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Los Aces durante la celebración del aniversario 35 del club. (De izq. a der.), Alba Pagán, la primera mujer presidenta del club; Irma Delgado, María Esther Montañés y Nilsa Ríos. (Parados), José Agosto, Arsenio Fernández, José Montañés, Luís Cruz, Pascual Jr. Montañés, Ramón “Mone” Meléndez, Edwin Burgos y Frank Ortíz.

 

Eran muy jóvenes, inmigrantes y en busca de un lugar que fuera suyo, ya que en toda Filadelfia no había nada hispano. Hace 50 años un grupo de puertorriqueños quería un espacio en la ciudad para escuchar salsa, celebrar fiestas familiares, hablar en su idioma y más que nada discutir los problemas de su comunidad.

Fue así como el grupo de muchachos de entre 18 y 20 años comenzó a reunirse en casas, hasta que en 1960 compraron un edificio en el 2218 de la avenida Frankford y formaron el Club Aces Borincanos, cuyo primer presidente fue Alex Colón.

Comenzó, y hasta la fecha continúa, como un club social de miembros activos que tomaban decisiones importantes y miembros asociados que podían hacer uso de las instalaciones.

“Esos fueron los años dorados de los boricuas, la camaradería, los valores, el respeto y la hermandad”, recordó Pedro Pagan, de 72 años y uno de los fundadores de los Aces.

El significado de Aces es Amistad, Caridad, Estímulo y Sociedad, y este abril celebran su aniversario cincuenta.

“Además de ser un club social comenzó a ser un grupo cívico”, explicó Pagan. 

“De ahí surgieron ligas de béisbol, de domino, de boliche pero sobre todo, de ahí surgió el Concilio de Organizaciones Hispanas, una de las organizaciones más importantes en la comunidad hispana”, agregó Pagan.

Lo que distinguía a este grupo de jóvenes era que “usábamos chaqueta y corbata, no permitíamos que nadie entrara al club con tenis o pantalones cortos. Eramos jóvenes de clase media, pero teníamos en común la educación, hablábamos inglés y sobre todo éramos muy trabajadores”, contó desde Puerto Rico este puertorriqueño que ahora reside en la isla.

La casa ubicada en el barrio necesitaba arreglos, “pero todos éramos ‘handyman’, nos gustaba hacer arreglos, y remodelamos el sótano, el salón de baile, un bar y una cocina donde se hacían meriendas”, recordó Pascual Jr. Montañés, otro fundador, quien celebró ahí mismo su boda en 1966. “En esas paredes creamos nuestro propio Puerto Rico”, dijo Montañés. 

 Al principio el club era de puros hombres, pero al poco tiempo se aceptaron a las mujeres, quienes debían asistir con vestidos para poder entrar. “Claro tenía que haber mujeres sino con quién íbamos a bailar”, agregó Montañés. Una de esas mujeres, María Esther Montañés, fue quien se convirtió no sólo en su esposa sino en la  presidenta del club.

“No hubiera conocido a gente tan buena en mi vida sino hubiera crecido en los Aces Borincanos”, dijo María Esther, quien incluso celebró ahí su fiesta de quince años.

“Mis padres fueron miembros. Mi padre era bodeguero y los Aces le ayudaron a establecerse. Era una unión tan buena, limpia, se buscaban y se ayudaban”, señaló María Esther, quien atribuye tal unión a la necesidad de una comunidad de inmigrantes tratando de preservar su cultura.

El grupo quería no sólo mantener sus tradiciones sino mostrarla y que mejor manera que mediante la Parada Puertorriqueña. “Era un orgullo hacer una carroza”, recordó María Esther.

De los fundadores, algunos ya pasaron a mejor vida, otros se jubilaron y mudaron a ciudades más cálidas, otros continúan en Filadelfia, y todos concuerdan que el recuerdo de los mejores años de su vida se queda en las paredes de un club de boricuas en el norte de Filadelfia.

Los ACES Actuales

La historia de Melissa Meléndez, actual presidenta de los Aces, data de los cuneros del club. “Arriba había un salón de cunas para dejar a los niños durante las bodas y fiestas”, dijo Meléndez.

Se crío y trabajó en el club toda su vida hasta que hace tres años  asumió la presidencia. A pesar de la crisis e inspirada por los fundadores, Meléndez, sobrina del fundador Vartolo Meléndez, quiere preservar el club y continuar la tradición.

Dijo que en mayo celebrarán  los 50 años “para decirle a la comunidad que seguimos aquí”.   

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