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Los que salen del campus a ayudar a la comunidad

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El quinto piso del Hospital Temple es bilingüe y allí estudiantes hispanos de medicina prestan sus servicios voluntarios.  

 

Filadelfia vive la singularidad de ser una ciudad llena de problemas sociales y pobreza y al mismo tiempo una urbe con instituciones universitarias de prestigio a nivel nacional.

Es por eso que grupos de estudiantes como los de medicina en Temple y Leyes en Villanova han trasladado esas aptitudes intelectuales más allá del elegante campus y han salido a las calles a ayudar a la comunidad.

Temple y su CHARLA

Tal es el caso de los estudiantes de la Universidad de Temple que ayudan a la comunidad con dos programas específicos: CHARLAS Y VOICES.

Ambos programas, manejados por estudiantes latinos de medicina en la universidad, han sido modelos nacionales, explicó el mexicano Raúl De La Cadena, director del Programa de Admisión, Reclutamiento y Retención de Minorías (RAE) y coordinador de dichos programas en la universidad.

El programa CHARLAS fue fundado hace 10 años por el méxico-americano y en ese entonces estudiante James Roug, como un programa voluntario en el cual los estudiantes bilingües de medicina se reunían con los no bilingües durante la hora de comida para enseñarles español y que de esta manera en un futuro pudieran atender las necesidades de la comunidad hispana.

“El programa tuvo tanto éxito que ganó la beca “Hablamos juntos”, de  la fundación Robert Word Johnson y fue la única escuela de medicina en ganar esa beca a nivel nacional en el 2002”, dijo De La Cadena.

Gracias a ese dinero el programa se convirtió en una clase acreditada con un manual hecho por los propios estudiantes y sigue siendo impartida por ellos mismos .

El otro programa es VOICES, fundado por Miguel De Francisco, en el cual estudiantes bilingües servían como intérpretes voluntarios en la sala de emergencias del Hospital de Temple.

Sin embargo el programa tuvo que cambiar en el 2003 por razones legales.

“Las personas que servían de intérpretes tenían que obtener una certificación para demostrar que tenían la capacidad necesaria”, dijo De La Cadena.

Sin embargo, el servicio se sigue dando en el quinto piso del Hospital en el cual todas las enfermeras y el personal hablan español.

Hoy en día ambos programas son manejados por la Organización Boricua de Latinos en la Salud (BLHO) que cuenta con por lo menos 60 estudiantes.

Para más información visite: http://www.nblho.org.

Villanova y los inmigrantes

Hace ocho años que Beth Lyon llegó a Villanova con ganas de ayudar a los necesitados y por eso fundó la Clínica Legal de Trabajadores Agrícolas, la cual es una de cuatro que ayudan de forma gratuita a inmigrantes. Las otras son las clínicas de Impuestos, Asilo y Civil.

La de trabajadores agrícolas ayuda en su mayoría a mexicanos que trabajan en campos como Keneth Square y la de Asilo, cien por ciento a inmigrantes de todo el mundo.

Además, de ser directora de la clínica Agrícola, Lyon es la consejera de la Asociación Latinoamericana de Estudiantes de Leyes en Villanova.

“Los estudiantes además de hacer talleres para que la comunidad conozca sus derechos, acoso sexual y leyes laborales, son los que trabajan es las clínica”, dijo la abogada.

En la clínica, Lyon trabaja con ocho abogados que supervisan el trabajo de los estudiantes.

“Es impresionante el cambio de cuando comienzan el semestre a cuando terminan”, dijo Lyon.

Los jóvenes tienen la responsabilidad de los casos e incluso hablan en la corte.

“Recuerdo un estudiante que el primer día se desmayó de los nervios, pero al final defendió su caso frente al juez. Se trata de que tengan confianza en sí mismos”, dijo Lyon.

Además, la abogada dijo que esto les permite desarrollar su análisis acerca del sistema de justicia y los problemas sociales de su comunidad.

La puertorriqueña Nicole Infante, quien se acaba de graduar de Ciencias Políticas en Villanova, tuvo la oportunidad de trabajar en la clínica durante el último año de su carrera y aseguró  que esta experiencia le abrió los ojos a problemas sociales como la inmigración.

“Te encuentras con situaciones muy conmovedoras porque son personas que necesitan ayuda, que no han hecho nada malo y que de nos ser por la ayuda gratuita que reciben en la clínica, no tendrían esperanzas”, dijo Infante.

Durante su último año, Infante trabajó como intérprete entre los clientes y los abogados en la clínica, en centros de detención y en casa particulares.

“Recuerdo el caso de una salvadoreña quien había sido abusada por su esposo quien era policía en El Salvador. Asustada y sin haber conseguido ayuda en su país vino a aquí pero no pudo traer a su hijo. Después se enteró de que a su hijo lo abusaban allá en su país y regresó por él, pero al entrar de nuevo a Estados Unidos los detuvieron”, recordó Infante.

Este caso, de Rosa y su hijo de siete años Francisco, conmovió a la boricua.

“Ganamos ese caso, le dieron su ‘green card’ a Rosa. Cuando ganas se siente tanta alegría que vale la pena cualquier sacrificio”, dijo Infante.

Señaló que los voluntarios acuden desde las 6 a.m. a los centros de detención en los condados de Berks y York.

“Fui como ocho veces al centro y me di cuenta de que no tratan bien a las personas que están ahí. Muchas veces ni tienen personal bilingüe”, dijo Infante.

“Son gente que lo único que necesita es ayuda y están en centros de detención, que en mi opinión parecen cárceles”, señaló Infante.

Infante ya se graduó y labora en una firma de abogados en el centro de la ciudad que también se especializa en casos de inmigración y cuando tiene oportunidad incita a sus compañeros hispanos a que formen parte de la clínica.

“Les digo que son detalles que pueden hacer una gran diferencia en la vida de otras personas, como Rosa y Francisco, que ahora pueden vivir una vida normal. Además, que te permite ver las realidades del mundo”, dijo.

Esta semana, la clínica ganó un caso de 5 años, de un trabajador de hongos en Kennett Square que desarrolló un enfermedad terminal por trabajar en el campo. Para comunicarse con la clínica llame al 610 519 6417.

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