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Reflexiones de un dirigente latino sobre Ted Kennedy

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Me dio mucha pena oír la noticia de la muerte del senador Ted Kennedy. Yo había seguido las noticias de la familia Kennedy desde 1960, cuando John Kennedy hizo campaña por ser presidente. Como muchas personas de mi edad, recuerdo precisamente dónde me encontraba cuando se anunció la muerte del presidente Kennedy, y dónde estaba cuando se anunció el asesinato del senador Robert Kennedy. Y así fue de nuevo a las cinco de la mañana del miércoles, 28 de agosto.

Conocí por primera vez a Ted Kennedy en 1967cuando él y tres senadores más llegaron a las ciudades de Río Grand City y Edinburg en el estado de Texas para realizar audiencias de subcomité en referencia a la supresión de los derechos de organizarse de los trabajadores agrícolas. Los campesinos había comenzado a hacer huelga en el condado Starr, contra los agricultores La Casita.  Se acusaba a los rangers de Texas por estar acosando e intimidando a los organizadores de la huelga. Los agricultores pudientes usaron la amenaza de represalias económicas para evitar que los trabajadores asistieran a las reuniones.

Ted Kennedy tenía apenas 35 años en aquel entonces, pero ya se veía que llevaba muy arraigado el defender la justicia social y económica. Nos tomamos una foto juntos que salió en un periódico local. Ojalá me la hubiera quedado.

Observé su carrera a la distancia. Visité sólo una vez su despacho en el Senado. Lo volví a ver cuando llegó a Chicago a hacer campaña por Harold Washington, y ayudó a elegir al primer alcalde africano-americano de Chicago.

Ted Kennedy iba por el cambio antes que el cambio estuviera de moda. Y si bien la reacción por televisión de su versión de Ay Jalisco No Te Rajes no ha sido favorable, yo se la oí y me quedé impresionado. Si alguien considera que George Bush podía hablar español, simplemente nunca oyeron a Kennedy.

Observé en lo que sus errores de juicio casi acabaron con su carrera política. Me maravilló cómo se redimió, aprendiendo de sus errores y volviendo un hombre mejor. Vi con horror en 1980 cuando Roger Mudd le preguntó por qué quería ser presidente, y Kennedy no tenía la menor idea, y volví a quedarme maravillado cuando volvió a todo dar al Senado con gran ahínco legislativo, dándose cuenta por fin que podía hacer más por los necesitados como senador que como presidente.

Como presentador público, he tenido a varios antecesores difíciles de seguir, en particular en los congresos de trabajo. La peor pesadilla de cualquier presentador era seguir a Ted Kennedy, en particular en un congreso de sindicalistas. Es lo que a mí me ocurrió en una conferencia del sindicato UAW en Washington, D.C.

Crecí viendo a todos los grandes legisladores de los últimos 50 años. El presidente de la Cámara, Sam Rayburn, dirigente mayoritario del Senado, Lyndon B. Johnson, el “guerrero feliz” Hubert Humphrey, Jacob Javits, Everett Dirksen, para nombrar a unos cuantos. Si LBJ fuera el “Maestro del Senado”, se podría argüir, entonces, que Ted Kennedy fuera el “León del Senado”.  Sin duda que ellos dos fueron los mejores de todos. Lo eran porque como senadores su determinación provenía no de la ambición personal, sino de una compasión insaciable por los menos afortunados.

Amasaron el poder al dominar su oficio y al ganarse el respeto de sus colegas. Y una vez que tenían en manos el poder, aprendieron a usarlo.

LBJ llevó la electricidad a las montaña de Appalachia, declaró la Guerra contra la Pobreza y nos dio Medicare. Ted Kennedy estaba entre los que más tiempo sirvieron en el Senado y su listado de logros legislativos es demasiado largo para citar, pero la aprobación de las leyes de los Derechos al Voto, de los Estadounidenses con Discapacidades, Meals on Wheels (comida sobre ruedas), Licencia Familiar, e inmigración son algunos que destacan.  En pocas palabras, Ted Kennedy era la conciencia del Senado.  Aquel cuerpo augusto no será nunca igual, ni tampoco lo serán nuestras vidas. El León que rugió no es más.

Juan Andrade es presidente del National Hispanic Leadership Institute, con sede en Chicago, Illinois.  Comuníquese con él a [email protected]

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