La vida de circo es algo que Fernando España conoce muy bien. De hecho, es la única vida que el mexico-argentino conoce pues pertenece a la sexta generación circense en su familia.

Nació en Las Vegas, Nevada, hijo de padre mexicano y madre argentina, ambos trapecistas.

Él comenzó a ensayar desde que tenía cinco años y se hizo trapecista profesional.

“Nacer y crecer en el circo es otra vida. Este circo es como nuestro propio país, si algo va mal todos nos juntamos para ayudarnos. A mí me encanta”, dijo España, quien trabaja junto a toda su familia en el circo.

El latino se retiró de ser trapecista para  ser jefe de pista y ahora a sus 24 años dirige el espectáculo tras bambalinas y viaja junto con su novia quien también trabaja con él.

Hispanos del circo de visita en Filadelfia relataron la experiencia de nacer y crecer en el circo, vida que tiene su lado bueno y su lado malo.

es el caso de Henry González, nacido en Cali (Colombia), quien ha tenido la oportunidad de comparar la vida de circo en el país andino y en Estados Unidos.

“Los que se dedican al circo en Latinoamérica lo hacen realmente por amor, porque los sueldos son demasiado bajos”, dijo González, quien comentó que un artista de circo allá gana alrededor de $300 a la semana a pesar de arriesgar su vida en los trucos.

Los artistas aquí en comparación tienen mejores sueldos y condiciones de trabajo.

El colombiano, de 39 años, quien practica la Rueda de la Muerte y el péndulo sin ninguna red de protección, no conoce otra vida más que la del circo.

“Es muy bonita cuando eres joven y soltero. Mis hijos se quieren dedicar al circo pero les digo a mis hijos que estudien”, dijo González.

El colombiano dijo que cada vez que hace un truco le encomienda su vida a Dios.

Para más información visite: universoulcircus.com, que estará hasta el 15 de nov. en “Philly”.