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Isabel Allende. Photo: Jessica Chou The Sunday Times.
Isabel Allende. Photo: Jessica Chou The Sunday Times.

La responsabilidad de ser Isabel Allende, una escritora “visible”

La chilena acaba de recibir el premio Liber 2020 que otorgan los editores españoles a la autora hispanoamericana más destacada.

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Hace unos cuatro años hubo una intensa polémica en España por la reedición de Reencuentro de personajes, de la escritora mexicana Elena Garro. En el faldón promocional podía leerse lo siguiente: “Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges”.

Es decir, la editorial definió a Garro no como una de las grandes escritoras de su tiempo sino como una mujer relacionada con hombres insignes. 

La publicidad fue retirada a los pocos días. 

Aunque pueda sonar del siglo pasado y muchas personas se echaron la mano a la cabeza cuando ocurrió, lo cierto es que este incidente expresa muy bien la invisibilidad de las autoras del llamado ‘boom latinoamericano’, eclipsadas por sus colegas varones como García Márquez, Cortázar o Vargas Llosa, de los que huelga decir que tampoco se caracterizaron por ser muy feministas ni muy paritarios, ni siquiera aliados de las mujeres. 

De todas las autoras del boom, entre las que se encuentra Garro o la soberbia autora brasileña Clarice Lispector, sólo una de ellas pasó por ser “la mujer del boom”, y esa fue Isabel Allende. La única invitada de cortesía a ese club selecto y cansinamente varonil. 

El motivo parece haber sido el éxito de su primera novela, La Casa de los espíritus, publicada en 1982. 

La autora explicaría que empezó a escribirla durante su exilio en Venezuela, un 8 de enero, como una larga carta a su abuelo que entonces estaba a punto de morir en Chile. Pero conforme la carta se alargaba acabó siendo un manuscrito de 500 páginas. 

A partir de entonces, Allende empieza una nueva novela cada 8 de enero y esa mezcla de disciplina y superstición le ha funcionado muy bien, convirtiéndose por méritos propios en la autora en español más leída del mundo. 

Además de sacudirse la sombra machista que se cierne sobre las mujeres autoras porque, ¿quién puede cosificar, amordazar o ridiculizar a alguien que ha vendido 75 millones de ejemplares de sus obras?

Tras haber recibido recientemente el Medallón de Excelencia del Congressional Hispanic Caucus Institute, en Estados Unidos, país donde Allende reside desde hace años, ahora los editores españoles la acaban de reconocer con el premio Liber 2020 en honor a toda su carrera. Un galardón -no espero que se sorprendan - que ha sido mayoritariamente entregado a autores hombres.

El premio valora también “su esfuerzo por llegar a autores de todo el mundo y de todas las edades con diferentes géneros que van desde la autobiografía hasta la ficción, en los que se incluye la descripción de acontecimientos históricos importantes”.

Nos guste Isabel Allende o no, su obra es un puente tanto entre culturas como con el pasado, y prueba de ello es su última novela, Largo pétalo de mar, que la chilena se encuentra promocionando en su versión inglesa y está basada en la historia de los refugiados de la Guerra Civil española que llegaron a Chile en 1939, a bordo del Winnipeg. 

El próximo noviembre, Allende publicará Mujeres del alma mía, un ensayo autobiográfico sobre su historia como feminista, y las mentes curiosas quieren saber: ¿Hablará de esas otras mujeres olvidadas del boom? 

Una gran fama conlleva una gran responsabilidad, ¿o no era así lo que siempre repetía Spider-Man?