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Aparecen las primeras enfermedades Haití

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Las primeras enfermedades han
hecho su aparición en el desolado Puerto Príncipe, donde continúan
las labores humanitarias mientras los comerciantes del centro tratan
a la desesperada de salvar sus mercancías del pillaje.

Las diarreas, las infecciones respiratorias, los problemas
dermatológicos, el tétanos y la meningitis son algunas de las
dolencias que se han detectado, dijo la delegada de Salud de
la Cruz Roja en Haití, Beatriz Karottki.

Pasados diez días desde el terremoto, ha descendido algo la
avalancha de heridos con traumatismos y amputaciones, propia de los
primeros momentos en situaciones de emergencia, y se ha entrado en
una segunda fase, en la que comienzan a darse casos de esos tipos de
enfermedades, algo también habitual en las grandes catástrofes,
explicó.

Puerto Príncipe, por otra parte, comienza a mostrar signos de una
tímida normalización en su actividad cotidiana, con la presencia de
brigadas de limpieza en algunos lugares, la actividad comercial y la
reaparición de patrullas de la ONU, que hasta ahora habían atendido
en muchos casos obligaciones derivadas del terremoto.

Mientras, comerciantes del centro de Puerto Príncipe han
comenzado a vaciar sus almacenes para llevarse todas las mercancías
a otro lugar y ponerlas a salvo del pillaje, que se repite día tras
día en esta zona de la ciudad, arrasada por el terremoto del pasado
12 de enero.

Avalanchas formadas por cientos de personas en busca de algo para
comer o para vender recorren todos los días los ruinosos comercios
de la avenida Dessalines y las calles adyacentes, en el centro de la
capital, que se han convertido en una especie de ciudad fantasma.

Michel, dueño del almacén "Mod", de productos textiles, juguetes
y artículos para el hogar, llevó hoy a sus empleados a vaciar el
local, ya que, de lo contrario, será pronto presa del pillaje.

Mientras los trabajadores introducían las mercancías en un camión
estacionado ante la puerta del local, Michel expresó a Efe su
malestar por la pasividad de la comunidad internacional ante las
escenas de robos y saqueos.

"Yo esperaba que la ONU hubiera enviado ayuda para dar seguridad
a esta zona, pero diez días después (del temblor) sólo hay una
patrulla de la policía estacionada en la entrada de la calle",
comenta, mientras grupos de jóvenes salen de los establecimientos
próximos cargados con todo tipo de productos.

"Esto es muy duro. No tengo ningún proyecto ni sé qué voy a
hacer. Esta frustración nos ha desmotivado. Lo único que puedo hacer
es sacar lo que hay dentro del almacén", se lamenta este comerciante
que lleva treinta años trabajando en el negocio.

Muchos otros vendedores han tomado también la decisión de
llevarse sus mercancías para evitar que sean robadas.

"Si no sacamos las cosas, mira lo que hacen", dice otro
empresario que prefiere no dar su nombre mientras señala a lo alto,
donde un grupo recorre la azotea en busca de lo que sea.

A diferencia de su colega, este comerciante no critica a la
policía, ya que "hace lo que puede", dice, pero se pregunta qué va a
hacer ahora.

"¿Quién me va a dar crédito en estas circunstancias? A menos que
la comunidad internacional conceda financiación (...). Es muy
difícil recomenzar", se queja el almacenista, que vendía materiales
para la fabricación de zapatos.

Unas jóvenes explican a la policía que lo que llevan en sus
bolsas es de su propiedad, pero cuando los agentes se han marchado
reconocen a Efe que los perfumes, cremas y cosméticos que
transportan los han sacado de comercios de la zona.

Los saqueadores están por todas partes, se meten por los agujeros
entre los escombros y recorren las azoteas de los establecimientos.

En una de ellas, tres jóvenes que no quieren dar su nombre
admiten que están buscando algo para robar, pero hoy ha sido un mal
día, ya que no han encontrado gran cosa. La conversación acaba de
repente, cuando suenan dos ruidos sordos y todos echan a correr ante
lo que afirman son disparos de la "policía mala", como la califica
otro joven.

Jean Martín, de 22 años, con el rostro tapado hasta los ojos,
explica a Efe que no le queda más remedio que buscar entre las
ruinas, que visita cada día desde que ocurrió el sismo.

"Tengo muchos problemas, tengo hambre. ¿Tú entiendes? Tengo que
buscarme la vida. Mi mamá murió en el terremoto, mi padre está
desaparecido y ahora me he quedado solo", relata en un español que
aprendió en Puerto Rico.

"Ahí hay muchas cosas: comida, ropa,... lo que quieras. La
policía no da problemas, (porque) sabe que tenemos que comer",
agrega.

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