos del colonialismo. 

Irasema y Magia anticipan nuestra llegada y especulan sobre la respuesta del público. Nuestra presentación ofrece una visión distinta de los boleros, y rompe con la tradición de los hombres que los escribieron y cantaron desde su punto de vista. Ghetto Bolero cuenta la historia de mujeres que son ridiculizadas cuando logran enfrentar a los hombres cuando toman, que desean a los hombres que son peligrosos e inalcanzables, así como a las chicas que son brutalizadas por tratar de encontrarse a sí mismas y un santuario en las calles.