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El nombre de Roberto Clemente no se olvida

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Roberto clemente nació en 1934 en Carolina, Puerto Rico, y fue uno de los mejores jugadores de las Ligas Mayores de Béísbol en los años setenta.        

Cuando la gente en Filadelfia escucha el nombre de Roberto Clemente lo asocia con una escuela en la avenida Erie, un parque infantil en la calle 19 y Wallace o, posiblemente, uno de los jugadores de béisbol profesional estadísticamente más condecorado de todos los tiempos. Su éxito en el deporte de la pelota caliente allanó el camino para otros jugadores de béisbol latinos, como lo hiciera Jackie Robinson para los afroamericanos en ese tiempo.

No fue fácil para Clemente romper las barreras raciales siendo doblemente discriminado como negro y como latino. Tuvo problema para utilizar su propio nombre, cuando su equipo decidió cambiarlo a ‘Bob’ ya que consideraban que Roberto no atraía a los fanáticos estadounidenses. Hasta 1970, todas las tarjetas de béisbol de Clemente y demás presentaciones en el campo lo anunciaban como “Bob Clemente”

Aparte de ser uno de los mejores jugadores de las Grandes Ligas, Clemente se destacó sobre otros por sus obras de caridad en la comunidad.

A través de sus años de éxito en los sesenta con los Piratas de Pittsburgh, cuando no jugaba su tiempo libre lo dedicaba a obras de caridad ya que él sabía lo que era ser pobre.

Clemente nació en Carolina, Puerto Rico durante la década de los treinta. Fue el menor de siete hermanos, en un hogar de clase trabajadora en donde la falta de dinero fue siempre un problema en su casa.

A menudo regresó a Puerto Rico para ayudar a la comunidad mediante el desarrollo de una liga de béisbol para niños de bajos recursos.

Hoy en día, muchos parques, las escuelas y premios llevan su nombre en la Isla del Encanto.

Aunque era más popular en Pittsburgh y Puerto Rico, Filadelfia ha sido de las primeras ciudades en honrar al atleta. Un ejemplo de esto es el nombramiento de un parque recreativo en el norte de Filadelfia.

 Además, en la escuela secundaria en el norte de Filadelfia que también lleva su nombre, los estudiantes de quinto grado en la institución aprenden de la historia de su vida y su carrera en el béisbol.

“Nos gusta que los estudiantes entiendan que él creció en las mismas condiciones que ellos”, dijo María De León, coordinadora de padres en la escuela Roberto Clemente.

Sus viajes a Nicaragua le permitieron ver la pobreza en los barrios de Suramérica y esto le inspiró a darle a su sueldo de beisbolista profesional un buen uso.

“Era muy generoso con su dinero”, dijo el ex concejal Juan Ramos.

“Construyó un montón de cosas para los niños en particular en Puerto Rico y estuvo involucrado en un proyecto en Nicaragua, donde ayudó a construir viviendas para la comunidad pobre”.

Aunque su solicitud ha sido rechazada, Ramos a propuesto a las Ligas Mayores de Béisbol, retirar la camiseta de Clemente con el número 21 del las ligas.

Como Ramos, muchos creen que Clemente es merecedor de este honor, tal y como se le hizo al jugador afroamericano Jackie Robinson.

El 30 de octubre pasado, el Comisionado de Béisbol de las Grandes Ligas, Bud Selig, explicó sus razones para no retirar su número argumentando que no se puede retirar el número de cada gran jugador ya que eventualmente se acabarían y dijo que la situación de Robinson no viene muy a menudo.

“Va tomar algún tiempo”, dijo Ramos. “Pero el hecho de que señora Clemente sea embajadora de las grandes ligas dice mucho acerca del legado de Clemente en el mundo del béisbol”, explicó.

Por todo lo que Clemente contribuyó a la sociedad a través de su buena voluntad, algunas personas se quedaron con sentimientos encontrados respecto Clemente en la ciudad de Filadelfia.

El libro “El Grande”, de Bruce Makussen, es una de las tantas biografías de la vida de Clemente. En él se describe un incidente en el que Clemente peleó con un fanático después de un partido en Filadelfia en el estadio Connie Mac.

“Él hizo algo que no me gustaba”, explicó Santo León, consejero en el Centro para personas de la tercera edad Norris Square.

“Golpeó a alguien que estaba tratando de conseguir su autógrafo. Mis hijos me regalaron una camiseta muy cara de él, pero yo no la uso por esa razón”, dijo León. 

Lamentablemente, a la corta edad de 37 años, Clemente realizó un viaje que se convertiría en el último. En 1973 se dirigía a Nicaragua a suministrar alimentos a un pequeño pueblo que acababa de sufrir un terrible terremoto y decidió viajar con el cargamento para asegurarse de que llegará a su destino.

Pero ni los suministros ni Clemente llegaron nunca a su destino ya que el avión cayó en el mar a las afueras de la Playa de Piñones. Ese mismo año su nombre fue incluido en el salón de la fama para inmortalizarse en el mundo del béisbol y a través de sus acciones e historias en Fila.

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