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Semana decisiva para el lujo en EE.UU.

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El sector del lujo estadounidense
afronta desde el lunes una semana decisiva, en la que muchos consumidores
aprovechan para hacer las últimas compras navideñas y en la que
muchas compañías esperan mejorar con suculentas ventas las cuentas
de un año marcado por la crisis.

Pese a que la primera gran tormenta de nieve de la temporada hizo
que muchos consumidores del este del país se quedaran en casa
durante el pasado fin de semana, la industria del lujo espera que
los días previos a Navidad completen una campaña que resulte más
positiva que la de 2008, la peor que recuerdan en décadas.

"Esperamos cerrar bien la temporada", dijo Kevin Dyson, uno
de los vicepresidentes de los almacenes Barneys de Nueva York en una
entrevista en la que reconoció que 2008 es un año que preferiría
olvidar y no tomarlo como referencia, ya que los resultados de la
compañía se vieron afectados por la crisis.

Dyson, que explicó que en los prestigiosos almacenes, situados en
la cotizada Madison Avenue, prefieren tener en mente las cifras
navideñas de 2007, se mostró "optimista" ante la actitud de sus
clientes y aseguró que los últimos meses han sido "muy
prometedores", una tendencia que esperan reafirmar al cierre de
diciembre.

"Durante esta campaña hemos recibido la visita de muchos
clientes. Se detecta una energía distinta a la que se respiraba, por
ejemplo, en abril o mayo. Notamos a los clientes más dispuestos a
gastar y a encontrar algo único que no puedan encontrar en otro
lugar", señaló el vicepresidente de Barneys.

Desde el principio de la crisis, esos almacenes optaron, según
Dyson, por evitar los inauditos descuentos que plagaron las plantas
de algunos de sus competidores, como los almacenes de lujo Saks
Fifth Avenue, que este mes anunciaron que sus ventas se redujeron en
los once primeros meses del año un 18,5 por ciento frente a 2008.

Esa tendencia a la baja de las compras de artículos de lujo
mostrada por los clientes de Saks es, sin embargo, generalizada en
un sector que, pese a registrar buenos resultados en septiembre y
octubre, vio cómo sus ventas retrocedían un 7,3 por ciento en
noviembre, según datos de la entidad de análisis SpendingPulse.

"La verdad es que aún tenemos que ser cautos", explicó el
presidente de la asociación de comerciantes de Madison Avenue, Matt
Bauer, quien reconoció que la crisis se había hecho notar en una
zona donde se agolpan boutiques como las de Calvin Klein, Chanel,
Carolina Herrera, DKNY, Gucci, Coach, Hermès o Ralph Lauren.

Bauer, quien dijo que este año han abierto muchos negocios en la
zona, aseguró, no obstante, que "los consumidores tienen estos
tiempos más cuidado a la hora de gastar, porque quieren asegurarse
de que lo que compran es realmente valioso y de que ese gran regalo
de Navidad tiene una calidad duradera y no sólo el nombre de una
marca".

La sensación de que esta industria iba a permanecer impasible
ante la recesión empezó a desvanecerse el año pasado mientras se
hacía evidente que la crisis afectaba a todos los sectores casi por
igual, algo que, sin embargo, parece no importar, por ejemplo, al
grupo francés Louis Vuitton.

La marca de lujo más valiosa del mundo, según la revista
económica Forbes, parece apostar igualmente por el mercado
estadounidense y abrió la semana pasada en Las Vegas su mayor tienda
en el país, con una superficie de más de 1.300 metros cuadrados.

"Por el momento, todo va bien. Estamos satisfechos con los
resultados que hemos tenido hasta ahora", dijo recientemente el
consejero delegado de la compañía francesa en Norteamérica, Daniel
LaLondel, en una entrevista con la cadena CNBC, en la que evitó
ofrecer cifras concretas sobre sus ventas en Estados Unidos.

Esa apuesta de la compañía francesa, perteneciente al gigante
Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), podría leerse como un síntoma de
reactivación en una industria en la que, sin embargo, las cadenas de
joyerías Tiffany y Zales no parecen pasar por un buen momento.

Tiffany, con sede en Nueva York, anunció que en los primeros
nueve meses del año sus ventas descendieron un 14 por ciento frente
a 2008, mientras que la facturación de Zales se redujo un 18,6 por
ciento sólo en noviembre, lo que ha llegado a la popular cadena a
cancelar muchos pedidos de productos para la campaña navideña.

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