LIVE STREAMING
La verdad es que, entre los economistas, no hay consenso sobre el papel de las tasas fiscales para explicar el crecimiento económico. Algunos economistas apoyan el enfoque de Hassett; otros, no.
La verdad es que, entre los economistas, no hay consenso sobre el papel de las tasas fiscales para explicar el crecimiento económico. Algunos economistas apoyan el enfoque de Hassett; otros, no.

[OP-ED]: Recortes fiscales y crecimiento económico

Aumentar la deuda para financiar recortes fiscales para electorados favorecidos, tal como proponen los republicanos, no es un ejercicio de economía hábil.

SHARE THIS CONTENT:

“¿Tenemos alguna prueba histórica de que bajar las tasas fiscales, particularmente entre los estratos más ricos, genere crecimiento económico, como los republicanos siempre predicen? ¿Ha funcionado alguna vez?”

Un lector

La respuesta es “no”. Ahora que el Congreso encara la reforma fiscal, realmente no tenemos pruebas históricas concluyentes de la relación entre las tasas fiscales y el crecimiento económico. Sin duda, hay una abundancia de estudios, pero son de dos tipos diferentes que -al menos superficialmente- se contradicen.

El primer enfoque compara las tasas fiscales con conductas individuales, que serían positivas o negativas para el crecimiento económico. Las tasas fiscales más bajas ¿estimulan, en realidad, la actividad empresarial y las inversiones comerciales? La respuesta, dicen algunos de estos estudios, es “sí”. Los impuestos más bajos alientan conductas pro-crecimiento; los impuestos más altos hacen lo opuesto. Se supone que el crecimiento económico general se beneficia o sufre.

Ése es el enfoque que vende el gobierno de Trump cuando propone que las tasas fiscales corporativas se reduzcan del 35 por ciento al 20 por ciento. El resultado será un aumento de inversiones comerciales, que a su vez elevará los salarios de los trabajadores norteamericanos, dice Kevin Hassett, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Trump.

Cuando las empresas invierten más en computadoras, software y otros avances tecnológicos, los trabajadores se vuelven más productivos. Como son más valiosos, sus salarios se elevan. Hassett predijo -de forma controvertida- que la promulgación del recorte fiscal corporativo de Trump podría resultar, quizás en un período de tres a cinco años- en un aumento salarial de 3.000 a 7.000 dólares para familias de ingresos medios (59.000 dólares en 2016). Un aumento salarial de 3.000 dólares representaría un avance del 5 por ciento.

Seamos escépticos, advierte el segundo tipo de estudio. En lugar de examinar el efecto de los impuestos sobre conductas individuales (por ejemplo, el espíritu empresarial), compare las tasas fiscales con el crecimiento económico general de la economía (producto bruto interno). Las tasas fiscales más bajas ¿causan, en realidad, un crecimiento más rápido del PBI? Un estudio prominente realizado por la economista Jane Gravelle, del Congressional Research Service, halló poca conexión.

“[Ese estudio] sugiere que los cambios pasados no tuvieron efectos grandes claros sobre el crecimiento económico,” concluyó Gravelle. El crecimiento económico más rápido no se asoció con tasas fiscales más bajas ni el crecimiento económico más lento se asoció con tasas fiscales más altas. El ejemplo más elocuente es el de los años 1950, cuando la tasa tope de ingresos personales promedió casi un 85 por ciento, más de dos veces de la tasa tope actual del 39,6 por ciento. Aún así, el crecimiento anual del PBI promedió un 4 por ciento en los años 50 comparado con un promedio reciente de alrededor de un 2 por ciento.

Eso no significa que los impuestos no tengan un efecto económico. Pero esos efectos a menudo se ven acosados por otras influencias. El crecimiento económico es un proceso increíblemente complejo. Aparte de las políticas gubernamentales, he aquí otros factores que determinan el crecimiento económico: las nuevas tecnologías, el ciclo económico, la calidad de gerentes y trabajadores, los cambios demográficos (el ingreso de la mujer en la fuerza laboral; una población que envejece) la competitividad de los mercados; la inflación… y muchos otros factores.

Los años 50 mostraron ese proceso en la práctica. Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo un tremendo embotellamiento en la demanda de automóviles, electrodomésticos y viviendas, causado por las interrupciones de la Gran Depresión (1929-1939) y la Segunda G.M (1941-1945). En forma similar, las nuevas tecnologías estaban esperando que las explotaran: las fibras sintéticas, los aviones de pasajeros, la televisión. Dada la destrucción de la guerra, Estados Unidos dominó el comercio mundial. Todas esas fuerzas impulsaron la economía.

Algunos defensores de las tasas fiscales más bajas exageran su defensa. Como muchos otros antes de ellos, Trump adjudicó a los recortes fiscales de Ronald Reagan la fuerte economía de la década de 1980. En el mejor de los casos, es una exageración inocente. El verdadero catalizador del auge de los años 80 fue la conquista de la inflación de dos dígitos, que cayó de un 13 por ciento en 1980 a un 4 por ciento en 1982. Eso redujo las tasas de interés e infló un mercado de valores alcista.

La verdad es que, entre los economistas, no hay consenso sobre el papel de las tasas fiscales para explicar el crecimiento económico. Algunos economistas apoyan el enfoque de Hassett; otros, no.

El más crítico fue Lawrence Summers -Secretario del Tesoro bajo el presidente Clinton y en un momento alto asesor del presidente Obama- quien, en una serie de virulentos comentarios, desechó el análisis de Hassett como incorrecto y como una justificación de un regalo para los ricos, que son dueños de la mayor cantidad de acciones. Las empresas tienen gran cantidad de efectivo para financiar nuevas inversiones, dice Summers. Si no invierten, los recortes fiscales agregados no modificarán sus mentes.

La falta de consenso no significa que no debamos hacer algo. Un código fiscal con menos preferencias fiscales (es decir “exenciones” o subsidios) sería más simple y dejaría más decisiones comerciales libradas a los mercados y no a los planificadores fiscales. Hasta podría incentivar el crecimiento económico más rápido.

Pero es esencial que las tasas fiscales más bajas se logren acabando con las preferencias fiscales, en lugar de con más préstamos. Aumentar la deuda para financiar recortes fiscales para electorados favorecidos, tal como proponen los republicanos, no es un ejercicio de economía hábil. Es una cuestión política de máximo de cinismo.

TAGS
  • reforma fisca
  • elecciones
  • republicanos