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La Presencia Hispana en los Estados Unidos

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En el año 1968, el Congreso de los Estados Unidos autorizó al Presidente Lyndon B. Johnson para proclamar y celebrar una Semana Nacional de la Herencia Hispana.  En 1988 el Congreso extendió la celebración a todo un mes, entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, para rendir homenaje a todos los que, viviendo en los Estados Unidos,  hunden sus raíces históricas y  sociales en la cultura procedente de España, en América Central, América del Sur y el Caribe. 

El término "hispano" fue acuñado por el gobierno federal en el censo del año 1970 y se refiere a las personas nacidas en un país de habla hispana en las Américas o de aquellos que tienen sus orígenes ancestrales en España o en territorios españoles. El término hispano es un término ambiguo pero necesario cuando se habla de razas y de grupos lingüísticos.

La fecha del 15 de septiembre fue escogida porque en ella cinco naciones latinoamericanas celebran su independencia: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua; pero, además, porque México y Chile celebran su independencia el 16 y el 18 de septiembre respectivamente.

La presencia hispana en los Estados Unidos y su legado social y cultural se remontan a tiempos anteriores a la fundación de Plymouth en el 1620. En esa fecha, ya Santa fe celebraba su primera década y San Agustín, en la Florida, celebraba su 55 aniversario de fundación. Los asentamientos hispanos se desarrollaron en el suroeste del territorio de los Estados Unidos, en la costa del Golfo de México y en la Florida. Un 10% de los hispanos actualmente residentes en los Estados Unidos hunden sus raíces ancestrales en aquellas fechas, acontecimientos y asentamientos.

Especial mención merece la población puertorriqueña presente en esta Nación. Los puertorriqueños no migraron hacia los Estados Unidos. Ellos fueron absorbidos durante la expansión americana a finales del siglo XIX y recibieron, luego, la ciudadanía americana en 1917. Posteriormente, la depresión económica y las dos guerras mundiales forzaron a muchos puertorriqueños a dejar la isla en búsqueda de mejores oportunidades en los Estados Unidos. El estatus actual de Puerto Rico como Estado Libre Asociado aun se presta a confusiones al interior y fuera de la comunidad puertorriqueña y produce una indefinición del status y nacionalidad de los puertorriqueños quienes entre los anglo-norteamericanos son vistos como hispanos y entre los hispanos, muchas veces, percibidos como estadounidenses.

Los cubanos también son una excepción a la regla migratoria. La mayoría de los cubanos llegaron a los Estados Unidos en calidad de exiliados políticos después  que se implantara el régimen comunista de Fidel Castro en la isla. En la actualidad, residen en los Estados Unidos más de 2 millones de cubanos. Grupo que, entre las comunidades hispanas, destaca por tener más educación y mayor capacidad de productividad económica. La ciudad de Miami ha sido enormemente influenciada y transformada por la presencia cubana. La contribución de este grupo se ha hecho sentir en el ambiente político, cultural y académico de los Estados Unidos.

Hoy, los hispanos constituyen la minoría étnica mayoritaria en la Nación Norteamericana (por encima de los afro-americanos y de los nativo-americanos) y contribuyen a la enorme diversidad socio-cultural de los Estados Unidos con su herencia cultural en el campo de las artes, de la comida, de la música, etc., además de su invaluable participación en la vida económica como insustituible fuerza de trabajo y progreso.

En 1950, la presencia Hispana en los Estados Unidos era menor a los 4 millones de residentes. Para el 1 de julio de 2009, la población de origen hispano presente en los Estados Unidos sumaba, según la Oficina Nacional del Censo Poblacional 48.4 millones; lo que constituye el 16% del total de la población de la Nación, además de los 4 millones de hispanos residentes en la Isla de Puerto Rico. Cerca del 50% de los hispanos de Estados Unidos tienen su origen en México. El otro 50 % viene de distintos países del continente Americano, tales como: El Salvador, República Dominicana y Colombia. El 36% de los hispanos en los Estados Unidos viven en California. Varios estados tienen una población hispana mayor al millón de habitantes. Estos son: Texas, Illinois, Florida y Nueva York. En otras palabras, después de México, con sus 111 millones de habitantes, los hispanos residentes en los Estados Unidos somos, por el numero, la segunda nación hispana en el Continente Americano.

En el campo político, son 9.7 millones los votantes de origen hispano y son hispanos, en el Congreso de los Estados Unidos, 2 Senadores y 34 Diputados. En los 50 Estados de la Unión Americana hay un Gobernador hispano en el Estado de Nuevo México y los Alcaldes hispanos, al frente de ciudades estadounidenses, sobrepasan los 20. De otra parte, 1.1 millón de hispanos son veteranos de las fuerzas armadas, 1 de los 9 jueces vitalicios de la Corte Suprema de Justicia es de origen hispano y 3 ministros del actual Gobierno son, también, de origen hispano.

Todos estos datos estadísticos dan una somera idea del crecimiento cuantitativo y cualitativo de la presencia de las comunidades hispanas en territorio de los Estados Unidos. Una de las razones del crecimiento vertiginoso del mundo hispano se debe a la masiva inmigración que se ha desarrollado en las últimas dos décadas. Otro factor, es la tasa de nacimiento de los hispanos, mucho más alta que la de los norteamericanos.

El vertiginoso crecimiento de los números habla por sí solo de la magnitud e importancia que ha cobrado, especialmente en los últimos tiempos, el fenómeno, el acontecimiento y la presencia hispana y de lo hispano en los Estados Unidos. El peso de estos números debería ser razón suficiente para cambiar el estado de cosas de la sociedad norteamericana con referencia a las comunidades hispanas presentes. Sin embargo, la situación de la población  hispana en los Estados Unidos, en términos generales, ha empeorado. El debate nacional sobre las leyes migratorias pone de manifiesto los prejuicios, la discriminación, el maltrato y el racismo latentes y no siempre discretos ni tácitos.

En esta panorámica de la presencia hispana ha jugado papel importante la Iglesia Católica en los Estados Unidos que, ya desde los años 50 se planteó el fenómeno de las migraciones en general y el de la migración hispana a los Estados Unidos en particular como el más grande desafío a su tarea evangelizadora, pastoral y misionera, por lo que se funda la primera oficina para servir a los inmigrantes de origen hispano en la arquidiócesis de San Antonio, Texas. A comienzos de los años 70, la Conferencia Episcopal funda una oficina nacional para responder a las necesidades de los católicos hispanos. En el año 1970, Monseñor Patricio Flores, de San Antonio - Texas, fue nombrado primer obispo hispano en los tiempos modernos. Desde ese nombramiento hasta el presente, son ya 43 los obispos de origen hispano. En la actualidad, Monseñor José Gómez, arzobispo coadjutor de Los Ángeles,  es el prelado hispano de mayor presencia en la Iglesia de los Estados Unidos debido a que la Arquidiócesis de Los Ángeles es la sede arzobispal más grande en el país. 

La Iglesia Católica ha tratado de cumplir con el encargo de ser "Madre" que acoge y acompaña a los inmigrantes de habla hispana en el difícil proceso de desarraigo-adaptación que implica toda migración. Son valiosos los esfuerzos realizados por la Iglesia Católica, como paladín y pionera, en el seno de las comunidades hispanas para integrarlos y hacerlos ser y sentir parte importante de la Iglesia Católica en los Estados Unidos, invitándolos a la comunión. Son buena prueba de estos esfuerzos las convocatorias a 3 grandes consultas nacionales. La primera, desarrollada en 1972, llamada Primer Encuentro Nacional de Pastoral Hispana. La segunda, en 1977, llamada Segundo Encuentro Nacional y la tercera, en 1985, llamada Tercer Encuentro Nacional. La Iglesia ha organizado y realizado otras consultas y celebraciones hispanas históricas como fue la llevada a cabo en la celebración del jubileo del año 2000. En todo el país, el mundo de habla hispana cuenta con oficinas dedicadas al ministerio hispano en más de 100 diócesis. También existen oficinas regionales, institutos pastorales, escuelas de lengua, etc. Sin dejar de mencionar el hecho que hoy, en todas las sedes episcopales importantes del país, a un pastor (párroco u obispo) se le pide no desconocer la presencia hispana y aprender y hablar la lengua de Cervantes para que pueda insertarse, presidir y realizar gestos y tareas pastorales próximas y favorables para esta nueva y rica presencia hispana en el seno de la Iglesia Católica y en la sociedad norteamericana. Así, sacerdotes de origen irlandés, italiano o de otras etnias que trabajan en Estados Unidos han dado ejemplo con el aprendizaje del español para poder atender a los inmigrantes católicos de habla hispana.

Por décadas, la Iglesia Católica - sacramento de la misericordia de Dios revelada en Cristo para el mundo - ha luchado, hombro a hombro,  junto a los campesinos de este país reclamando sus derechos civiles; se ha transformado en la voz de los sin voz para los inmigrantes indocumentados y ha hecho grandes esfuerzos para educar en las escuelas parroquiales a los hijos de los inmigrantes. En los centros urbanos (especialmente en los guetos) que han padecido periodos de decadencia y desolación muy grande y en los que todo ha sido abandonado, sólo la Iglesia ha permanecido con sus templos, sacerdotes, escuelas y servicios sociales. 

La Iglesia de España ha enviado en el pasado a más de 1,500 sacerdotes de origen español a misionar en distintas diócesis del país y aumenta cada año el número de sacerdotes hispanos que se integran al clero de la Iglesia Católica de los Estados Unidos para atender más y mejor a la comunidad hispana en sus necesidades pastorales. También el número de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa de hispanos nacidos en esta Nación está creciendo paulatinamente por lo que los seminarios cuentan hoy con una importante cifra de candidatos hispanos al sacerdocio. El año pasado la Iglesia Católica en los estados Unidos ordenó a más de 150 sacerdotes de origen hispano. 

Hoy la Iglesia católica presente en los Estados Unidos se encuentra  en una nueva realidad: la del multiculturalismo, lo cual genera un nuevo perfil, plantea nuevos y enormes retos pastorales y exige nuevas y audaces respuestas para la tarea evangelizadora de la cultura y las culturas. Hasta hace unas pocas décadas, la Iglesia Católica en esta Nación fue de origen blanco-europeo.  Hoy el 40 % de los católicos en los Estados Unidos es de origen hispano y en muy pocos años la Comunidad Católica Hispana será la mitad del catolicismo en los Estados Unidos. Esto significa que el rostro de la Iglesia en suelo norteamericano ha cambiado y seguirá cambiando, dadas las fuertes oleadas migratorias tanto de América Latina como de África y de Asia. Para responder de la manera más adecuada a estos cambios y desafíos se ha creado una oficina dedicada a investigar la diversidad cultural en la Iglesia en el seno de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.

Con el paso de los años y el acelerado crecimiento del fenómeno migratorio, especialmente hispano, a los Estados Unidos, la Iglesia va renovándose, y va buscando y encontrando nuevas respuestas para servir al mundo de los inmigrantes y a estas nuevas comunidades que se anclan en el corazón de la Iglesia. Entre muchas de las respuestas que la Iglesia está formulando, proponiendo y concretando, figuran - por ejemplo - la creación de colegios universitarios para personas de habla hispana como el Mexican American Catholic College, en San Antonio - Texas y otros centros de educación superior fundados especialmente para dar servicio al mundo de habla hispana. Además, surgen otras iniciativas eclesiales como centros pastorales, escuelas de liderazgo, centros de estudios bíblicos, etc. Las casas editoriales cada vez hacen más publicaciones bilingües o en español y, en el campo educativo se crean currículos para las escuelas católicas o los programas de educación religiosa para hispanos. Crece el número de movimientos apostólicos hispanos y de nuevas organizaciones y asociaciones de carácter hispano.

Una de estas nuevas organizaciones, fundada por el Arzobispo José Gómez, es Catholic Association of Latino Leaders (CALL por sus siglas en ingles). Asociación que se funda para convocar a los profesionales de origen hispano en los Estados Unidos. La Iglesia ha desarrollado una tarea ingente en el mundo de los pobres, los inmigrantes, los marginados y - por el apremio de atender urgentes necesidades materiales y sociales – se ha olvidado o abandonado pastoralmente la presencia creciente y robusta del mundo profesional de origen hispano en los Estados Unidos: abogados, médicos, contadores, catedráticos, empresarios, etc. que no están ni identificados ni convocados por la Iglesia, sus pastores y sus programas pastorales. Monseñor José Gómez vio la necesidad de alcanzar a este mundo profesional que puede contribuir con sus talentos y experiencias a cambiar el tono del debate público sobre lo hispano en los Estados Unidos, por lo que CALL nació para ser una asociación de profesionales al servicio de la Iglesia Católica y de sus enseñanzas, en comunión con el colegio de los obispos en los Estados Unidos y su magisterio, con absoluta lealtad a la Santa Sede y al sucesor de Pedro.  

Como todo desarrollo histórico, este inédito proceso migratorio del mundo hispano a los Estados Unidos enfrenta al interior de la misma comunidad o comunidades hispanas y desde el exterior un  sin número de dificultades actualmente en la palestra pública. La integración – que no la asimilación – de la Comunidad Hispana a la sociedad, a la cultura norteamericana y a la Iglesia Católica en los Estados Unidos enfrenta grandes retos y desafíos internos y externos y va aconteciendo entre luces y sombras. Las luces están dadas por la acogida de algunos sectores de la sociedad y la Iglesia en los Estados Unidos a los hispanos y el inmenso aporte que el trabajo de esta Comunidad significo y significa para el progreso y desarrollo de esta Nación. Las sombras tienen, en cambio, que ver con posturas xenofóbicas y de rechazo en algunos segmentos de la población que pretenden explicar la actual crisis socio-económica como causada por la migración y en la dificultad para integrarse en lo propiamente norteamericano que tienen algunos grupos hispanos. En medio de estas dificultades, la Iglesia puede jugar un papel muy importante si vive, predica y testimonia su nota de catolicidad, es decir, de la universalidad como fundamento y destino de la humanidad: todos iguales en la dignidad de ser hijos de Dios llamados a vivir en la fraternidad evangélica.

La comunidad hispana, en gran medida, es responsable del proceso involutivo que el fenómeno migratorio hispano padece en estos momentos en el seno de la sociedad norteamericana. No hemos sabido usar las herramientas del sistema social y gubernamental norteamericano para nuestro legítimo beneficio. Por falta de unión y liderazgo hispano, para las mejores y más nobles causas, no hemos organizado estructuras que apoyen con efectividad las mejores aspiraciones de las grandes mayorías hispanas. No hemos sabido hacer coaliciones con otros grupos que conforman el poder en la Nación. La lección que deja el pasado reciente es obvia: si queremos entrar en el debate nacional, de igual a igual, debemos cambiar la estrategia seguida hasta el presente. El liderazgo hispano en lo político, salvo casos honrosos, ha dado muy pocas muestras de arte, de servicio público, de generosidad, de preocupación por el bien común y tiene para exhibir, por tanto, muy pocos logros.

Necesitamos una reforma migratoria urgente. Hay millones de hermanos hispanos viviendo infrahumanamente y en la penumbra, explotados, perseguidos y con miedo. Todo lo cual contradice los más elementales principios y valores cristianos en los que se confiesa cimentada la sociedad y la Nación norteamericana.

La presencia hispana y católica en los Estados Unidos es una inyección de nueva savia, de juventud, de vitalidad, de entusiasmo, de fe. Los templos parroquiales en los barrios de perfil hispano están copados por la asistencia de fieles y la celebración de la fe y de los sacramentos en ellos es extraordinaria. Mientras que en los barrios y en las ciudades ajenas a la presencia de los inmigrantes, las comunidades de fe envejecen y desaparece la práctica religiosa, en los sectores donde se encuentra la población hispana, la vitalidad de la iglesia crece sin medida. Los hispanos han traído a los Estados Unidos una fuerza religiosa inusitada. La fe católica de los hispanos, con todo el bagaje de la religión popular y marcados por la impronta de lo que fue la primera evangelización en el continente americano, beneficia hoy a los Estados Unidos a la vez que enriquece y rejuvenece a la Iglesia Católica en esta Nación.

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