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Paco, como le decían sus amigos, insistió en que lo llevaran a comer con los suyos, y su anfitrión Báez lo llevó al restaurante La Veracruzana en el sur de Filadelfia.  

 “Todos gritábamos ¡Paquito!, ¡Paquito!, pero él ya no respondió”, relató Benny Báez, ex boxeador profesional al referirse a la noche trágica en que murió el púgil mexicano Francisco “Paco” Rodríguez, de 25 años, tras una pelea en un cuadrilátero de Filadelfia.

El mexicano terminó en coma su pelea con el afroamericano Teon Kennedy y dejando a su esposa Sonia, también mexicana y a su bebé Ginet de cinco meses.

Rodríguez nació y se crió en Chicago (IL) en una familia de boxeadores; a los 17 años ganó el título nacional Golden Gloves, y llegó a Filadelfia el pasado miércoles 18 de noviembre para disputar el título súper gallo en una pelea programada para el viernes 20.

Esa noche corre de prisa en la mente de Báez, un ex boxeador boricua, cuando relata la historia. Él, el anfitrión de Rodríguez durante su visita de dos días a Filadelfia, dijo que hacía 30 años no moría de esta forma un boxeador en la ciudad.

“El primer ‘round’ recibió tantos puños, bendito, él era de esos peleadores que dan el todo por el todo, tú sabes... de esos que aguantan y cogen los golpes”, relató Báez sobre el  duelo en el Blue Horizon, del norte de Filadelfia.

Sin embargo, Rodríguez parecía que se había recuperado y se defendió en los siguientes encuentros. No obstante, el arbitro quiso parar la pelea, le preguntó su nombre y de dónde era, a lo que Rodríguez acertó al responder. La pelea siguió.

 “Para el sexto ‘round’ comenzó a coger golpes otra vez, y el réferi se dio cuenta de que él estaba mal y paró la pelea”, contó Báez.

El padre y el hermano de Rodríguez, Evaristo y Alex, respectivamente, quienes se encontraban presentes en la contienda, le preguntaron que si estaba bien y el respondió que no, relató Báez.

“Yo no hablo casi inglés, pero en ese momento empecé a gritar por una ambulancia; cuando llegó lo cargué y lo subí a la camilla”, recordó.

El mexicano fue trasladado inconsciente al Hospital Hahnemann, en el centro de la ciudad.

Tras dos días en coma su familia decidió desconectarlo y donar sus órganos.

“Eso fue duro, su padre se acercó a mí y me dijo ‘¿Por qué Dios me hizo esto?’ y yo no pude contener las lágrimas”, dijo Báez sobre el drama en el hospital.

Para su contrincante, Kennedy, residente del norte de la ciudad, también fue muy duro recibir la noticia de su muerte.

“Ellos se encontraban comiendo en South Philly y cuando les hablaron para avisarles, dejaron de comer para ponerse a rezar”, dijo Báez.

Según cuenta este boricua que lo hospedó, Rodríguez estaba muy emocionado de visitar Filadelfia, la tierra de Rocky, y desde que llegó no podía esperar para ir a visitar la estatua en el Museo de Arte.

“Cuando le pregunté que dónde quería comer, me dijo que con los mexicanos y lo llevé a La Veracruzana en el sur con su gente”, dijo Báez.

Las Chivas era su equipo

Rodríguez, relata su familia, fue el único de los tres hermanos que nació en Chicago, sus hermanos mayores Alex y Tito, al igual que sus padres son originarios de Guadalajara, México, y emigraron hace décadas a EE.UU.

Tras los actos fúnebres, el pasado miércoles 25, Evaristo ‘Tito’ Jr. Rodríguez, dijo en entrevista con AL DÍA desde Chicago que su hermano era un atleta al que le gustaban todos los deportes.

“El era una gran persona, un papá y un esposo muy cariñoso que soñaba con ser un campeón mundial para poder darle un mejor futuro a su hija y a su esposa”, dijo Tito, quien es ex boxeador y actualmente maneja un gimnasio  de entrenamiento para niños y adultos.

Tito, el hermano de en medio, dijo que “Paco” era aficionado del fútbol mexicano y fanático de las Chivas de Guadalajara, del cual portaba orgulloso su camiseta cada vez que podía (como muestra una de las fotografías).

“Si él tuvo un ídolo en su vida, ese fue mi padre. Somos una familia muy unida”, dijo Tito. 

A pesar de que a la madre de Rodríguez nunca le gustó el boxeo, su esposo y sus hijos han practicado este deporte desde hace años, Francisco era el único que continuaba boxeando profesionalmente.

“Mi mamá nunca nos iba a ver a las peleas de aficionados, no fue hasta que Francisco peleó profesionalmente que lo fue a ver pelear”, dijo Tito, quien se encontraba a su lado, al igual que su padre y otro hermano la noche en que murió.

“Ahorita no queremos saber nada del boxeo, pero necesitamos esperar a que pase más tiempo y reunirnos con la familia para decidir qué vamos a hacer”, dijo Tito.

Tito quiso enviar un mensaje a su inseparable hermano: “Hermano espera por nosotros allá en el cielo, nos sentimos muy orgullosos de tí y vamos a cuidar muy bien de tu hija”.

Una cuenta de banco ha sido destinada para donaciones a la bebé de Rodríguez en el banco CHASE a nombre de Francisco Rodríguez state- 707331062.

 

Perdió su vida y salvó otras

La familia del boxeador méxico-americano de Chicago decidió donar sus órganos a varias personas, entre ellas un tío que estaba en la lista de espera de un riñón.

El hermano del boxeador dijo que “aunque perdimos trágicamente a Paco, pudimos hacer un increíble regalo de vida a otro miembro de la familia”.

Su hermano Alex dijo además que otros órganos fueron donados a por lo menos a siete personas, debido a las buenas condiciones de salud en las que se encontraba el atleta.

Era la primera vez que disputaba un título fuera de Chicago, y como lo hacía habitualmente, subió al cuadrilátero con un sombrero mexicano y acompañado de música de mariachi.

Había logrado además varios títulos locales y un lugar en las eliminatorias de 2004 para integrar el equipo olímpico de Estados Unidos.

“Lo llamábamos el Niño Azteca por su cara de niño, pero espíritu guerrero”, dijo a periodistas el boxeador Freddy Cuevas, quien frecuentaba el mismo gimnasio de entrenamiento en el parque Garfield de Chicago.

La operación del tío de Rodríguez se llevó a cabo satisfactoriamente, según información de sus familiares.

En Pensilvania, actualmente hay 6.000 personas en lista de espera para recibir un órgano.

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