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Sorpresas que dan los ministros de la Corte de EE.UU.

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Se le puede llamar legado del ministro Souter, quien se retiró
el año pasado. Cuando el ex presidente George Bush lo eligió en 1990,
lo calificaron de candidato sigiloso, y organismos liberales hicieron
fila para oponerse a él.

Sin embargo, la izquierda elogió a Souter cuando se retiró.
Votó, por ejemplo, para permitir que las universidades públicas
consideraran a la raza en sus decisiones de admisión, así como por
preservar la esencia del derecho constitucional al aborto identificado
en Roe contra Wade.

Desde entonces, el mantra de los republicanos ha sido “ningún Souter más”.

No es inusual que los ministros de la Suprema Corte decepcionen
a sus proponentes. Se dice que el presidente Dwight Eisenhower calificó
su designación del presidente de la Suprema Corte, Earl Warren, de “el
mayor maldito error que haya cometido alguna vez”.

Sin embargo, es probable que 1990 haya marcado un hito en el
proceso de confirmación. En efecto, seis ministros nombrados en las dos
décadas desde entonces se han desempeñado en gran medida como se
esperaba, probablemente gracias al mayor escrutinio de los rastros
documentales más robustos y menor movimiento ideológico.

El currículo de los nominados contemporáneos produce tanta
información valiosa, dicen los académicos jurídicos, que son menos
probables ahora las decisiones judiciales inesperadas. Hoy día, los
antecedentes de los nominados a menudo incluyen trabajo en el poder
ejecutivo en Washington y funciones sustantivas en un tribunal federal
de apelaciones.

El currículo de Souter no incluía esos factores. Los de los
tres principales candidatos para remplazar a Stevens los cubren casi
todos.

Cuando organismos liberales analizaron el historial de Souter
como procurador general de Nueva Hampshire y como ministro de la
Suprema Corte estatal, concluyeron que era un conservador de hueso
colorado.

“Cada informe, cada fallo”, dijo Eleanor Smeal, una dirigente
del movimiento feminista, en una declaración para oponerse a la
nominación, “tiene un enfoque represivo y regresivo sobre las
protecciones constitucionales para las mujeres y minorías”.

Sin embargo, los materiales que Smeal y otros revisaron no
guardaban una relación particular con los expedientes de la Suprema
Corte, a la que prácticamente sólo le atañen las leyes federales. O
,>

Souter
había servido tres meses completos en el tribunal federal de
apelaciones en Boston cuando lo nominaron; todos los ministros actuales
en la Suprema Corte tienen antecedentes mucho más extensos como ex
jueces de tribunales federales de apelaciones. Y Souter nunca sirvió en
el poder ejecutivo federal. Trabajar para el Gobierno en Washington, al
menos entre ministros designados por presidentes republicanos, tiene un
poderoso valor para la predicción.

“Los republicanos fuera de D.C. han tendido a moverse hacia la
izquierda”, señaló Jeffrey Segal, quien imparte cátedra de Ciencia
Política en la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook.
Mencionó tres ejemplos: los ministros Souter, Stevens y Harry Blackmun.

Por otra parte, los cuatro integrantes de la actual ala derecha
de la Corte – el presidente John Roberts y los ministros Antonin
Scalia, Clarence Thomas y Samuel Alito – trabajaron en Gobiernos
republicanos y no han mostrado signos de asumir posiciones de
izquierda.

Justin Driver, un catedrático de Derecho en la Universidad de Texas, tiene una teoría 

sobre el porqué podría ser así. “Es el factor amiguismo”, dijo. Es
menos probable que los conservadores con redes sociales establecidas en
Washington, señaló, cambien como los recién llegados por la cultura
política relativamente liberal de la ciudad. “En la imaginación
conservadora”, explicó Driver, “existe una idea de que a los ministros
designados por republicanos los vencen las cenas en Georgetown”.

Los empleos en el poder ejecutivo también pueden producir
información informal sobre la confiabilidad política de los candidatos,
deducida de conversaciones francas en la oficina o incluso durante la
comida.

No obstante, no está claro que las lecciones aprendidas por los
republicanos también las hayan asimilado los demócratas. “Existe una
verdadera asimetría”, dijo David Strauss, un catedrático de Derecho en
la Universidad de Chicago. ``Los grupos demócratas, a excepción de la
selección, no tienen para nada una agenda centrada en la Corte. Los
republicanos sí se centran en la Corte: discriminación positiva,
aborto, oración en las escuelas, derechos de armas y derechos de
propiedad.

Los tres principales candidatos para el lugar de Stevens
sirvieron en el Gobierno de Clinton en Washington, y dos de ellos
tienen largos historiales judiciales.

El juez Merrick Garland ha estado en el Tribunal Federal de
Apelaciones del Distrito del Circuito de Columbia desde 1997; antes,
trabajó cuatro años en el Departamento de Justicia durante Clinton.

La jueza Diane Wood ha estado en el Tribunal Federal de
Apelaciones del Séptimo Distrito en Chicago desde 1995; antes, trabajó
dos años en el Departamento de Justicia con Clinton.

La procuradora general Elena Kagan es un comodín según estos
estándares. Nunca ha trabajado como jueza, pero sí sirvió cuatro años
en cargos jurídicos y políticos en la Casa Blanca de Clinton.

Decir que son poco probables las verdaderas sorpresas no es lo
mismo que decir que los ministros no cambiarán con el tiempo. Incluso,
jueces de los tribunales federales de apelaciones abordan en pocas
ocasiones cuestiones constitucionales de momentos reales que no estén
constreñidos por precedentes de la Suprema Corte. “Sospecho que cuando
uno va a la Suprema Corte de Estados Unidos, la filosofía no está
totalmente desarrollada”, dijo Blackmun en un discurso en 1992. “Y si
uno no creciera y se desarrollara ahí, me decepcionaría esa persona en
tanto ministro”.

Un estudio de 2007 realizado por Segal y otros tres académicos
– Lee Epstein, Andrew Martin y Kevin Quinn – encontró que todos menos
cuatro de los 26 ministros que han servido por al menos 10 años desde
1937 cambiaron al paso del tiempo. “Doce se movieron a la izquierda;
siete, a la derecha, y tres, en formas más exóticas”, se concluye en la
investigación.

Gran parte de los movimientos es intrascendente. Por ejemplo,
Scalia es un conservador que se movió a la derecha, dice el estudio.
Sin embargo, el movimiento a la izquierda de un ministro indeciso puede
cambiar mucho las cosas, como en los casos de O

Sin
embargo, Strauss, en un artículo de 2007, publicado en la Law Review de
la Universidad del Noroeste, dice que gran parte de lo que se dice
sobre las sorpresas se basa en premisas erróneas.

A algunos presidentes, dijo, sólo les importa la competencia,
así que no pueden llamarse a sorpresa por las decisiones de un
ministro. A otros les importa un conjunto de problemas y les pueden
sorprender otros, pero sólo porque no los consideraron. Al final,
Strauss escribió: “los presidentes que tienen una agenda ideológica
casi siempre obtienen lo que quieren en cuanto a los problemas que les
interesan"
.

 

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