Sin miedo a ser deportados mexicanos invertirían más
Los mexicanos que empujan la economía en el del sur de Filadelfia comienzan con cuatro años de ahorro disciplinado, unos $40 mil en efectivo y perdiendo el miedo a las deportaciones, la crisis y el inglés.
“Me encontré en una situación única, un grupo demográfico nuevo que llegó a una ciudad que perdió población con la caída de las industrias”, dijo Óscar Benítez, quien realizó un estudio sobre el tema.
Si el mexicano Mario Aguilar tuviera más certidumbre sobre la economía y más apoyo en este país que para él es extranjero, invertiría más en su bodega.
Con mucho sacrificio hace tres años abrió su bodega, San Andres Grocery, en la calle nueve en el sur de Filadelfia. La demanda de productos mexicanos en la zona está a favor de Aguilar y el centenar de negocios mexicanos en el área.
“La mayoría de mis clientes son mexicanos. Estamos impuestos a usar nuestros productos; cuando no teníamos usábamos los americanos, pero ahora que tenemos acceso es mucho mejor”, dijo Aguilar.
“Siempre está el miedo de que si no mejora la economía se vea uno obligado a cerrar”, dijo.
Aguilar es ahora parte de las estadísticas económicas de Filadelfia: Uno de los 83 empresarios mexicanos que según el estudio de Benítez para la Universidad de Pensilvania (UPenn) revitalizó en un corto periodo de tiempo una zona que había sido olvidada.
Benítez es un hijo de padres inmigrantes salvadoreños que con tan solo 19 años tenía el interés personal y profesional de investigar cómo los inmigrantes delinean la economía de Estados Unidos.
Durante dos años y con fondos del Instituto de Investigación Urbana de la Universidad de Pensilvania, el estudiante investigó los 92 negocios de propietarios latinos, de los cuales 83 son mexicanos, ubicados en la avenida Washington, el corredor comercial de la calle nueve y algunos aledaños.
Benítez, originario de Los Angeles (CA), realizó el estudio como actividad extra-curricular de tres clases, mientras estudiaba su licenciatura en Estudios Urbanos y lo tituló ‘Filadelfia como una puerta de entrada de inmigrantes re-emergentes: Una exploración del empresariado mexicano y su valor económico’ .
“Mi meta principal era compartir más información con la Alcaldía, el Departamento de Comercio y con todo el mundo acerca de una comunidad que no es comprendida ni por el gobierno, ni por líderes comunitarios”, dijo el joven, quien ahora trabaja para la bolsa de valores en Nueva York.
Benítez también buscaba “motivar a otros a hacer más estudios de este tipo, quizás en el norte de Filadelfia, o salvadoreños en Washington y así servir las necesidades de la comunidad”.
El estudio habla de los logros de esta comunidad, los retos y brinda recomendaciones a la ciudad para ayudar a esta población y por ende a la economía de Filadelfia
Los mexicanos, según el estudio, llegaron a Filadelfia a mediados de los noventa, pero sólo hasta la primavera del 2003 se presentó el boom de negocios.
Estos empresarios buscaban cubrir las necesidades de una población en constante crecimiento, la cual prefiere sus productos étnicos con los que ya está familiarizados.
Primero comenzaron las bodegas, las cuales representan el 45,8 por ciento de los negocios, mientras que los restaurantes y otros servicios representan el 21,7 y 32,5 por ciento, respectivamente.
Los restaurantes, tiendas y negocios son normalmente atendidos por familiares. Así, la mujer puede quedarse a atender la tienda mientras cuida de los hijos y el esposo se va a trabajar.
De los entrevistados, el 15 por ciento proporcionó su información financiera, la cual arrojó que en promedio las ganancias de los mexicanos son de $10.266 al mes.
La mayoría de los propietarios han vivido en Filadelfia un promedio de 10,03 años, y para comenzar un negocio se invierte en promedio $39.936, que regularmente se paga en efectivo.
“Un aspecto muy importante es el estatus migratorio, ya que la mayoría de los entrevistados coincidieron en que de no temer ser deportados y perder todos sus bienes, invertirían el 25 por ciento más”, dijo Benítez. “Además, todos coincidieron en que todas sus ganancias son reinvertidas en sus negocios”.
Contrariamente a los pequeños negocios en el país que buscan forjar crédito con instituciones financieras, los mexicanos consiguen su capital de préstamos de familiares y amigos cercanos. La mayoría de los empresarios desconfían de las instituciones financieras y enfrentan allí las barreras del idioma y la falta de entendimiento del sistema financiero y sus servicios.
Conseguir el capital necesario es también resultado de un estricta disciplina de ahorro de un promedio de 4,27 años.
“Cuando me reuní con funcionarios de la Alcaldía y el Departamento de Comercio me di cuenta de la falta de entendimiento sobre esta comunidad. Espero que este estudio sea una plataforma para que los empresarios, que en su mayoría no hablan inglés, expresen sus necesidades y el rol que quieren que la Alcaldía tome”, dijo Benítez.
Domenic Vitiello, profesor Asistente de Planeación Urbana y consejero de Benítez durante su investigación, aseguró que el tiempo en que se realizó el estudio fue fue acertado debido a que se estaba dando una transición de ser una comunidad de hombres a ser una de hombres, mujeres y niños.
“La comunidad mexicana tuvo un accidente afortunado. Además de la demanda de servicios por el incremento de la población, se congregaron en una zona a las orillas del centro de la ciudad que ahora es un punto cosmopolita para la clase media con dinero por gastar, a diferencia de por ejemplo, los puertorriqueños en Kensington”, dijo Vitiello.
Después de dos años de intensas jornadas de investigación, Benítez dice haberse sorprendido de algo. “Estas personas no tienen títulos de negocios de UPenn ni de ningún lado. Sin embargo, tienen un nivel de optimismo, confianza y el espíritu empresarial a pesar de todos los obstáculos que ya pasaron, los que viven, con o sin documentos”. Vea el estudio completo de Benítez en pontealdia.com.
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