Como si de crímenes de guerra se tratara, el presidente Trump ha insinuado que podría perdonar al ex sheriff del condado de Maricopa (Arizona), Joe Arpaio, durante su último y controversial discurso en Phoenix.

Según reportó CNN, la Casa Blanca tendría listos los papeles para otorgar el perdón al ex sheriff, cuando el presidente Trump así lo desee.

Para el presidente, Arpaio estaba sencillamente “cumpliendo con su trabajo”, al perseguir de manera implacable a los inmigrantes hispanos, adoptando medidas extremistas y racistas, como detener a los conductores basándose únicamente en sus rasgos físicos.

Durante su campaña presidencial, Trump alabó el trabajo de Arpaio, a quien catalogó de “gran patriota estadounidense”, que “ha protegido a gente de crímenes y ha salvado vidas”.

Pero Arpaio fue mucho más allá con su “labor patriótica”. Durante su gestión como sheriff de Maricopa entre 1993 y el 2016, diseñó un modelo de “cárcel temporal”, conocido como “La Ciudad de las Carpas” en el desierto de Arizona; un moderno campo de concentración en mitad de la nada, donde los prisioneros eran sometidos a una condena al aire libre bajo extremas temperaturas.

Este campo recibía una cantidad importante de inmigrantes indocumentados detenidos en intensas operaciones de persecución, y que fueron obligados a vestir uniformes a rayas y ropa interior rosada, una prenda que se transformó en estrategia de recaudación de fondos para la asociación del sheriff Posse.

El espectáculo circense de Arpaio redefinió la humillación a los inmigrantes indocumentados y ahora el presidente Trump pretende transformarle en el héroe reivindicado de su gobierno.

No importa que Arpaio haya desobedecido una orden judicial al continuar su caza ilegal de inmigrantes indocumentados; tampoco importa que haya malversado fondos o violado los derechos humanos a decenas de prisioneros en su Ciudad de las Carpas. Para el presidente Trump, lo único que importa es que Arpaio es uno de los pocos funcionarios públicos que ha seguido al pie de la letra su sueño de purga racial en Estados Unidos.

Trump adelantó que Arpaio “estará bien”, insinuando que le perdonaría los cargos desde su autoridad como presidente, lo que ha sido percibido como un apoyo frontal y oficial al racismo y la supremacía blanca, como declaró Carlos García, líder de la organización Puente Arizona.

Después de su fallido manejo de la circunstancia en Charlottesville, el desempeño del presidente es cada vez más desastroso, sobre todo en su capricho por presentarse como un hombre que desconoce el racismo. El perdón al sheriff Joe será la prueba definitiva de un gobierno descaradamente racista, y dará luz verde al resurgir de la peligrosa supremacía blanca.