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Hispanos de Chicago luchan por salir de la crisis

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Sur Chicago, una comunidad habitada
especialmente por mexicanos y con un rico pasado, trata de salir de
la crisis económica para recuperar su esplendor y pujanza que
alcanzó su máximo nivel en los años 80.

Su arteria principal, la Avenida Comercial, está llena de tiendas
de segunda mano y de a "dólar" y algunos comercios mexicanos
permanecen, pero no como en tiempos pasados, en una muestra de la
decadencia agravada por la actual crisis económica que afecta
particularmente a los estados industriales del medio oeste.

"Cuando cerraron las compañías de acero cayó mucho el comercio y
esta zona era una de las más ricas de la ciudad", dijo
Salvador López, quien gestiona desde hace 30 años su tienda familiar
de abarrotes "Los Tres Hermanos de Jamay".

El golpe a esta comunidad, situada a 10 millas al sur del centro
de Chicago y próxima al Lago Michigan, comenzó en la década de 1980
con el cierre definitivo de la empresa siderúrgica Wisconsin Steel.

En los siguientes diez años también cerraron sus puertas U.S.
Steel, Inland Steel y Republic Steel.

El resultado fue la pérdida de 16.000 empleos que dejaron a la
comunidad económicamente diezmada.

A esta localidad llegaron en 1920 los primeros mexicanos atraídos
por los buenos empleos en la industria siderúrgica.

Los mexicanos construyeron aquí en 1928 la primera iglesia
mexicana, Nuestra Señora de Guadalupe, la cual aun sirve a la
comunidad en las Calles 91 y Brandon.

A un lado de esta iglesia está un monumento a 12 jóvenes
méxico-americanos que perdieron sus vidas en la Guerra de Vietnam.

"Fue el número más alto de bajas de cualquier iglesia del país
durante la Guerra de Vietnam", comentó el padre Carl Quebedeaux, de
la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, sobre los fallecidos que
eran feligreses de esta parroquia.

En el monumento una inscripción reza en inglés "We Owe So Much To
So Few" (Debemos tanto a tan pocos) y la comunidad cada año les
rinde un homenaje en el Día de los Veteranos. Más al fondo en un
edificio hay un gran mural con las imágenes de los 12 héroes,
orgullo de esta comunidad.

"Los méxico-americanos son el grupo étnico con mayores
condecoraciones en las fuerzas armadas del país", aseguró a Efe
Antonio Delgado, un profesor de historia, recién jubilado de los
Colegios de la Ciudad de Chicago.

Pero no todos los héroes de esta comunidad provienen de la
guerra. Uno de ellos, un excepcional organizador, fue asesinado en
1997.

Arnold Míreles, de 35 años, trabajaba en Sur Chicago ayudando a
los inquilinos a demandar que los dueños de casas mejoraran los
apartamentos que rentaban: Un pandillero le disparo a Míreles a la
cabeza cuando regresaba a su casa.

A pesar del desempleo que ha desplazado a mucha gente, la
organización Centro Comunitario Juan Diego lucha por mantener a esta
comunidad estable.

"Yo he vivido 42 años aquí, me gusta mucho esta comunidad y no
quiero que nos estén desplazando", afirma Olivia Hernández,
directora de este centro, quien teme que grandes empresas
constructoras e inmobiliarias tomen ventaja de esta comunidad en
agonía económica y desplacen a los mexicanos de Sur Chicago.

Las miles de hectáreas abandonadas por las fundiciones de acero
permanecen sin uso alguno.

Ya muchos hispanos, indica Roberto García, también con el Centro
Comunitario Juan Diego, están siendo empujados a trasladarse a
Calumet City, al East Side y al estado de Indiana.

La violencia tampoco es ajena al área. Luis García, de 17 años,
fue disparado el 18 de noviembre en la Calle 87 entre las calles
Comercial y Exchange. En el mismo sitio solo una semana antes había
sido baleado Michael Vilella, de 21 años.

En esta área, llamada por los residentes "La Zona de la Muerte",
han muerto siete jóvenes a causa de la violencia pandillera en los
últimos 15 meses.

La nueva esperanza para esta comunidad viene de grupos como El
Centro de Trabajadores Unidos que defiende a los empleados latinos
que son víctimas de "robo de salario" por parte de las compañías que
no les pagan el sueldo mínimo, ni horas extra.

Ana Guajardo, directora de este centro, dijo a Efe que los
hispanos de esta comunidad temen denunciar los abusos por miedo a
ser despedidos.

"Tenemos muchos casos de robo de salario y de cheques que rebotan
sin fondos", afirmó Guajardo.

Tanto supermercados como compañías de construcción están siendo
demandados por este centro que lleva dos años tratando de levantar
el ánimo y la esperanza de esta comunidad hispana que lucha por
salir de la crisis y recuperar el antiguo esplendor económico.
 

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