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Cuba y EEUU: Un pasito p'alante, dos p'atrás

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Las relaciones cubano-estadounidenses revivieron esta semana en La Habana los tiempos de la Guerra Fría, al combinar avances y retrocesos que hacen recordar el estribillo tropical "un pasito p'alante, dos pasitos p'atrás".

Lo que parecía una señal de deshielo, la segunda reunión bilateral sobre migración tras seis años sin diálogo directo, volvió a congelarse cuando Washington demandó la "liberación inmediata" de un estadounidense detenido en Cuba y La Habana protestó porque los enviados norteamericanos hablaron con disidentes.

La mayoría de los analistas y diplomáticos consultados por Efe creen que pueden darse por moribundas las esperanzas de un acercamiento de estos dos países enfrentados desde hace medio siglo y sin relaciones diplomáticas a pesar de que solo 140 kilómetros los separan en el Estrecho de la Florida.

Las expectativas brotaron hace un año, cuando el presidente cubano, el general Raúl Castro, dijo que estaba dispuesto a negociar con Washington de "todo, todo, todo", y el entonces recién estrenado mandatario estadounidense, Barack Obama, adoptó algunas medidas menores como gestos hacia La Habana.

Obama eliminó, por ejemplo, las restricciones que había impuesto su antecesor, George W, Bush, para los viajes y envíos de remesas a la isla de estadounidenses de origen cubano.

Además, mientras pedía a cambio mejoras en los derechos humanos en Cuba, anunció la reanudación de las conversaciones sobre migración suspendidas por Bush en 2003.

La primera ronda tuvo lugar en Nueva York en julio pasado y la segunda este viernes en La Habana, a puerta cerrada, y de los comunicados finales de ambas partes no se desprende ningún avance concreto.

Por el contrario, esta ronda ha dado lugar a un agravamiento de las tensiones, porque los diplomáticos estadounidense que llegaron para dialogar, encabezados por el subsecretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, Craig Kelly, hablaron también con los disidentes.

Además, Washington exigió ayer mismo la "liberación inmediata" del estadounidense Alan Gross, detenido en la isla en diciembre pasado y al que Cuba acusa de ser espía, aunque no lo ha enjuiciado todavía.

Y no solo planteó Kelly esa demanda en la mesa de diálogo, sino que la incluyó en el comunicado final, lo cual puede calificarse como mínimo de "torpeza", opinó un diplomático europeo.

El Gobierno cubano, a su vez, tildó este sábado de ofensa, provocación, injerencia y apoyo a la "subversión" la reunión de los diplomáticos con los opositores, a los que califica de "mercenarios" y "contrarrevolucionarios".

"Con esta conducta ofensiva hacia las autoridades y el pueblo cubano, el Gobierno norteamericano confirma que siguen en vigor los instrumentos de la política subversiva contra Cuba", dice un comunicado del Ministerio de Exteriores.

Agrega que la reunión organizada por los estadounidenses "pone de manifiesto su falta de voluntad real para mejorar los vínculos (...) y para dejar atrás las acciones de burda injerencia".

Según algunos diplomáticos, es curiosa la rudeza de esa protesta si se recuerda que también conversó con opositores en septiembre pasado la subsecretaria de Estado adjunta para Latinoamérica, Bisa Williams, cuando encabezaba una misión que buscaba en La Habana normalizar el de correo postal, y entonces no pasó nada.

Para muchos analistas, todo ha vuelto a los tiempos de choque frontal con Bush y pueden olvidarse las expectativas que surgieron tras la llegada de Obama, pero no les extraña demasiado: era previsible para quienes conocen a fondo el medio siglo de confrontación.

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