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Arriba, de izq. a der.: Nelson Díaz y Ken Trujillo; abajo, de izq. a der.: Lynne Abraham y Anthony Hardy Williams.

La política, al estilo Filadelfia

Al 15 de enero, el 50 por ciento de los candidatos demócratas a la alcaldía de Filadelfia es latino.

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Al 15 de enero, el 50 por ciento de los candidatos demócratas a la alcaldía de Filadelfia es latino. 
Si no cree que esto es significativo, no ha estado prestando atención.
Uno de los candidatos latinos para alcalde, Nelson Díaz, es parte de la gloriosa comunidad puertorriqueña, que — al día de hoy — nos ha conferido a toda nuestra representación latina en la municipalidad y en el estado (actualmente, María Quiñones-Sánchez en el concejo municipal; Ángel Cruz y Leslie Acosta en el poder legislativo estatal). El otro candidato latino, Ken Trujillo, procede de la segunda comunidad latina más grande en la ciudad –los que tienen herencia cultural mexicana—un grupo que hasta ahora empieza a aumentar su participación política con profesionales como Trujillo y el director de política de su campaña, Fernando Treviño, en primera línea. 
El hecho que tanto Díaz como Trujillo se presentaron a la elección nos dice una cosa: que los Latinos de Filadelfia dijeron no más a ser ignorados políticamente. Ya no más.  
El mismo día en que Díaz anunció su candidatura en el norte de Filadelfia, en la sección de la antigua ciudad de la municipalidad, el Fiscal General de los EE.UU. Eric Holder, el alcalde de Filadelfia Michael Nutter, el Comisario de la policía Charles Ramsey y el Fiscal para el distrito Este de Pensilvania Zane David Memeger se reunieron con miembros selectos de la comunidad de Filadelfia para hablar sobre cómo crear confianza entre la comunidad y la policía. Ni un solo miembro latino de la comunidad se encontraba en esa mesa de reunión.
Cuando Arturo Varela, periodista de AL DÍA, quien estaba cubriendo la reunión, preguntó sobre esta obvia omisión, la nerviosa ayudante se veía mortificada y consultó con otra organizadora. Luego ella volvió, le mostró a Varela un mensaje de correo electrónico en el que se invitaba a una latina a la reunión. Una. En la ciudad en la que el 13 por ciento de la población es latina, y en la que nuestra comunidad está sujeta a altos índices de detención y registro, la fuerza excesiva (el caso de Aida Guzman –Teniente Jonathan Josey), son objeto de extorción con impunidad aparente (agentes de la policía versus los bodegueros) y perfilados racialmente (colaboración de la policía con el Servicio de Inmigración y Aduanas –ICE por sus siglas en inglés). 
Nutter, por cierto, en una respuesta descaradamente insincera a la pregunta de Varela, dijo que él “no verificó el origen étnico de todas las personas”. Buuueno, pues. ¿Qué tal si invita a algunas personas que SÍ son latinas? ¿Qué tal si recurren a esas organizaciones comunitarias que tratan más directamente con la desconfianza y temor a la policía tanto en la comunidades latinas de inmigrantes como de no inmigrantes en la ciudad? ¿Cuán difícil sería?
El “encogimiento de hombros de Filadelfia” es lo que me fastidia. Aún por parte de los líderes políticos.
Pero no son solamente Nutter y los organizadores de eventos del Departamento de la Justicia. ¿Quién podría olvidar que el año pasado, en una entrevista con el Philadelphia Inquirer, el representante Bob Brady, presidente del Comité municipal demócrata de Filadelfia, dijo esencialmente que los latinos contaban con suficiente representación con dos (en ese entonces) latinos ocupando puestos políticos –Quiñones-Sánchez en el Consejo municipal y Cruz en el poder legislativo de Pensilvania?  
Los medios de la ciudad han publicado la cobertura de los candidatos a alcalde a toda máquina, pero una cantidad deplorablemente pequeña de esta cobertura tiene que ver con el 50 por ciento de la lista de candidatos oficiales que es Latino. El análisis de Philadelphia Magazine de la  angustia sindical municipal sobre la lista de candidatos realmente no afirma la opinión de Trujillo sobre ningún tema importante para los diferentes sindicatos, por ejemplo, y en vez nos ofrece una cita de un líder sindical que no sabe quién es él. (En una publicación subsiguiente de Philly Mag, el mismo líder sindical le ruega al Contralor municipal Alan Butkovitz –quién no es un candidato—que reconsidere porque no hay nadie más que sea “calificado”). 
Es difícil no escuchar eso de “no calificado” como un código –se ha usado tan frecuentemente para desestimar lo que aquellos de nosotros con acentos, apellidos latinos fácilmente identificables o piel morena tenemos que decir, sin importar cuán bien razonado, investigado y articulado. Es difícil pensar que alguien consideraría a Díaz y Trujillo, ambos con años de experiencia de servicio público en cargos políticos, como carentes de competencias suficientes.  
El hecho es que en la Filadelfia de hoy, un sin número de micro-agresiones públicas conspiran para hacernos “extraños” a la ciudad, aun cuando nacimos y nos criamos aquí, o hemos vivido aquí durante décadas. Desde nuestra exclusión del evento Holder, a la falta de verdadera atención prestada a los candidatos latinos, hasta el hecho de que en un artículo que de lo contrario hace sentir bien hermanos educadores que apareció el 16 de enero en el Daily News, el escritor Solomon Leach se refirió equivocadamente a los puertorriqueños como “inmigrantes” cuando de hecho con ciudadanos estadounidenses de nacimiento…
Los conocedores ya dictaminaron que las probabilidades no están a favor ni de Trujillo ni de Díaz, y sin embargo aunque ninguno de los dos termine siendo el candidato demócrata para la contienda para alcalde, como latinos de Filadelfia ya hemos ganado a lo grande. 
No puedo dejar de pensar en la anécdota del fotógrafo David Cruz, quien cubrió la muerte a golpes de Luis Ramírez en Shenandoah, Pensilvania para AL DÍA hace varios años. Me dijo que cuando el equipo de reporteros llegó a Shenandoah, algunos de los residentes que los vieron –ingresar al centro de la ciudad desde las afueras donde habían estacionado el automóvil de AL DÍA— regaron la noticia. “Ya vienen los latinos”, susurraron los residentes entre ellos para que los que mandan en el pueblo escucharan y supieran sobre su llegada. 
Los latinos no llegan a Filadelfia, ya estamos aquí. Y como los que mandan en el pueblo de Shenandoah sin duda entendieron de los susurros alarmantes, nuestra llegada (de repente visible) señala que las perspectivas latinas, las inquietudes y voces latinas, nuestra presencia aquí y ahora en el centro de Filadelfia ES la nueva narrativa de Filadelfia. Los miembros de nuestras comunidades latinas vitales, vibrantes y determinadas la están escribiendo y, por mi parte, estoy agradecida con Trujillo y Díaz por poner a la clase política de la municipalidad en sobre aviso.