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Pacientes usan prótesis biónicas fabricadas en Costa Rica

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A Eladio Mora, un cáncer le arrebató el
brazo derecho; a Armando Cerdas, un accidente en motocicleta le
quitó parte de su pierna, pero hoy, ambos llevan una vida totalmente
normal y son de los pocos latinoamericanos que utilizan prótesis de
última tecnología, fabricadas en Costa Rica.

Además de Brasil, este país centroamericano es el otro en
Latinoamérica donde se fabrican las más avanzadas prótesis biónicas
para personas que han perdido alguna extremidad, un privilegio que
estaba reservado hasta hace pocos años para pacientes en Estados
Unidos y Canadá.

El responsable de este salto tecnológico es Dino Cozzarelli, un
médico ortopedista nacido en Ecuador pero criado en Estados Unidos,
que es uno de los 50 especialistas en el mundo en prótesis biónicas
y que decidió, hace cinco años, establecerse en Costa Rica para
hacer estas piezas lo más accesible posible para todos los
pacientes.

En una entrevista con Efe, Cozzarelli explicó que el trabajo
resulta más satisfactorio no sólo por la oportunidad de ayudar a
gente necesitada, sino porque en Estados Unidos el 95% de sus
pacientes eran adultos mayores diabéticos, mientras que en CostaRica coloca prótesis a personas más jóvenes, incluso bebés, a
quienes estos aparatos literalmente le cambian la vida.

Brazos eléctricos con electrodos que responden a la contracción
muscular del muñón para abrir y cerrar una mano artificial y
rodillas con computadoras que registran los patrones de caminata del
paciente, para evitar caídas, son algunas de las prótesis que
Cozzarelli fabrica con sus propias manos en su taller, en La Garita
de Alajuela, unos 40 kilómetros al noroeste de San José.

Este médico, que empezó a trabajar en este campo a los 17 años en
Ohio, indicó que las prótesis de alta tecnología pueden costar hasta
85.000 dólares en Estados Unidos, por lo que él compra partes o
incluso prótesis de segunda mano en la casa de subastas en internet
e-Bay, para ofrecerlas a un precio más cómodo a sus pacientes.

En Costa Rica, según cifras oficiales, se realizan un promedio de
900 amputaciones al año por accidentes de tránsito, problemas de
circulación, diabetes y cáncer.

Mora, de 41 años y padre de tres hijos, contó a Efe que su brazo
fue amputado apenas cinco meses después de que se le diagnosticara
un cáncer muscular.

Con recursos aportados por el seguro social y donaciones de la
comunidad rural donde vive, logró contar con los recursos para
comprar una prótesis mecánica convencional, que utiliza cables para
controlar los movimientos de tensión de la mano.

Poco después se convirtió en el primer centroamericano en emplear
un brazo biónico, con el que actualmente realiza hasta trabajos como
pintor de casas.

El estadounidense Gene Warneke, quien vive en Costa Rica desde
hace cinco años, es la primera persona en el país con una pierna
biónica.

Una computadora en su rodilla se encarga de controlar sus
movimientos y ajustar cuándo debe ejercer menos presión para poder
caminar en el montañoso terreno de la Península de Osa, en el
Pacífico sur, donde vive Warneke.

Desde Tilarán, en el Pacífico norte, Armando Cerdas, de 29 años,
acudió donde Cozzarelli tras un accidente en motocicleta que lo dejó
dos semanas en coma y 40 días en el hospital, cuando tenía 21.

El resultado fue una prótesis que usualmente costaría 13.000
dólares, por la cual, con el apoyo de donaciones, pagó 5.000.

Hoy, nadie notaría que este trabajador en construcción padre de
tres hijos utiliza una prótesis en lugar de su pierna.

"Yo hago de todo: monto a caballo, me subo a árboles, cargo sacos
de cemento y hasta juego bola (fútbol). Soy el portero del equipo",
expresó Cerdas con una amplia sonrisa.

Junto a Cozzarelli trabajan dos técnicos entrenados por él mismo:
el obrero que construyó su casa y el primer paciente al que le
colocó una prótesis en Costa Rica.

El paciente más joven hasta ahora es un bebé de apenas nueve
meses de edad, que nació sin peroné, y al cual Cozzarelli y su
equipo colocaron una prótesis hace pocos días.

Este médico recibe pedidos de entre 10 y 15 prótesis por mes, y
no sólo de Costa Rica, sino de otros países de Centroamérica. Además
una vez al año realiza una brigada a Ecuador, su país natal, para
donar su trabajo a pacientes pobres.

"Trabajo por amor a mi trabajo. Duermo tranquilo sabiendo que
ellos (los pacientes) pueden defender y sacar adelante a sus
familias y hacer una vida normal. Antes sentía que mi trabajo no era
valorado, pero acá es diferente", asegura.

 

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