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Los Huaraches sobre mi pared

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El Paso, Texas – Yo tengo un par de lindas sandalias de cuero – huaraches – colgando de la pared en mi estudio. A mi hija Analissa y a mí nos sedujo su encanto particular en un mercado al aire libre en Guanajuato, México, hace muchos años. Cada una compró un par.

Ella se pudo los suyos una eternidad. Yo nunca me puse los míos porque pesaban una barbaridad. Pero son elementos fijos de la pared de mi estudio y una fuente de buenas conversaciones una vez que mis amigos del norte de la frontera logran aprender a pronunciar su nombre.

Uah-rah-chess

“¿Por qué tienes zapatos sobre la pared?” quieren saber.

La mayoría de los mexicanos (salvo algunos tipos elitistas que no quieren saber de nada indio) tiene al menos un par de huaraches. Es probable que Frida Kahlo tuviera más de un par.

Funcionan maravillosamente en la tierra, el agua, el barro, el cemento o cualquier otra superficie donde se camine. Son la norma de calzado, en particular en esta ciudad fronteriza de El Paso. Se encuentran hasta en los piecitos de los bebés.

Hasta los huaraches en miniatura llevan potentes mensajes culturales. En su autobiografía, “Del barrio a Washington”, Armando Rodríguez narra un encontrón que tuvieron él y otros pioneros del movimiento chicano con burócratas de Washington, D.C., en lo que tendría que haber sido un congreso primordial mexicana-americana organizada por la administración de Lyndon Johnson. Frustrados con la indiferencia en la planificación que mostrara el personal de la Comisión por la Igualdad de Oportunidades y la poca participación de sus funcionarios, cada uno de los 36 participantes mexicano-americanos salieron del congreso en protesta justo cuando iba a comenzar.

Su protesta fue noticia a nivel nacional. Luego se realizó un banquete en Los Ángeles en honor al desafío de los mexicano-americanos. Allí, a los que protestaron les presentaron unos broches de solapa en forma de pequeños huaraches con el mensaje impreso, “I walked”. Pronto a cinco de los dirigentes de la protesta los invitaron a la Casa Blanca a moldear futuros programas hispanos.

¡El poder del huarache!

Cuando yo era joven, llevaba todo el tiempo huaraches. Me los pondría nuevos para ir a remojarme los pies en agua. Me calzaban perfectamente cuando se secaban, estirándose precisamente a cada pliegue de mis pies.

Los rarámuni (indios tarahumara) han hecho famosos sus huaraches para correr. Corren millas sin dejar de funcionar. Han calzado los pies ganadores de maratones aquí en los Estados Unidos. Se cuenta la historia que una vez invitaron a los rarámuri a participar en las Olimpiadas pero que desistieron por lo que no podían correr tan bien calzando las zapatillas autorizadas para los Juegos.

Los huaraches son prácticamente indestructibles. Resisten años de abuso y arrastres. Se compran por unos pocos dólares en los mercados públicos por todo México.

La mayoría se confeccionan a mano. La parte superior se corta y se cose con un talento artesanal y se asegura a la suela hecha de llantas desgastadas. Si bien dejarán marcas negras por los pisos de la casa, no se deslizarán por el pavimento mojado.

Normalmente son de un color marrón claro. Es posible que algunos zapateros los tiñan de negro o rojo. Una vez me tentó un par de brillantes huaraches verdes, pero temí que se me pusieran los pies del mismo color.

Recientemente vi un aviso llamativo en The New York Times. “!CALIENTE!” decía con letras rosadas y anaranjadas debajo de una foto de una joven desarreglada y sexy. “La sandalia huarache..¡Se bohemia!” Ofrecía una lista de prendas apropiadas para completar el LOOK.

Bienvenidos al mundo de las sandalias huarache de diseño. Están disponibles en una variedad de colores como, el nuez, el cognac y el castaño. El nombre de los diseñadores está escrito con letras fuertes. Si bien los precios -- hasta US$298 -- son altísimos, si tienes el presupuesto limitado, hay un modelo de rebaja a $98.

¡Wow, sí que nos hemos elevado en el mundo!

Aquí me siento pensando en todas las creaciones mexicanas de estilos de vestir y música y comida que están tan “in” (a la moda) ahora y me pregunto por qué hay tanta gente que quiere que los mexicanos vayan “out” (fuera).

(Elisa Martínez, residente transfronteriza de toda la vida y maestra jubilada, ha contribuido columnas a Hispanic Link durante más de un cuarto de siglo. Comuníquese con ella a: [email protected]).

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