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Ya está listo el Diccionario de americanismos

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Tras diez años de "intenso trabajo", las
veintidós Academias de la Lengua Española tienen ya listo el
"Diccionario de americanismos", "una obra única e innovadora" que
servirá de pauta para otras muchas y que salda una deuda histórica
con los hispanoamericanos.

"Hispanoamérica no se merecía no tener un gran Diccionario de
americanismos", asegura en una entrevista con Efe Humberto López
Morales, director de esta "ingente obra" cuya presentación está
prevista el próximo 5 de marzo en Valparaíso (Chile) como una de las
novedades destacadas del Congreso Internacional de la Lengua
Española.

Editado por Santillana, el Diccionario constituye "la más
importante" aportación de las Academias a la conmemoración del
Bicentenario de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas.

Es también, añade López Morales, "el mayor esfuerzo realizado
hasta ahora por mostrar la riqueza léxica de América".

Se trata de un Diccionario de uso no normativo y sus 2.400
páginas contienen más de 70 000 entradas en las que hay numerosas
frases y locuciones, y más de 120.000 acepciones. La estructura es
"compleja e innovadora" y "está matemáticamente delimitada" para
favorecer la comprensión del rico caudal de información que encierra
e incorporar "las últimas teorías de la lexicografía".

Como subraya López Morales, secretario general de la Asociación
de Academias de la Lengua Española, estas instituciones "son las
verdaderas autoras del Diccionario porque son las que han matizado
las diferentes acepciones y han dicho lo que había que incluir o lo
que no".

Esta "magna obra" se pondrá a la venta en Hispanoamérica después
del Congreso de Chile y hasta abril no se publicará en España. La
impresión de la obra se ha hecho en Perú "por razones
crematísticas", dado que "cuesta una quinta parte que en España".
Los ejemplares destinados a Europa se trasladarán en barco desde
aquel país.

Se trata de un Diccionario contrastivo que excluye el léxico
común a todos los hispanohablantes, que es casi un 90 por ciento, y,
como destaca López Morales (La Habana,1936), "contiene palabras
vivas. No hay vejestorios en él".

El vocabulario juvenil tiene una amplia presencia, entre otras
razones porque en su elaboración han participado lexicógrafos
jóvenes de los diferentes países.

El proyecto del Diccionario se remonta al siglo XIX, pero ni
entonces ni durante muchas décadas después las Academias tenían
medios para llevarlo a cabo. En 1998 "se presentó oficialmente" esta
iniciativa y poco después comenzaron los trabajos.

"Me alegro de que no se haya hecho antes este Diccionario porque
ahora sí que teníamos a mano todos los medios para hacer una gran
obra", afirma López Morales, autor de medio centenar de libros,
relacionados muchos de ellos con el español.

El Diccionario no recoge los significados propios del español
general sino sólo los específicos de América. Por ejemplo, "afinar
el piano" no siempre tiene que ver con la música, porque en el
lenguaje popular de Chile equivale a realizar el coito con una
prostituta.

"Afincar(se)" en Puerto Rico es "pegarse mucho una pareja de
bailadores; en Cuba sería "propinar golpes" y en el lenguaje juvenil
de Nicaragua significaría "besar una persona a alguien".

La palabra "agua" es sinónimo de borrachera en Cuba; "agua corta"
es en Ecuador "un género musical que se interpreta con marimba y se
acompaña de un baile" y "agua de culo" es en El Salvador un "brebaje
que una mujer da a un hombre para retenerlo".

Los verbos ocupan a veces varias páginas y dan lugar a todo tipo
de locuciones verbales: "Agarrar al toro por los cachos" equivale a
tomar el control de la situación; en Honduras "se agarra canilla"
quien se emborracha por varios días, y quien adquiere experiencia en
algo "agarra cancha" en México y Centroamérica.

Y si en Argentina, Uruguay y Chile se dice "agárrate, Catalina,
que vamos a galopar" es que se avecina una situación difícil.

Las locuciones del verbo andar también deparan sorpresas. En
Venezuela "anda a caballo" quien está "metido de lleno en un
asunto", y "anda a la pera" si va "sin rumbo fijo y sin preocuparse
de nada".

"Andar a mecate suelto" es actuar sin ningún control en Honduras
y "andar a los apurones" es estar sobrecargado de obligaciones,
laborales sobre todo, en Centroamérica, Argentina, Bolivia y
Paraguay.

El Diccionario se completa con un amplio índice sinonímico,
"único en su género", y con ocho apéndices. Entre ellos figura el de
Hipocorísticos hispanoamericanos más usados, que contiene un sinfín
de diminutivos curiosos usados para decir los nombres de la gente en
plan cariñoso y familiar.

Así, a los Carlos se les llama "Caco", "Carloncho", "Carlingas" o
"Carletín"; "Cayaya" le dicen a las Candelarias en Venezuela;
"Chano" sirve tanto para Epifanio como para Feliciano, Lisandro y
Luciano; "Fofo" le dicen a los Adolfos en Nicaragua; "Cleta" es
Clemencia en Bolivia; "Chicha" es Francisca en Venezuela, mientras
que "Chichi" es Cecilia en Chile y Juan José en Guatemala.

 

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