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Desde Filadelfia lloro por Juárez

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En los últimos días mi Facebook no tiene las fotos de perfil de mis amigos sino listones negros, y en la etiqueta #Masacreenjuarez de mi Twitter pasa lo mismo. Esta salida se ha convertido para mí y para muchos en la forma de expresar que nuestro corazón está de luto y que ya no podemos más con la violencia en Ciudad Juárez.

Vivo en Filadelfia, pero soy originaria de esa frontera, en donde viven mi familia y amigos. Esta semana dos de mis compañeros de trabajo, también originarios de Ciudad Juárez, y yo, la comenzamos con un nudo en la garganta al ver las imágenes de una masacre en una fiesta estudiantil en donde, de los 38 acribillados, 16 perdieron la vida, la mayoría menores de edad y estudiantes.

Lo que comenzó como una fiesta “normal”, terminó en el escenario de la más sangrienta película de horror.

Lo primero que pasó por mi mente al leer la noticia fue la voz de angustia de mi mamá al decirme que le da miedo que mis hermanos, de 15 y 14 años, salgan al centro comercial o al cine. “Pero ¿Qué hago? No los puedo encerrar, tenemos que tratar de vivir lo más normal posible”, dice mi madre.

En los últimos años he visto como mis familiares han perdido ahorros de toda la vida tras un secuestro. He escuchado explicarle a una niña de cuatro años que considero mi sobrina por qué su papá ya no vive, que ya no va a volver. Mis amigos me cuentan que sus vidas han dado un giro y que ahora están llenas de miedo y paranoia, en un lugar en el que el valor y el respeto por la vida se ha reducido a nada. Me atrevo a decir que en Ciudad Juárez, en donde van al menos 223 muertes tan solo en lo que va del año, todos los habitantes conocen a alguien o han sido víctimas de la violencia en esta guerra entre carteles.

Al principio se creía que las muertes eran de personas relacionadas con el narcotráfico, y de alguno que otro que caminaba por ahí, en el lugar y la hora equivocada, pero ahora es una guerra sin escrúpulos que deja un río de sangre de gente inocente.

Semanas antes de mudarme a Filadelfia, el Ejército mexicano comenzó a llegar a la ciudad. Era triste ver en las calles camionetas llenas de soldados y me provocaba escalofríos esperar en el semáforo la luz verde a menos de un metro de distancia de todas esas metralletas.

El Congreso de México instó al presidente Felipe Calderon que cambie su estrategia contra el narcotráfico, mientras el mexicano Alberto Islas, experto en temas de seguridad, habló de la incompetencia militar en Ciudad Juárez.

El domingo vi a un anciano en la televisión que perdió a su nieto en dicha masacre y desesperado decía ¿Qué hacemos?, la misma pregunta que nos hacemos día tras día, mientras la violencia es cada vez más cruda y los criminales más descarados.

El lema de mi estado natal, Chihuahua, es “gente noble y leal” y es cierto. En mi país los juarenses se destacan por tenderle la mano al foráneo que llega a la frontera desde el sur de México buscando mejores oportunidades. Es gente trabajadora con la esperanza de que el futuro les regrese el Juárez de antes.

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