El Departamento de Justicia procedió de manera políticamente indebida, pero no cometió ningún delito cuando destituyó al fiscal federal de Nuevo Mexico, David Iglesias, y a otros nueve en el 2006, según fiscales.

La conclusión pone fin a una de las controversias del gobierno de George W. Bush, que los demócratas describieron como prueba de que la política republicana estaba fuera de control, lo que los republicanos consideraron un invento.

El escándalo se sumó a las críticas de que Bush había politizado al Departamento de Justicia, acusación que propició la renuncia del fiscal general, el hispano Alberto Gonzáles.

En el 2008, el Departamento de Justicia asignó a la fiscal de carrera de Connecticut, Nora Danhehy, para que investigara las destituciones. 

"Las pruebas no muestran la comisión de algún delito criminal perseguible a causa de la destitución de David Iglesias", señaló el Departamento de Justicia en una carta dirigida a los legisladores. "El equipo investigador también determinó que las pruebas no justificaban ampliar el enfoque de la pesquisa más allá de la destitución de Iglesias".

Los fiscales dijeron asimismo que las pruebas eran insuficientes para acusar a algún implicado de mentir al Congreso o a los investigadores.

Iglesias fue despedido después de que el jefe del Partido Republicano en Nuevo México se quejó ante la Casa Blanca de que el funcionario había sido blando respecto a un supuesto fraude electoral en ese estado.

El dirigente republicano solicitó la sustitución de Iglesias para que Nuevo México "lograra un avance verdadero en la limpieza en un estado que adquirió mala fama por sus comicios deshonestos".

Harriet Miers, quien fuera defensor de la Casa Blanca, dijo a los legisladores que el asesor político presidencial Karl Rove estaba "muy nervioso" por Iglesias "y quería que se hiciera algo al respecto".

Rove aseguró que no participó en la selección de los fiscales federales que serían destituidos, que los despidos no tuvieron motivos políticos y que jamás buscó influir en los procesos.

Así reportó El Nuevo Herald