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Buscándole sentido al Censo

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¡Vino por fin! Llegó el documento que comprueba que el gobierno sabe que existimos y que nos quiere de verdad. Me refiero al cuestionario del censo.  El mío llegó la última semana de marzo.

Las instrucciones parecían claras. La pregunta número 1 me pidió contar a las personas que viven en mi casa.  Sencillo. Ya que nuestros cinco hijos ya son grandes y se fueron de casa, puse sólo a mi esposa Cora y a mí mismo.

Pero la pregunta número 2 preguntaba si había otra gente “quedándose” en mi casa el primero de abril, que yo no hubiera incluido en mi respuesta a la pregunta número 1. El cuestionario me indicó hacer una marca en un cuadradito si es que había “parientes, como hijos adultos, primos o familia política” en casa.

Aquí entré en problemas. Mónica Vásquez, nuestra hija número 2, su esposo Óscar, sus tres hijos y un nieto más iban a estar quedándose en nuestra casa ese día. Como abogado, me quedé preocupado con la palabra “quedándose”. Yo no quería mentirle a este importante documento del gobierno del que se iba a fiar durante los siguientes diez años.

El diccionario Webster define la palabra “staying” (quedándose) como “the action of remaining or continuing in a place for a time” (la acción de mantenerse o de continuar en un lugar durante un tiempo).  ¡Hombre! Yo tenía que poner a Mónica y todo el grupo. ¡No faltaba más – la responsabilidad de alimentar a una hija y a su prole durante los siguientes diez años! La primera vez fue suficiente.

Yo no me adhiero a los del grupo Tea Party, pero como muchos de ellos, tampoco quiero que el gobierno me esté investigando para ver si cumplo con ninguna nueva obligación.

¿Qué hacer? Le dije a Mónica que no viniera el primero de abril. Que viniera al día siguiente, después que hubiera llenado el cuestionario, le dije. Al menos así el gobierno no me pilla por mentir.

A continuación, el cuestionario quería saber si debíamos dinero por nuestro hogar. Le respondí que le preguntara el banco.

Después quería mi número de teléfono por si no entendiera alguna de mis respuestas. Yo tengo un número en mi despacho de abogados, en mi casa, un número de bellas artes, un número celular…Con eso llené todos los espacios cuadrados que el gobierno entrometido había dispuesto. Mi respuesta parece algo así como un código secreto. Que la CIA la descifre.

De allí me preguntaron la edad y el sexo. Mucha invasión. Les di mi edad.

Lo siguiente fue la pregunta sobre mi origen latino y raza. Aquí es donde me incluyen como Blanco.

¿Cómo llegamos a todas estas preguntas? Con la esclavitud. La mayoría de nuestros antepasados blancos tenían esclavos negros. Como la Cámara de Representantes se compone de acuerdo a la población de los estados individuales, había que tomar un censo cada diez años. Los esclavos no podían votar, pero los propietarios sostenían que sus esclavos debían contar por algo.

Se concordó que los esclavos se registrarían, pero sólo como tres quintas partes de una persona. Así se creó la distinción entre Negro y Blanco. Cuando se abolió la esclavitud, a los negros los contaron como personas enteras, pero la distinción entre Negro y Blanco continuó en el formulario del censo.

De esta manera, durante la Guerra Contra la Pobreza, aquellas áreas en las que viven los pobres – quienes siguen siendo desproporcionadamente negros e hispanos – se pueden señalar detalladamente, y la ayuda per cápita dispuesta para estas áreas de ciertos programas federales podrá asignarse correctamente.

Históricamente contados como menos, los latinos no eran identificados como un grupo distrital. Se hicieron esfuerzos inadecuados para encontrarlos a todos. Para el censo de 1970, se identificó específicamente a los hispanos, así como se identifica a los asiático-americanos.

Las interrogantes sobre la manera de medir las distinciones raciales y étnicas aún son como leña al fuego para el debate. Ahora hay una categoría “mezclada” que crece rápidamente.  Quizás podremos deshacernos de todas estas distinciones cuando a todos nos cuenten como iguales.

Cada año del censo se puede añadir, modificar o eliminar preguntas.

El renglón que identifica a la “persona principal del hogar” también quedó eliminado, por considerarse sin sentido con lo de la igualdad de géneros. Sin lugar a dudas, habrá evitado muchas peleas entre esposos. Pero no en nuestro hogar.  Yo le digo todavía a Cora que soy el principal de la casa. Ella sólo sonríe en lo que saco la basura.

 

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