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    WASHINGTON, D.C. – La semana del 17 de enero, hubo un golpe de frío inusual por la mayor parte de la nación. California vio lluvias y desprendimiento de lodo, por la región costera del este se vieron nubes de tormenta turbulentas, un frío agudo en la región central del país, y en Massachusetts una elección especial para el escaño del Senado que ocupara el difunto Edward M. Kennedy.

    Cambió el clima político nacional, también.

    Antes de la contienda en Massachusetts, el Congreso parecía estar camino a reconciliar y aprobar legislación histórica sobre el sistema de salud.  Estaban por considerarse también reformas de la banca y la posibilidad de una reforma migratoria integral – todo bajo la capa superior de empleos, empleos, empleos. Cuando decayeron drásticamente las cifras de sondeo de la candidata demócrata, Martha Coakley, el presidente Obama fue a Massachusetts a hacer campaña por ella. Fue entonces que empezó a desinflarse el globo de la reforma.

    Así como el derrumbe financiero precipitó el dilema de enfrentar o no la crisis, el avanzar ahora en cualquier dirección razonable es pisar arena movediza política.  En el suroeste, el fenómeno se conoce como un viento lateral. Marineros, lectores de novelas y aficionados del cinema lo conocen como “tormenta perfecta”. Sea cual sea el nombre, es un revés de fortuna y del curso que parecía estar tan bien afinado, de un tono tan perfecto antes, pero que ahora es vulnerabilidad.

    Cuando Scott Brown derrotó a Coakley, su victoria llegó cual temblor político de sorpresa de Haití, a pesar de que días antes, los sondeos indicaban podía ser un posible trastorno. Corredor de apuestas irlandés, Paddy Power, pagó temprano las apuestas por Brown. El modelo de pronóstico 538 del Senado, que predijo correctamente la totalidad de las 35 campañas por el Senado en el 2008, dijo que Brown era favorito, 3 a 1.

    El día después de la elección especial se puso en el contexto de un modelo como las victorias en noviembre por el cargo de gobernador de los republicanos en Nueva Jersey y Virginia. Las buenas políticas de desmoronan bajo el peso de la política del mal ánimo.

    Por ejemplo, Chris Matthews, en su programa Hardball, por MSNBC, regañó la interpretación del resultado en Massachusetts que dio el anterior presidente del partido demócrata, Howard Dean. El cuestionamiento de Matthews se centró en la ideología y cómo la política es el arte de la guerra desenvuelta en maniobras maquiavélicas. Dean arguyó que los electores registraban una protesta con el establecimiento demócrata que habían respaldado en noviembre del 2009, por haberse vendido a los intereses especiales, que surgen como defectos en el proyecto de ley bizantino de la salud.

    O tristeza, Matthews, el entrevistador, le dijo a Dean, “Estás silbando al pasar el camposanto”. Después agregó, “Me parece que te estás portando como tonto”. A lo cual respondió Dean, “No, eres tú el que está comportándose como tonto”.

    La tontera se trata de un tema serio, sin embargo, con consecuencias de largo alcance, en vistas del hecho que una decisión dividida del Tribunal Supremo de EE.UU., con la magistrada Sonia Sotomayor votando con la minoría, reglamentó que las empresas y los sindicatos son en realidad “individuos” cuando de los derechos de la Primera Enmienda se trata, y que pueden gastar lo que quieran en los candidatos y las campañas.

    Eso llevó a que el escritor progresista, Robert Lovato, declarara ante un público el 22 de enero en el Club Nacional de la Prensa en Washington, D.C., que él cree en la pena de muerte. Y si aquellas empresas y aquellos sindicatos cometen algún mal, han de ser sujetos a los mismos castigos que los individuos.

Lovato formó parte de un panel heterogéneo transmitido por internet que buscaba un pronóstico de políticas públicas para las comunidades latina e hispana, el cual reunió el periódico Al Día, de Filadelfia. (Para ser completamente honesto, yo también fui panelista). El entorno se volvió turbio cuando el tema viró a la reforma migratoria integral.  Aunque los defensores emiten comunicados de prensa tranquilizadores, en los corredores muchas fuentes confiesan que el futuro, en el presente clima, se ve lúgubre.

    No importa la avalancha de nuevos análisis que indican cómo y por qué una política migratoria iluminada es buena para la nación, para el desarrollo económico y comunidades pacíficas. La política gana a las políticas públicas, como demuestran Brown y Coakley y Matthews y Dean. Los mejores intereses de todos no reciben apoyo cuando todo el mundo está que echa chispas, y cuando dice que esto no lo va a soportar más.

    Así es el informe meteorológico durante nuestro invierno de descontento. Pero está acercándose el 2 de febrero, cuando Phil de Punxsutawney pronosticará el Día de la Marmota si tendremos seis semanas más de invierno o una primavera temprana bienvenida y muy necesitada.

    La buena noticia, y razón por no desesperarse, es que la Cámara de Punxsutawney está planificando hacer un desayuno con panqueques ese día, con oportunidades de tomarse fotos con Phil, la marmota, juegos relacionados y – lo juro – una piñata.

    [José de la Isla redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service y es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Su último libro, auspiciado por la Fundación Ford, se encuentra en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com. Comuníquese con él a: [email protected]].

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