LIVE STREAMING

Rondas camineras

MORE IN THIS SECTION

Expectations for Change

Beyond the statistics

Celebrating Year-Round

Community Colleges

Changes in the political

SHARE THIS CONTENT:

El sujeto José Carrasquillo, acusado del delito atroz de haber violado a una niña de 11 años, en Filadelfia, está tras las rejas gracias a que dos muchachos de la comunidad lo capturaron.

Carrasquillo, a quien ya le formularon cargos con base en varias pruebas entre ellas la del ADN, fue entregado a la policía no sin antes haber recibido una golpiza por parte de enardecidos ciudadanos.

La forma como fue detenido contó de inmediato con la legitimación social, y legal también, porque los autores de la captura recibieron un premio en efectivo.

La acción de David Vargas y Fernando Genuall, así se llaman los dos jóvenes que ejercieron espontáneamente funciones policiales,

ha sido  muy elogiada. Hay en la gente una mezcla de orgullo y admiración. Orgullo porque miembros de la propia comunidad impidieron que el crimen cometido por ese despiadado individuo no pasara, quizá, a formar parte de los casos que están perdidos en las tinieblas de la impunidad. Admiración, porque no otra cosa suscitan quienes tuvieron el suficiente  valor para no dejar escapar al señalado delincuente.

Sin embargo, detrás de este escenario se levanta un telón de fondo preocupante. La historia ha demostrado que la legitimación social de este tipo de acciones es el resultado de que la gente ha perdido, está perdiendo o se encuentra en vías de perder la confianza en la capacidad de las autoridades para garantizarle la debida protección.

Es verdad, la captura de Carrasquillo fue un hecho espontáneo sin premeditación de tomarse la justicia por su propia mano. Pero así han empezado fenómenos que han terminado en grandes tragedias o, por lo menos estableciendo sistemas paralelos de justicia.

Este es el caso de las llamadas Rondas Camineras que han surgido en algunos países latinoamericanos. En Perú se les denomina Rondas Campesinas.

A principio de la década de 1970, pequeños finqueros del departamento de Cajamarca, en los andes peruanos, estaban hartos de los abigeos. Los despachos judiciales se encontraban repletos de denuncias inútiles, por lo que los finqueros decidieron tomar la justicia por su propia mano. Ellos mismos persiguieron, capturaron y castigaron a los delincuentes iniciándose así un sistema de justicia paralelo que todavía subsiste.

Incomparablemente más trágico fue el caso de Colombia con los grupos paramilitares. Grandes propietarios de explotaciones agrícolas y ganaderas eran el blanco preferido de las guerrillas de izquierda que los secuestraban, extorsionaban y asesinaban. Ante la indiferencia o impotencia del gobierno para protegerlos, ellos se organizaron para defenderse. Pero el remedio resultó más peligroso que la enfermedad porque esos grupos de autodefensa se salieron de control y se convirtieron en hordas asesinas que sin Dios ni ley ahogaron el país en sangre. Irónicamente, a pesar de tanta muerte y destrucción, la guerrilla sigue ahí aportando su parte, que no es poca, a esa tragedia en la que han caído miles y miles de colombianos inocentes.

Las propias Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia , FARC, tienen su origen en un hecho de toma de la justicia por la propia mano. A mediados del siglo pasado, campesinos del partido Liberal, en el departamento del Tolima, perseguidos por elementos del partido Conservador, apoyados por el gobierno de entonces, decidieron organizarse para defenderse. Uno de los promotores de ese grupo de autodefensa campesina era un muchacho labriego de nombre Pedro Antonio Marín, conocido después como Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo.

Sí, estoy exagerando. Sólo he querido reflexionar sobre los filadelfianos, especialmente los del Norte y otras áreas duramente golpeadas por la delincuencia, y su compromiso con la administración de justicia. No podemos ahora convertirnos además de víctimas de la inseguridad en culpables porque no andamos capturando delincuentes.

Es urgente fortalecer las instituciones, equipar adecuadamente y reforzar las fuerzas policiales. Sería un error que alentados por el ejemplo de dos jóvenes valerosos, pensáramos que la seguridad de Filadelfia se puede lograr convirtiendo a ciudadanos comunes y corrientes en policías.

  • LEAVE A COMMENT:

  • Join the discussion! Leave a comment.

  • or
  • REGISTER
  • to comment.
  • LEAVE A COMMENT:

  • Join the discussion! Leave a comment.

  • or
  • REGISTER
  • to comment.
00:00 / 00:00
Ads destiny link