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Guatemala recuerda la masacre de Las Dos Erres

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Con la detención a principios de mayo de tres kaibiles (soldados de un grupo élite del ejército de Guatemala)en Estados Unidos, Guatemala reabre uno de los capítulos más cruentos de su historia.

El parcelamiento de Las Dos Erres fue fundado en 1978 en el marco de un proyecto de colonización de la zona conocida como La Libertad, impulsado por el gobierno. Para 1981 el poblado contaba con 350 habitantes, en su mayoría agricultores.

A principios de 1982 miembros de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) entraron en Las Cruces (vecino próximo de Las Dos Erres), lo que causó que las autoridades dirigieran su atención hacia la zona. Ese mismo año las FAR atacaron el cuártel de policía de Las Cruces, lo que produjo un aumento de la presencia militar en la zona y el surgimiento de grupos de autodefensa civil.

Un nuevo ataque de las FAR, un mes después, puso al poblado en la mira de la Inteligencia militar que ya los consideraba como simpatizantes de la guerrilla. El gobierno central decidió mandar un pelotón especial de kaibiles para “limpiar” la zona. El 6 de diciembre dos camiones desembarcan en Las Dos Erres a 58 kaibiles disfrazados de guerrilleros para poder inculpar a las FAR de la jornada sangrienta que estaba a punto de empezar.

Durante tres días los kaibiles asesinaron, torturaron y violaron a mujeres, niños, ancianos y hombres. A los bebés los tiraban contra los árboles y a los hombres los asesinaban con golpes en la cabeza para luego tirarlos en un pozo. En una orgía de sangre los uniformados mataron a todos los habitantes de Las Dos Erres, menos a un niño que logró escapar hacia las montañas y fue el único testigo de tamaña barbaridad. Al día siguiente efectivos del ejército saquearon las viviendas para luego quemarlas con lo que lograron desaparecer físicamente el pueblo para inculpar a la guerrilla.

La matanza fue encubierta por altos mandos militares hasta 1995, año en que una comisión forense exhumó 178 cadáveres y abrió procesos contra los implicados. El país nunca olvidaría esa jornada atroz.

Así reportó Guatemala: Memoria del silencio

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