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Una nueva tormenta se acerca al noreste

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Palas quitanieve y equipos de las
compañías eléctricas se apremian este lunes por devolver a la normalidad
las calles de Washington, Baltimore y Filadelfia antes de que llegue
mañana un nuevo temporal que podría descargar otros 20 centímetros
de nieve.

Se prevé que la nueva tormenta afecte a todo el noreste del país,
desde Washington hasta Boston, aunque la mayor cantidad de nieve
caerá en los estados al norte de la capital, donde podrían
acumularse hasta 30 centímetros.

Se trata de un temporal más frío y con más viento que el del
pasado fin de semana, por lo que podría resultar más peligroso, han
alertado los meteorólogos.

Mientras, en el corredor densamente poblado que va de Washington
a Filadelfia abrir las vías de tránsito y restablecer los servicios
es la principal actividad hoy, casi la única.

El Gobierno federal cerró sus puertas, con lo que se quedaron
en casa los 230.000 funcionarios que trabajan en el área
metropolitana de Washington, y lo mismo hizo gran parte de los
negocios privados de la zona, donde el transporte público está
restringido.

Las escuelas están cerradas y algunos distritos han anunciado
que no abrirán mañana, martes.

Carámbanos de hielo en los tejados, cornisas de nieve asomando al
vacío y grandes trincheras blancas levantadas por las palas
quitanieve en las calles, hacen de Washington un paisaje de postal
navideña.

Pero después de tres días de ejercicio con la pala y de no poder
moverse muy lejos de casa, algunos residentes desean que todo vuelva
a la normalidad.

Robert Davis, quien vive en una zona residencial de Virginia, a
escasos 20 minutos de Washington, explicó a Efe que en 20 años ésta
fue la primera vez que no pudo ir a trabajar.

"Me siento atrapado. Nunca había visto una cosa así. Y
claramente, el Gobierno aquí no está preparado para afrontar una
tormenta de estas dimensiones", dijo mientras seguía trabajando con
la pala junto a su hijo para intentar liberar de nieve la entrada al
garaje de su casa.

La normalidad que ansía Davis se reanudaba este lunes a pequeños
pasos. El aeropuerto Dulles, el mayor de la región, y el
Baltimore-Washington abrieron hoy sus puertas de nuevo.

Menos actividad registraba el aeropuerto Reagan National, el más
cercano a la capital, que permitió el despegue y aterrizaje de solo
algunos vuelos. El metro no llega hasta la terminal aérea debido a
que todas sus operaciones por encima de tierra están canceladas.

Decenas de miles de residentes siguen sin energía y las compañías
eléctricas han alertado que tardarán algunos días en restablecer
completamente el servicio.

Durante el fin de semana el número de casas sin electricidad en
Maryland, Virginia, Washington, Pensilvania y otros estados
afectados por la tormenta llegó a 400.000.

Las autopistas y la mayoría de las vías principales de tráfico
están despejadas, pero las calles secundarias y las vías
residenciales siguen alfombradas de nieve.

Por ello, muchos residentes son incapaces de sacar sus
automóviles del garaje o de la acera donde los estacionaron el
viernes.

La sensación de aislamiento es más aguda en las afueras de
Washington, donde es necesario un vehículo hasta para ir a comprar
leche.

La tormenta del viernes y el sábado cubrió el aeropuerto de
Dulles con 80 centímetros de nieve, una cifra récord, y dejó
cantidades algo inferiores en Baltimore y Washington, según el
Servicio Nacional de Meteorología.

Mientras, la nueva tormenta localizada hoy en Oklahoma se dirige
hacia la zona, a donde llegará mañana en la tarde.

"Existe el potencial de acumulación de nieve de 20 centímetros o
más. Hay una alta posibilidad de que supere los 25 centímetros",
informó el Servicio Nacional de Meteorología.

Pese a la gran carga de nieve, la tormenta anterior provocó la
muerte a solo dos personas, un padre y un hijo que fueron
atropellados el viernes por un tractor que resbaló y les cayó
encima.

Además, el peso de la nieve ha derribado algunos árboles y
tejados en la región, incluido el techo de una estación de bomberos
que se hundió este lunes de madrugada en el norte de Virginia, pero no
causó víctimas.

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