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"Se lo debemos al barrio"

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Cinco hombres que en el pasado realizaban actividades ilícitas, un doctor en Antropología Urbana y una activista social se reúnen en un pequeño cuarto en la iglesia de la esquina de Hancock y Susquehanna en medio de uno de los barrios más peligrosos del norte de Filadelfia, con una sola misión, poder alejar a los jóvenes de las drogas y la delincuencia.

“Estamos aquí porque si a nosotros alguien nos hubiera aconsejado en su momento no habríamos ido a la cárcel ni cometido tantos errores por falta de dirección”, dijo Edwin Desamour cofundador de Hombres en Movimiento en la Comunidad (MIMIC), organización que trabaja con cinco miembros y voluntarios que ofrecen su tiempo y los números telefónicos de su casa y celular a jóvenes de entre 12 y 24 años que necesiten ayuda cualquier día y a cualquier hora, y los atienden con un algún consejo o simplemente alguien los puede escuchar.

Los voluntarios de MIMIC van a las escuelas, a centros comunitarios o a las calles a hablar con jóvenes acerca de su experiencia de vida, les ofrecen su amistad y consejos.

“Como todos sabemos Filadelfia es una bestia,  he trabajado en muchas ciudades en el país, y Filadelfia es una bestia por sus problemas sistemáticos tan serios. Los problemas con lo que estos chicos, los padres y los vecindarios son muy serios”, dijo Bill McKinney, quien tiene un doctorado en Antropología Urbana y es director del Centro Howard Samuel de la Universidad de la ciudad de Nueva York, además de ser consejero para los miembros de MIMIC.

Todo comenzó hace dos años cuando Desamour estaba en una peluquería escuchando rumores acerca del barrio, “si te quieres enterar de rumores del barrio ve a la peluquería, los hombres son más chismosos que las mujeres”, dijo el boricua. “Entonces escuché a estos chicos hablando de las antiguas leyendas de vendedores de drogas del barrio y yo pensé en el programa de televisión que muestra las vidas actuales de ex estrellas,   y pensé, si supieran donde están esos “drug dealers (narcotraficantes)” que son leyendas, pero son ahora hombres de bien con familias y trabajos”, dijo.

De ahí surgió la idea de Desamour de llamar a esas ‘leyendas’ y proponerles formar un grupo de guía para los jóvenes de la comunidad y decidió llamarlo MIMIC.

“Queremos traer de vuelta el sentimiento de que hay verdaderos hombres en el barrio, además que “mimic” o mímica en español significa imitar y la finalidad es que los jóvenes imiten los buenos comportamientos”, dijo Desamour.

“Cuando los llamé, su primera reacción fue decirme que ya se habían retirado, que eran hombres de bien; yo les expliqué mi idea: Se lo debemos a estos chicos, se lo debemos al barrio”, dijo Desamour.

Uno de esos hombres a los que llamó fue Efrén Rosa, quien duró 17 años en prisión.

“Vendí tanto veneno (droga) por tanto tiempo que ayudando puedo devolverle algo a la comunidad y devolverle la pieza que le falta a mi corazón. Les ayudo a ellos y me ayudo a mí”, dijo Rosa, quien ahora es un representante de ventas en una compañía de pan.

El hecho de que estos hombres sean leyendas en el barrio ayuda a su misión ya que los actuales vendedores de drogas los conocen y los respetan.

“Si una madre me llama y me dice que su hijo está perdido, yo llamo a los vendedores de droga de los vecindarios y ellos me dan información o me dicen dónde puedo encontrar al chico”, dijo Desamour.

 “La primera escuela que nos abrió las puertas fue Kensington CAPA; le dije al rector ‘déme a sus peores estudiantes’, teníamos un auditorio con 200 chicos, cada presentador de MIMIC habló de su experiencia con drogas y la cárcel, y al final de la presentación cada joven se acercó al presentador con el que más se identificaba”, dijo Desamour.

Según explicaron los voluntarios de MIMIC, a la juventud le hace falta un ejemplo, una figura paterna, ya que muchas veces no hay un hombre en la casa porque está en la cárcel o se separó de la familia.

Además, con el afán de darles un espacio de expresión a los jóvenes, cada viernes MIMIC hace un evento en la Iglesia de Norrisquare con micrófono abierto para que los jóvenes canten, reciten poesías o simplemente expresen sus sentimientos.

Las llamadas que los miembros de MIMIC reciben son de todo tipo, desde ayuda para ir a la corte, problemas familiares hasta dudas sexuales.

“Recuerdo un chico de 17 años que no quería tener relaciones sexuales con su novia y ella sí, preguntaba que si había algo malo en eso porque sus tíos le decían que era ‘gay’ y el problema es que su madre había muerto por sida. Le dije que no había nada de malo en eso”, dijo Desamour.

Los voluntarios de MIMIC aseguraron que muchas veces los jóvenes están tan sumergidos en un ambiente de violencia que no miden las consecuencias de un acto violento.

“Un chico una vez me dijo que quería matar a otro chico por problemas del vecindario y yo le pregunté ¿Y qué vas a hacer después? no puedes volver a la escuela¿Vas a ir a ver televisión a tu casa?, no, la Policía te va a buscar y vas a ir a la cárcel. Es el problema que los jóvenes no piensan más allá, no piensan en el futuro y ahí es donde entramos nosotros”, dijo Desamour.

Tal como le sucedió a Ray Santiago, quien dijo estar en el momento equivocado en el lugar equivocado.

“Cuando tenía 16 años fui arrestado y condenado por asesinato; siempre crecí en una buena familia, pero me atraían las esquinas, el dinero, las malas compañías y me acusaron de algo que no cometí. Dure 11 años en prisión, cuando salí me sentía perdido y MIMIC me ha ayudado mucho porque ayudando a estos chicos encontré mi lugar”, dijo Santiago.

“Además, he visto a tantos de estos chicos ‘malos’ graduarse y hacer cosas buenas que me hace querer dedicar todo mi tiempo a esto”, agregó Santiago.

“Otro chico con el que estamos trabajando ahora dice que quiere hacer algo malo para poder ir a la cárcel con su padre y sus hermanos, estamos tratando de enviar cartas a su padre en la cárcel para que hable con su hijo y lo haga comprender que ese no es el camino”, dijo Desamour. 

Para MIMIC es fácil llegar a los chicos y cuando encuentran un caso muy difícil acuden a sus asesores: Lisa Varón, consejera de la Red de Justicia de Juventud Latina, y Johnny Irizzary, miembro de la Comisión de la Reforma Escolar (SRC), entre otros miembros de la comunidad.

MIMIC tiene el carisma necesario para abordar a los jóvenes, aún a los más ‘rebeldes’; sin embargo no tienen los recursos para exponerlos a actividades positivas, con las que comúnmente no estarían en contacto.

“Un día llevamos a los chicos en un autobús, estábamos en Center City y los chicos pensaban que estábamos en otra ciudad, nuestro reto es la ayuda de la comunidad, cualquier cosa, boletos para el cine o para un juego de béisbol o simplemente con su tiempo”, dijo Desamour.

Esta organización se ha dedicado también ha reunir a profesionales latinos que les hablen a los chicos; uno de ellos fue McKinney, quien creció en el barrio y logró completar sus estudios de doctorado.

“A los jóvenes les impacta eso, se preguntan ¿Yo también puedo lograr eso? y logramos darles motivación”, dijo Desamour.

Para McKinney trabajar con los voluntarios de MIMIC ha sido una experiencia muy satisfactoria. 

“Cuando acepte el trabajo como director en NY decidí quedarme en Philly, en el barrio, en la calle E e Indiana y trabajo con académicos y me he dado cuenta que la política es floja en cambio el trabajo aquí es instantáneo”, dijo McKinney.

La línea de MIMIC es: 267 414 6836, las 24 horas, los siete días.
 

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