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El "culebrón" de la política local

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María Quiñones   

Está por llegar el tan esperado Censo del 2010 y con él una serie de implicaciones económicas y políticas, como la redistribución de distritos, que se anticipa como un dolor de cabeza para los  concejales de la ciudad. Una vez que el Censo 2010 arroje sus resultados, los distritos se deben rediseñar para que cada uno quede con  el mismo número de habitantes, que en los distritos actuales de Filadelfia son aproximadamente 150 mil.

Los concejales tienen un año después de recibir los resultados para acordar un plan, y en caso de no hacerlo en dicho plazo su sueldo se congelaría como sucedió en los últimos dos censos.

Los resultados oficiales del Censo 2010 estará listos en junio del 2011, y para junio del 2012 se deberá tener el nuevo mapa de la ciudad.

Para la concejal del Distrito Siete, María Quiñones, la nueva redistribución es una esperanza para consolidar su distrito en una zona geográfica más compacta. Considera que al estar  menos dispersos los habitantes de determinado distrito es más fácil brindarles servicios.

“Actualmente tengo el peor distrito ‘Gerrymandering’ de Estados Unidos (término utilizado para delimitar territorio de distritos con propósitos electorales)”, dijo la concejal, mientras que el vecino Distrito Cinco es el tercer lugar en la lista de peores.

Es decir, actualmente, el Distrito Siete, lo componen un pedazo del norte, luego una franja por la avenida Castor y para terminar una pequeña parte en el noreste. (Vea mapa 1).

“Me gustaría redistribuir parecido a como estaba en los años setentas y ochentas”, explicó la funcionaria, quien  no tiene un límite exacto de calles en mente.

Cuando Quiñones ganó las elecciones en el 2007, las cifras del último censo indicaban que en su distrito vivían 43 por ciento de latinos, es decir alrededor de 67.510.

En caso de redistribuir como la concejal quiere (Vea estimado en mapa 2), su distrito tendría cerca o un poco más del 50 por ciento de latinos. 

Sin embargo, Quiñones dice que esa no es su preocupación. “Yo soy la prueba de que no se necesita tener una alta concentración de latinos en un distrito para ganar unas elecciones, porque yo gané con el apoyo de otras comunidades. Actualmente tengo un tercio de latinos, blancos y negros”, dijo Quiñones.

La concejal argumenta que, por ejemplo, más allá de la línea límite de su distrito en la calle Castor hay muchos latinos que se quedan afuera de éste, es decir, en los distritos 6 y 9 con poca representación en la ciudad. Además, que aquellos que viven en esa delgada franja, deben consultar ciertos aspectos con los dos distritos vecinos.

Para ella, lo ideal sería abarcar a esos latinos y acortar la línea de su distrito de manera que los residentes en el noreste pertenezcan a otro concejal. “Aún así estarían bien representados porque la comunidad latina allá está creciendo mucho y si tú tienes más del 20 por ciento de una comunidad ya es suficiente para que se haga escuchar su voz”, dijo la concejal.

El ex concejal Ángel Ortíz coincide con Quiñones.  Dice que lo ideal sería cortar esa “culebra” (la que une al norte con el noreste) en el Distrito Siete y agregarle la parte de Feltonville, que pertenece al distrito Cinco; sin embargo, dice que dicha situación traerá una discusión bastante grande entre los concejales.

“Cada movida que uno hace en el Siete impacta a los otros nueve”, dijo Ortíz, quien cuenta que él dio la pelea hace 10 años para mantener a los hispanos dentro del Siete.

“Hasta fui amenazado porque obligué al Concejo de la ciudad a que no aprobaran el plan hasta que yo estuviera satisfecho con el número de latinos”, agregó Ortíz.

En ese tiempo, Ortíz luchó por mantener a los latinos unidos en su Distrito Siete, sin embargo le impusieron la “culebra”.

“Eso no era lo que yo quería, pero para poder tener lo que nosotros queríamos había que hacer ser una serie de concesiones”, dijo el ex concejal.

Ortíz, quien dijo que no se iba a presentar para una candidatura en el Concejo, explicó la influencia que puede tener una comunidad, si ésta tiene un gran número dentro de un distrito y, además, está unida.“Si hay liderato pueden decirle al funcionario electo ‘nosotros somos un gran componente de un distrito y estos son nuestros intereses, por ejemplo, no tenemos escuelas, el servicio sanitario es pobre, etc.’”, explicó. Precisó que si hay el 50 por ciento de latinos, el voto latino puede ser determinante y generalmente la comunidad latina podría nombrar quién va a ser el funcionario electo; si hay el 25 por ciento también hay oportunidad y si no, tienen influencia política para que sus intereses sean escuchados.

Si un concejal es demócrata quiere tener más demócratas en su distrito, generalmente en esta ciudad se ha dividido a base de grupos étnicos y raciales porque no hay republicanos, explicó.

Indicó que, por ejemplo, en el Siete Quiñones quiere tener los más latinos posibles, mientras que Darrell Clark desea tener más afroamericanos porque así limita la oposición que pueda surgir.

Más allá de los intereses políticos, la redistribución de distritos tiene la misión de repartir equitativamente a la población de una ciudad. Después, el censo rastrea las poblaciones con más necesidad, a donde serán destinados fondos federales.

“Es por eso que en las zonas donde se concentra población indocumentada, aunque no tienen poder político porque no pueden votar, tienen poder representativo porque entre más personas, se reciben más 

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