Ferran Adrià, el Ché Guevara de la gastronomía española y propietario de elBulli, es el Mick Jagger de la culinaría internacional y ha dotado a la cocina española de un nuevo impulso inventivo en términos culinarios por fuera del jamón, del vino y de las tapas.  Se negó a intepretar y se dedicó a componer recetas frescas y novedosas que en la actualidad posicionan a España como uno de los destinos turísticos favoritos de los amantes de la buena comida.

Gracias al ánimo inquieto y curioso de Adrià la cocina del elBulli se ha convertido en un sofisticado centro de experimentación gastronómica donde se hacen 20 pruebas al día y se han creado más de 1500 recetas (documentadas) completamente originales e inverosímiles. 

Adrià planea convertir su restaurante en un centro mundial de experimentación culinaria, por lo que cerrará sus puertas al público a partir del 2012 y se dedicará a viajar por el mundo buscando sabores y sensaciones nuevas. El reconocimiento que él y su negocio han alcanzado en los últimos años le permiten al genio gourmet recostarse sobre el modelo económico que creó para dedicarse a la mera actividad de investigar y crear.  

Para Adrià y los nuevos tenores de la cocina española el futuro de la gatronomía mundial debe centrarse en volver a los principios básicos, a la artesanía culinaria, más en tiempo de crisis económica, y en la formación académica y profesional de los cocineros. La antigua vanguardia alimenticia liderada por los franceses hace siglos, da paso a un sin número de chefs jóvenes y dinámicos que buscan los sabores nuevos lejos la alta cocina francesa y de las viejas recetas que ahora deslucen por su arrogancia y denodada pretensión de sofisticación.

Así lo reportó El País