Lighthouse comenzó en una situación económica similar a la que vive Filadelfia en la actualidad, como su nombre lo indica, con la intención de ser un faro de luz que alumbra el camino de la obscuridad de la recesión.

Dicha organización sin fines de lucro fue fundada en 1893 en el corazón de Kengsington, en el barrio hispano, como una casa de ayuda para establecerse en la ciudad.

La visión de su fundadora, Esther Kelly Bradford, de crear un centro social en donde los vecinos pudieran mezclares, capacitarse para conseguir empleo, aprovechar oportunidades educativas y encontrar recursos necesarios para sobrevivir, ha permanecido tras un siglo.

“La larga espera para la mejora en las fábricas no ha llegado y no hay todavía ninguna señal de su entrada ... Muchos hombres y niños se han graduado de holgazanes, los débiles se han convertido en enfermos y los enfermos han muerto por falta de alimento y la atención”, escribió Bradford en 1908 referente a la comunidad de Kensington en una carta, ahora registro de la Sociedad Histórica de Pensilvania.

Actualmente, Lighthouse cuenta con cinco programas de ayuda, que sirven alrededor de 2.000 familias anualmente de las cuales el 95 por ciento es de origen hispano, según explicó John Lavery quien el pasado octubre asumió el mando de la organización.

“Hemos estados presentes durante 118 años por eso siempre estamos tratando de cambiar y adaptarnos a las necesidades de la comunidad”, dijo Lavery mientras explicó que su meta es diseñar un plan estratégico significativo basado en sus recursos.

“Me gustaría seguir creciendo y expandiendo los programas que tenemos pero también crear nuevos”, dijo Lavery.

Uno de los programas, el cual en los últimos años ha tenido mucha demanda, es el de desarrollo económico ya que la recesión incrementó el desempleo en dicha comunidad y la organización les provee entrenamiento y ayuda para encontrar empleo.

“Este programa funciona de manera recíproca ya que las compañías que buscan trabajadores, asistencia técnica u otros servicios acuden a nosotros”, agregó Lavery.

A pesar de que Lavery no es hispano asegura entender muy bien las necesidades de la comunidad y la función de las organzaciones sin fines de lucro ya que ha trabajado en varias en los últimos 20 años.

“Soy originario de Filadelfia pero me mudé a Boston, en donde trabajé entre otras cosas en la Cruz Roja y Goodwill. Se siente bien estar de vuelta en casa”.